Un niño que lucha por lograr sus sueños es el hilo conductor de “Esencia”, que pone sobre el escenario a un Joaquín Cortés iniciándose en danza clásica, contemporánea, con las dificultades de la época.

Un adolescente que deja su torso al aire frente a las críticas de todos aquellos que creen que Cortés ha hecho un sacrilegio con la cultura gitana, con el flamenco, es de los primeros en llevar un elenco de bailarinas, veintena de músicos y llenar plazas de toros.
Su esfuerzo, sacrificio y pasión por el arte, desarrollan a una nueva estrella tan carismática que logra ser reconocido en el mundo entero. Con la madurez pasa de ser ese gitano revolucionario a un reflejo en el que se miran la nuevas generaciones; para muchos ya es un mito viviente.