para que me quitara el hambre, pero gracias a ella gané un dinero que me sirvió para que no me faltara de comer", asegura el sevillano Raimundo Amador en el arranque de una entrevista en la que habla de flamenco y de guitarras, de leyendas, de conciertos como el que va a dar el 29 de mayo en el Auditorio Teobaldo Power de La Orotava. "Espero no haber contribuido a que cierta basura se haya colado en el mundo del flamenco", puntualiza sobre las formas que emplean algunos para justificar el concepto de fusión. "No voy a decir que todo lo que se está haciendo es malo, pero muchos tienen más cuento que calleja", admite un creador al que no le importa reconocer: "A veces me meto en líos por no saber callarme".

¿Cómo late en estos momentos su "corazón" flamenco?

Yo no soy flamenco -ríe como queriendo remarcar el sentido de una frase difícil de creer-... Cada vez que dijo algo da la sensación de que se remueven los muertos y esa no es mi intención. Siento un tremendo respeto por él, no por todas las personas que viven de él.

¿En sus frases se percibe cierto intrusismo?

Es que manda narices que lo que no pasa de ser algo muy ligero, o "light", lo llamen flamenco, ¿no?

¿Pero ese es un debate que nadie quiere cerrar?

Y seguirá abierto mientras unos no entiendan que aquí no vale todo. Ni los clásicos tienen la razón, ni los que quieren hacer las cosas de otra manera se pueden olvidar de nombres que están en los estratos iniciales del flamenco. Sin ellos este discurso no existiría, aunque debo reconocer que lo comercial tira...

¿Entonces, todo es fruto de una ley de oferta y demanda?

Todo no, pero sí algunas cosas que no se sostienen y que, a veces, asocian con los pasos que he dado a lo largo de mi vida sin tener los argumentos para aclarar por qué las cosas se dan de una manera u otra. Lo único que pido es respeto y, sobre todo, que no me endosen a mí culpas que son ajenas... No voy a decir que todo lo que se está haciendo es malo, pero algunos tienen más cuento que calleja.

Ese es el peso de la fama, ¿no?

Eso es algo que trato de desterrar de mi vida. Odio la perfección, me gusta equivocarme... A partir de ahí, está claro que no siento que sea un modelo a seguir. Soy feliz con lo que tengo y espero no haber contribuido a que cierta basura se haya colado en el mundo del flamenco. Yo no tengo esa impresión, pero siempre habrá alguien que diga lo contrario... A veces me meto en líos por no saber callarme. Si tuviera la boca cerrada, igual, me iría un poco mejor (sonríe).

¿En el alma de Raimundo Amador hay un rockero?

Algo de eso sí que hay... Jimi Hendrix es el culpable de lo que soy; también otros, pero él tuvo mucha culpa de todo esto. El rock está dentro de mí desde el principio y salió muchas veces al exterior para acompañar a mi hermano Rafael y a Kiko Veneno... No es ninguna deshonra admitir que este Raimundo Amador viene de allí. El flamenco es una música que se puede fusionar muy bien con todo, es muy agradecido... El rock es otra cosa. El que quiera fusionar música tiene que haberla mamado como yo lo hice. El blues, el flamenco o el rock comparten elementos porque son una forma de vida.

¿Y qué hace un gitano en un universo reservado para la gente de color como es el blues?

El blues es un género igual de cerrado que el jazz o el flamenco. Mi relación con él es buena, pero yo escucho mucha música. Lo que sí tengo claro es que no quiero cantar como un negro; ellos dominan el blues de manera incontestable. Esto es como el flamenco: a mí me gusta el gitano, pero hay algunos payos que no lo hacen nada mal. Eric Clapton, por ejemplo, toca muy negro y Johnny Winter (1944-2014) era bastante más negro que él, pero solo cuando tocaba. Yo toco, y lo que sale es lo que sale, pero me siento feliz porque es probable que no sepa hacer mejor. A quien le guste, bien; y a quien no, pues que escuche otra cosa. Crear en libertad es un privilegio impagable.

¿Otro privilegio, supongo, ha sido poder estar cerca de leyendas del flamenco como Camarón de la Isla y Paco de Lucía?

Eso ya justifica muchos de los pasos que he dado para llegar hasta aquí... De los grandes solo puedes ver, oír y callar para aprender a vivir este oficio de una manera más limpia. Camarón de la Isla y Paco de Lucía son nombres que no se discuten; leyendas que están vivas en las personas que aman el flamenco de calidad.

No me refiero a "Gerundina", que no sé si está aún para demasiados trotes, ¿pero qué es para usted la guitarra?

Es mi aliada, mi compañera, mi confesora... Ella es la que me ayuda en los buenos y malos ratos. Mi padre decía que tenía que tocarla, pero a mí me costaba. Nuestra relación vino sin presión: él no insistía y yo me fui acercando a ella.

¿Tiene la sensación de que su obra suele ser bien recibida?

Si eso es así no soy el único culpable, es decir, que hay una trayectoria y un público que se fijó en lo que hacía... A veces sentí que estaba metido en proyectos que se adelantaron 25 años en el tiempo, pero no me arrepiento de nada. La música, como todo en la vida, es pura experimentación y yo no he dejado de curiosear por los géneros que más me gustan.