La actual crisis de la UE y el ascenso de los populismos invitan a una lectura contemporánea de "Stefan Zweig: Adiós a Europa", tercer filme como directora de la alemana María Schrader en el que reconstruye los últimos años de vida del escritor austríaco, uno de los grandes autores europeos del siglo XX.

"Hemos vivido el periodo pacífico más largo en la historia del continente, el sueño de Zweig, y ahora no podemos rendirnos y dejar de luchar por él", ha señalado a Efe la actriz y directora, conocida por papeles en películas como "Aimée y Jaguar" (1999) y que debutó detrás de las cámaras con "La jirafa" (1998).

Stefan Zweig (1861-1942) soñó con una Europa sin fronteras y pacífica mucho antes de que la Unión Europea fuera una posibilidad, tal y como contó en sus memorias, "El mundo de ayer", un libro de referencia para comprender la historia del siglo XX.

Como intelectual judío y pacifista, se vio obligado al exilio a raíz del ascenso del nazismo al poder y es en ese periodo final de su vida, que vivió viajando por el continente americano, pero sobre todo en Brasil, en el que se centra el filme, que llegará el próximo viernes a los cines.

Schrader (Hannover, Alemania, 1965) elige una narrativa especial, semidocumental, para lograr la máxima verosimilitud y la mínima manipulación emocional. Selecciona seis episodios de sus años de exilio y los cuenta en tiempo real.

La película arranca con una recepción de bienvenida en Río de Janeiro en 1936, en un solo plano general, con cámara fija, de nueve minutos de duración, toda una declaración de intenciones.

"Es difícil capturar una vida tan compleja y rica como la de Zweig en una película, incluso si sólo te concentras en los últimos años", señala la directora. "La estructura melodramática clásica no es fiel a la verdad; por eso he preferido construir un mosaico de momentos".

Las dos siguientes escenas, claves para comprender el pensamiento del autor de "Momentos estelares de la humanidad", suceden en el congreso de escritores en Buenos Aires ese mismo año.

Schrader muestra cómo Zweig, interpretado por el actor austríaco Josef Hader, se resiste a condenar explícitamente el nazismo ante la prensa -"Cada gesto de resistencia carente de riesgo o impacto no es más que afán de protagonismo", les responde- y, acto seguido, acaba convertido en héroe involuntario del congreso por su condición de exiliado.

"Mucha gente pensó que era un cobarde por no hacer una gran declaración política, pero yo no estoy de acuerdo", dice Schrader. "Requiere una gran fortaleza resistir como lo hizo él e insistir en que el mundo no es blanco y negro; él pintó, a través de su escritura, pero también con su compromiso y empatía, toda la escala de grises".

La directora y guionista compara la escena del congreso de escritores, en la que el auditorio se pone en pie para aplaudir a un abochornado Zweig, con las reacciones mundiales al atentado de 2015 contra la sede de la revista francesa Charlie Hebdo, en torno al eslogan de "Je suis Charlie".

"Es muy interesante comparar la atmósfera de esa época y la actual, e inquietante comprobar las similitudes", señala. "Cuando el mundo se vuelve demasiado complejo, la gente busca respuestas simples, y ese es el comienzo del triunfo del radicalismo", advierte.

Un encuentro con su primera esposa en Nueva York que pone de manifiesto "el sentimiento de culpa" del exiliado, una incursión con su última esposa, Lotte, en el norte de Brasil, y sus últimos días juntos en Petrópolis componen el resto de la narración.

El trágico desenlace de la vida de Zweig es retratado con máxima sutileza por Schrader, que lo lee en clave de desesperanza ante el triunfo de la barbarie y la destrucción de la civilización.