La ciudad perdida" se inspira en la vida de Percival Fawcett, militar, arqueólogo y explorador británico que, en los inicios del siglo XX, enviado por la Royal Society, pasó de cartografiar un área de la selva de Brasil a obsesionarse con el descubrimiento de una ciudad mítica perdida.

La película es un exponente del cine de aventuras dirigido a un público adulto, aunque sin llegar a las cotas de un clásico como "Fitzcarraldo", de Werner Herzog. Lo que empieza siendo un simple relato de aventuras va ganando en hondura y capacidad para fascinar, hasta transformarse en un elogio del deseo del hombre de perderse en sus sueños, de vivir tan intensamente como sea posible, de arriesgarlo todo (incluso su propia familia) en busca de lo sublime.

"Z. La ciudad perdida" es una propuesta a contracorriente del cine comercial que en su inmensa mayoría apuesta por productos trillados dirigidos a segmentos de público específico. Aquí no hay urgencias ni certezas, sino solo enigmas y asombro. Su gran virtud es un clasicismo elegante, tanto en el fondo como en la forma, donde el paso del tiempo es un protagonista tan importante como el asombro por lo desconocido y la belleza de los paisajes recónditos.