Juan Ramón Jiménez no tiene limite. Su obra es una fuente de belleza que no se agota y ahora, entre otros proyectos, se publica "El silencio es oro", el libro que pensó hace más de un siglo, con 83 poemas, 36 de ellos inéditos, escrito en su retiro de Moguer (Huelva) en 1912, que marcó el camino hacia su poesía desnuda.

"Sí, silencio. Tan solo silencio. Que se callen/ Que dejen a mi espíritu nadar en lo insondable...", escribe el poeta en "El silencio es oro", publicado por Linteo.

Un libro que deja ver cómo el poeta, tras su paso por Madrid, "donde no tuvo muy buenas experiencias", se retira a su pueblo de Moguer en 1911, "deja toda la influencia del Modernismo y la literatura francesa y se acerca hacia un camino de más sencillez", comenta a Efe Carmen Hernández-Pinzón, sobrina nieta y heredera del premio nobel.

"Hay gente que cree que Juan Ramón comienza a cambiar con ''Diario de un poeta recién casado'' (1916), pero es porque no se conocían estos libros que han ido saliendo después en Linteo, como ''La frente pensativa", más metafísico y místico'', o ''Libros de amor''", precisa Hernández-Pinzón.

Juan Ramón Jiménez (1881-1958) escribió este libro en la misma época que "Platero y yo", y como muchas de sus otras obras nunca fue publicada al completo, aunque con este libro lo intentó. Pero es ahora cuando sale a luz, y en él se sumerge en una atmósfera de soledad física y espiritual.

Así, sin adjetivos sobrantes, Juan Ramón pone la mirada en el recuerdo: "El silencio es para mí una atmósfera absolutamente necesaria par respirar como el aire", escribe el poeta en la entrada del prólogo del libro, escrito por José Antonio Expósito, encargado de la edición del volumen, de la introducción y las notas.

"No podía con los tapones de caucho, porque no me basta con no oír el ruido, sino que necesito oír el silencio", confesó el poeta de Moguer en una nota, como recuerda Expósito.

"En definitiva, Juan Ramón Jiménez, asediado por los ruidos sociales, políticos, urbanos o vecinales, alcanzó en soledad una palabra desnuda, misteriosa y esencial que le permitió apresar una vida en verso... La de Machado fue una bondad desmigada en humanismo; la de JRJ una limpia ética-estética forjada en una eternidad diaria. Murieron exiliados, pero no enmudecieron. El resto es ya solo silencio", escribe el editor.

Pero, además de este inédito, Juan Ramón da para mucho, y se prevén nuevas publicaciones, como una nueva edición revisada de la segunda antología poética del poeta, que estaba agotada, editada por Espasa.

También en los próximos meses se publicará un libro con 185 recetas de cocina de Zenobia Camprubí, en la editorial Niebla, con una amplia introducción de 45 páginas contextualizando los temas.

Se trata de un libro que recoge las recetas escritas a mano de la mujer de Juan Ramón, Camprubrí, mujer culta, cosmopolita, traductora, defensora de los derechos de la mujer y protectora del poeta. "Ella no cocinaba mucho, pero buscaba las mejores recetas porque Juan Ramón era muy delicado", precisa la heredera del poeta.

"Eran vecinos y muy amigos del vicepresidente de Estados Unidos Henry Wallace y su esposa, y Zenobia intercambió con ella clases de español por lecciones de cocina, y todas estarán también reunidas en este libro", precisa Hernández-Pinzón.

Esta misma editorial, Linteo, publicará "El zaratón" y "Voces de mi copla", los dos últimos títulos que Juan Ramón escribió en México, en 1964.

Otros proyecto son la publicación para el mes de septiembre de un libro con historias para niños, poesías para los más pequeños, editado por la Fundación Lara.

Ya lo dijo el propio Juan Ramón Jiménez: él nunca iba a ser enterrado, a la tierra no iría más que su "cáscara", y para la vida eterna queda su inmenso monumento literario.