Qué se hacía hace más de treinta años en la escultura canaria y qué se hace ahora son los límites temporales en los que se mueve la colectiva que se desarrolla en el Instituto Cabrera Pinto de la Laguna, hasta el 18 de junio.

Esta exposición, comisariada por Celestino Celso Hernández, está dividida en tres apartados que reúnen obras de una veintena de artistas. El piso superior del Cabrera Pinto acoge una selección de trece piezas presentadas bajo el título "Escultura en Canarias, de los 80", mientras que en el inferior se da a conocer la colección "Escultura y sus límites".

Las propuestas de la planta superior se presentan en dos secciones. Una de ellas con piezas de autores ya consagrados en aquella época, como Martín Chirino, Manuel Bethencourt, Juan Bordes, Tony Gallardo, Abel Hernández y María Belén Morales. La otra se centra en creadores que iniciaron su trayectoria profesional en los años 80, entre ellos se encuentran Francisco de Armas, Javier Eloy Campos, Antonio del Castillo, Juan López Salvador, Evelina Martín, Medín Martín y Roberto Martinón.

La planta baja aglutina trabajos realizados exprofeso por encargo de los organizadores del evento, englobados en "Escultura sin límites", de Sergio Brito, Domingo Díaz, Cristina Gámez, Alfonso García, Carmen -Cado- Manrique y Sergio Molina.

Esta iniciativa surge con motivo de los treinta años que se cumplen desde que a mediados de los años 80 del siglo pasado hubo un cambio de dirección en el arte a nivel internacional.

"Hubo un viraje hacia la recuperación de la figuración. Hasta ese momento había sido denostada por la abstracción, que había ocupado totalmente los planteamientos artísticos y los mercados. Por tanto, vuelve una figuración con unos planteamientos sobre todo expresionistas. También se produce un renacer de la escultura, que en nuestro caso representa que surja un número importante de artistas que optan por este medio", aclaró Hernández.

Por otro lado, también incidió en la idea de que aquel "boom" de la escultura en España coincidió con el surgimiento de otro tipo de propuestas que escapaban a lo que se entendía tradicionalmente como escultura, piezas de bulto redondo o en relieve. "Ahí entraron en juego instalaciones, intervenciones, incluso combinadas con proyectos visuales y sonoros. ¿Hasta dónde pueden llegar los límites de la escultura? Ese fue el reto que se planteó a los artistas que exponen en la planta baja, que surgieron en los años 80".

Esta exposición ofrece una clara idea del tránsito generacional de escultores a nivel estético y conceptual en Canarias, realidad presente en algunas de las piezas que invitan al espectador a meterse en ellas o a recorrer el circuito que le indica el propio autor.

Hernández, que espera que esta muestra viaje a otras islas e incluso fuera del Archipiélago, agradeció la convicción de los artistas que realizaron una obra expresa para esta iniciativa sin ninguna tipo de ayuda económica y valoró que "En Canarias tenemos muy buenos artistas, en este caso escultores, con propuestas muy actuales y suficientemente sólidas e importantes".