El historiador del arte e hispanista checo Pavel Stepànek, comisario de la exposición "Óscar Domínguez en Checoslovaquia", junto al conservador de la colección del TEA Isidro Hernández, es un apasionado del trabajo del pintor surrealista lagunero (1906-1957) y de otros artistas españoles.

La muestra, que se amplía hasta el 3 de mayo y ha sido visitada por más de ocho mil personas, reúne cuarenta y dos obras, la mayoría inéditas en la Isla, que creó el pintor tinerfeño entre los años 1946 y 1949, una época feliz que derivó en la realización de una serie de pinturas muy importantes en su producción, como las tituladas "Frutero y revólver", "La revolución", "El comefrutas", "Fertilidad" o "Cuatro variaciones de Minotauro". También se exhiben fotografías de su estancia en la antigua Checoslovaquia y dos documentales, uno con Domínguez trabajando en su estudio y otro con las opiniones de diversos críticos de arte sobre su trabajo.

Los cuadros reunidos en Santa Cruz, procedentes de colecciones privadas e instituciones, salvo media docena del TEA, recuerda la influencia que ejerció el pintor lagunero en artistas y poetas en Praga, donde participó en la colectiva "El arte de la España republicana" en el año 1946.

Stepànek, uno de los principales artífices de esta iniciativa, reconoció que lo que más le llamó la atención de Domínguez y su arte "fue la fuerza y la diversidad de sus obras, que no se mantienen en una sola línea de evolución, sino que muestra que era un hombre que saltaba las fronteras de un solo estilo y que pintaba cosas muy fuertes y muy vivas. Por esta razón llamó mi atención y la de los predecesores que se han ocupado de este asunto".

Este estudioso del surrealismo, que considera que Domínguez pintó más de ciento veinte óleos durante el periodo que se analiza en esta exposición, cifra su producción total en unas cuatrocientas cincuenta piezas, incluyendo los dibujos y sus apreciadas decalcomanías, técnica de su propia cosecha que aportó al surrealismo. También comentó que el único catálogo razonado de su producción en la actualidad es el que realizó Fernando Castro Borrego en su doctorado, al que también se suma el publicado por el TEA bajo el título "Óscar Domínguez. Antológica 1926-1957".

Con respecto a las principales aportaciones al mundo del arte del "Dragón de Canarias", como era conocido en París, se refirió a varios aspectos. "Creo que hay que buscar varias vertientes. Primero que Óscar Domínguez amplió las posibilidades del surrealismo desde un punto de vista imaginativo y técnico. En la primera etapa encontramos cosas que ningún surrealista hizo".

"Después" -añadió- "destacaría cuando se inclina hacia lo picassiano. Aquí tenemos piezas como La revolución, donde notamos elementos picassianos, pero no son imitaciones ciegas. Finalmente el grupo de lo que se llama triple trazo, en el que dibuja una línea negra con pincel o pluma, que luego separa o incluso subraya con el blanco. Son piezas muy decorativas y al mismo tiempo de complicada iconografía".

Este catedrático de la Universidad Palacký de Olomouc, una de las ciudades en las que residió Domínguez, junto a Praga y Bratislava, también se refirió a los temas que obsesionaron al autor tinerfeño y plasmó en sus pinturas.

"Está la pistola, que algunos críticos interpretan como un presagio del suicidio, aunque se cortó la venas. También destacaría los divertimentos comefrutas. Hay una naturaleza muerta con guitarra que tiene una tricolor en alusión a la República española. El toro que expresa temas bélicos, pero también un minotauro o un toro que lucha con un arco y una flecha y no se rinde".

Otro de los lienzos es un autorretrato en forma de rinoceronte, o figuras de mujer con velas o una vaca, flores y un caballo que puede recordar "El Guernica", de Picasso.

Uno de los juegos surrealistas

"El comefrutas" es una serie de bodegones de plato con frutas que, si se invierte, muestran una cabeza que come frutas./ jesús adán