El conocido teatro vanguardista Laterna Magika de Praga estrena hoy "Cube", un nuevo espectáculo de danza que combina imágenes virtuales con actuaciones en directo, una coreografía moderna y precisa en la que la ilusión cinematográfica y el movimiento del artista en el escenario se realzan mutuamente.

La "vida en un cubo" es una expresión local que se usa en el idioma checo para indicar lo que ha dado de sí la biografía de una persona, y es una de las razones que ha llevado a elegir ese título para la obra dirigida por el bailarín Pavel Knolle y los coreógrafos David Stransky y Stepan Pechar.

"Para nosotros, ''Cube'' es el resumen de la vida, con esas imágenes que soñamos o deseamos, que hemos vivido, todo junto. O algo que no existe y, entonces, ¿por qué no hacerlo en el teatro? Son imágenes de la vida y de fantasía", explicó Stransky.

En la representación, ocho actores -cuatro hombres y cuatro mujeres de la compañía de danza de la Laterna Magika- alternan un desafiante baile moderno sobre una plataforma inclinada con escenas de la vida corriente y otras trepidantes.

Estas últimas evocan películas de James Bond y lo hacen enmarcadas en la cartografía de vídeos ("videomapping"), es decir, la proyección de imágenes sobre superficies reales, generalmente inanimadas, para conseguir efectos de movimiento o tridimensionales.

Ese juego con superficies en movimiento virtual supone un desafío especial para el bailarín, pues carece de puntos de apoyo firmes.

"Con este estreno me doy cuenta de lo valiosa que es la Laterna Magika como modelo de teatro multimedia, qué importante es esa simbiosis de espacio, sonido, imagen, baile. Esto es mágico", destacó Stransky.

Una de las novedades en esta representación del conocido teatro praguense es el uso, por primera vez, de la tecnología de captura de movimiento, que permite grabar movimientos reales en formato digital, procesarlos y deformarlos.

En el caso de "Cube" se usa para simular los estados de ánimo que se alternan en el bailarín, y también para aumentar el número de actores, pues lleva a los artistas reales a una interacción con los virtuales, lo que añade complejidad y crea un mundo de ilusión donde el espectador no es capaz de distinguir entre realidad y fantasía.

Esta complejidad, según explicó Stransky, no está reñida con la improvisación.

"Hay lugares donde los bailarines improvisan. Lo hemos querido así, porque le da vida al espectáculo, añadiendo algo sobre el marco de referencia, y permite un elemento de espontaneidad frente al orden", explicó el coreógrafo.

El cubo, leitmotiv del espectáculo, se muestra, entre otros, en su conocida versión del rompecabezas tridimensional "Rubik", y luego va desplegando sus posibilidades y riqueza de simbolismos, recreando un mundo matemático y frío, de líneas paralelas que no convergen.

Los artífices del espectáculo han ideado así una metáfora de vidas paralelas que solo logran comunicar por medio de textos cortos enviados por el celular.

"Cube" avanza acompañado de una música escénica moderna surgida del minimalismo y de la música electrónica, con la participación de intérpretes reales, como una soprano y un violinista, compuesta por Jan Sikl.

Las novedades técnicas causaron algunos problemas hasta el último ensayo de la obra, pero finalmente, tras tres años de trabajo, nada obstaculiza la puesta en escena.

"No creo que haya excesivo tecnicismo. Hay que utilizar lo que está a mano, y crear una ilusión de otro mundo. Eso está bien", apostilló Sikl.