En Oporto, como aquí en Canarias, también se apuesta por los cruceros, pero quizás han sido más comedidos a la hora de diseñar una nueva terminal. El edificio que vamos a analizar no es muy grande, sobre todo si se compara con los barcos de crucero que puede albergar, pero desde lejos se percibe marinero y blanco con una textura que invita a aproximarnos al océano, y se ha convertido en un "landmark" en sí mismo, lo cual aporta un valor extra a la ciudad y el puerto que lo acoge.

Estamos hablando de la Terminal de Cruceros del Puerto de Leixões, que se encuentra en el norte de Portugal, en el noroeste de la Península Ibérica, al norte de la desembocadura del río Duero y cerca de la ciudad de Oporto. Es el segundo mayor puerto artificial de Portugal y una de las mayores y más importantes infraestructuras portuarias del país luso. Con sus cinco kilómetros de muelles, cincuenta y cinco hectáreas de terraplenes y más de ciento veinte hectáreas de zona húmeda, Leixões es uno de los puertos más competitivos y versátiles de Portugal gracias a su ubicación estratégica en el sistema portuario europeo, en el Océano Atlántico.

Recientemente se han iniciado en el negocio de los cruceristas, para lo cual han puesto en marcha esta terminal de cruceros con el objetivo de mejorar la eficiencia comercial y crear una mejor integración con el entorno urbano que los turistas van a visitar una vez que lleguen a puerto. El equipo responsable del proyecto de arquitectura, liderado por Luis Pedro Silva, ha creado un edificio de suaves formas curvas que parecen estar en movimiento, como si a través de esas ondulantes paredes blancas todo quedara unido, el cielo, el mar y la tierra.

Silva tuvo la suerte de poder trabajar primero en el plan estratégico para todo el puerto como miembro de un equipo multidisciplinar de economistas, ingenieros y otros especialistas, que querían aumentar la eficiencia del puerto y promover los cruceros como una parte más de la creciente industria turística de la zona, eso le permitió un acercamiento global al lugar y un conocimiento mayor del paisaje circundante.

El reto arquitectónico era grande, pues Leixões, el puerto, que es un nodo de la industria pesada que interrumpe las playas rocosas de la costa, separa dos grandísimos y ejemplares paseos marítimos diseñados por los dos ganadores del premio Pritzker de Portugal: Eduardo Souto de Moura al sur, en Matosinhos, y Álvaro Siza al norte, en Leça da Palmera, donde sus famosas y bellísimas piscinas al aire libre se encuentran entre las rocas.

En la primera fase del plan, terminada en 2011, Silva y su equipo trasladaron el muelle de cruceros desde el puerto interior a un nuevo muelle al final del rompeolas del sur, para conseguir un acceso más directo a la ciudad y para acomodar mejor los grandes barcos de cruceros.

El edificio principal contiene la terminal de cruceros en sí misma y otras instalaciones marítimas, un Parque de Ciencia y Tecnología del Mar de la Universidad de Porto, salas de eventos y un restaurante.

La terminal es como una gran bisagra blanca, con rampas y brazos sinuosos que se curvan en diferentes direcciones hacia el puerto deportivo, el nuevo muelle y la orilla. En el interior, esos brazos que acogen al pasajero nos invitan a pasear a través del edificio. Unas rampas blancas, como tentáculos de un pulpo, junto con escaleras mecánicas llevan al turista al nivel del suelo, donde se encuentran la aduana y la zona de control de los equipajes. De ahí todo conecta fácilmente con los autobuses turísticos o con barcos más pequeños para los viajes por el río, especialmente lo que se organizan para visitar la región vitivinícola del río Duero.

La parte superior de la terminal incluye laboratorios y oficinas del Parque de Investigación de Ciencia y Tecnología Marinas de la Universidad de Oporto. En el sótano se Instaló un acuario.

Además de las formas destaca uno de los materiales exteriores, un interesante azulejo hexagonal de cerámica blanca, brillante con la luz del sol, que actualiza la tradición portuguesa de fachadas de azulejos.

Luís Pedro Silva fundó su estudio de arquitectura en el año 2000, y es profesor por la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Oporto donde vive y trabaja. Ha desarrollado trabajos en diversos sectores y redactado y diseñado desde planes estratégicos hasta diseño de mobiliario. Su edificio fue uno de los ganadores del premio a mejor edificio del año 2017 organizado por Archdaily.