Últimamente pienso mucho en la vejez. Tal vez porque mi madre está en una de esas residencias para mayores o tal vez porque mi trabajo me ha llevado a familiarizarme con algunos proyectos futuros que se están preparando en Canarias.

Me aterra la oleada de jubilados silenciosos de esta generación que está a punto de llegar a esa edad en que volvemos a necesitar ayuda, y la explosión inminente de los "baby boomers" que marchamos -inminentemente- hacia la edad de la jubilación. Me aterra que como sociedad no estemos preparados.

Sin embargo, no tendría por qué ser así, podríamos estar mejor preparados porque, al fin y al cabo, es un mercado floreciente (cuando los "baby boomers" nos jubilemos seremos la mayor generación de jubilados de la historia de este país, seremos una gran mayoría). Por tanto, ahora que somos la fuerza de trabajo más experimentada deberíamos derrochar una cantidad mayor de creatividad en esta cuestión, como ya se está haciendo en otros lugares del planeta.

A la mayoría de ancianos que llegan a las residencias por primera vez con la cabeza bien no les gustan las opciones que tienen. Entran en un hospital de baja tecnología. La típica habitación doble, con dos camas, y un solo baño para compartir, sin ninguna privacidad ni capacidad para guardar recuerdos me evoca a una prisión de máxima seguridad. La instalación puede ser espartana, pero poner la privacidad del cliente por encima de todo no estaría mal.

Una tendencia que se está imponiendo es la relacionada con el movimiento hacia entornos más pequeños, más hogareños. Crear casas pequeñas, independientes, porque la mayoría de las personas mayores no quieren estar en una institución. Quieren un entorno mucho más casero, doméstico. No un hospital. Ya sé que cuando estamos en un entorno urbano, las economías de escala para pagar por un personal de rehabilitación, o personal profesional de enfermería realmente cualificada, requieren instalaciones con un alto número de camas. Pero la idea de configuración hogareña puede ser aplicada en los futuros complejos creando apartamentos arriba y abajo las instalaciones comunes.

Por otro lado, ¿quién quiere vivir en un sitio feo y sin personalidad? Podemos conseguir que estas instalaciones parezcan menos institucionales, menos hospitalarias y más un apartamento personal. Ya hay ejemplos en que las comunidades de jubilados y las instalaciones de nivel superior están tomando nota de la sensibilidad del diseño de las cadenas hoteleras y aplicando sus conceptos a la atención a mayores, ¿por qué no?

Las preocupaciones por un diseño más sostenible (que a la vez es más saludable) han llegado también como tendencia a la vida de los adultos mayores y son -o deberían ser- un factor cada vez más importante en el diseño y las metas operacionales de los nuevos proyectos. Diseños verdes, con más iluminación natural, mejor calidad del aire o, si es posible, ventilación natural, vistas a la naturaleza y a paisajes agradables, jardines y agua como distracción.

Hay un ejemplo que creo que deberíamos estudiar aquí en Canarias. Los veintidós pisos, cerca de Chur, en Suiza, diseñados por el premio Pritzker Peter Zumthor. Están ocupados por ancianos que todavía pueden dirigir sus propios hogares, pero que también están contentos de usar los servicios complementarios que tienen detrás de su propio edificio. Muchos de sus residentes crecieron en pueblos de montaña alrededor de la zona. Siempre han vivido en el país y se sienten en casa con los materiales de construcción tradicionales utilizados allí -toba, alerce, pino, arce, madera sólida, paneles de madera, etc-. Son invitados a decorar como les plazca su salón individual, y desde las ventanas de sus pequeñas cocinas se ven las montañas. El ambiente es informal y rural.

EL complejo consta de 21 apartamentos, una habitación de invitados y una sala común, todos conectados por corredores externos. Los apartamentos, aunque son pequeños, parecen grandes, con puertas de dormitorio que, cuando están cerradas, parecen desaparecer en los armarios empotrados a ambos lados. Allí se sienten como en casa.