Quiere tiempo: tiempo para la cultura, para la familia, para él y, si se vuelve a poner a tiro, para regresar al mundo de la política. El panameño Rubén Blades (1948) mide sus frases con la precisión de un cirujano. "Matan a la gente, pero no a las ideas". En los callejones de esta reflexión, pronunciada en el transcurso de un concierto en el que acabó sonando la historia de "El padre Antonio y su monaguillo Andrés", se aprecia todo el calado moral de un ciudadano con vocación de servicio. "Entré en política por Noriega y para luchar contra la dictadura en Panamá... Si se da, no descarto volver", asegura un ser que no suele silenciar sus opiniones. "En estos momentos nada representa mejor lo peor que tiene Estados Unidos que su actual presidente", señala el hombre que le dio la vida a "Pedro Navaja".

A Nicolás Maduro tampoco le hacen mucha gracia los artículos en los que retrata la realidad venezolana. Y es que para el que fuera ministro de Turismo de Panamá (2004-2009) "participar civícamente en la política de mi país para tratar de mejorar las condiciones sociales de los ciudadanos no es una aventura, sino una posibilidad que está al alcance de mi mano", sostiene un creador que afirma estar en una de esas fases de la vida en la que hay que priorizar algunas decisiones. "La música me ha quitado tiempo para estar con mis seres queridos y el anonimato que permite vivir sin ser visto", subraya en relación a los esfuerzos que ha tenido que realizar desde que decidió volcar todas sus ilusiones -en el año 1968- y que también le han regalado alguna que otra alegría: "Este oficio me ha posibilitado un sustento espiritual y económico... He podido trabajar en algo que me apasiona, viajar, compartir las emociones de públicos muy distintos y conocer a personajes extraordinarios", agradece antes de abrir un incómodo debate alrededor de lo que algunos denominan la salsa intelectual.

"Para mí no es el concepto más adecuado. Entiendo que algunos crean que puede ser vista como un género que tiene un trasfondo literario, político o social, pero yo no le encuentro ningún sentido hablar de una salsa intelectual: la salsa es salsa", reitera un artista al que el título de la gira que esta semana le traerá a Tenerife -el próximo viernes canta en el aparcamiento del Parque Marítimo de esta capital- lo coloca una y otra vez contra la pared. "Aún no me voy, solo abandono las giras de salsa... Pero cuando me aleje definitivamente de los escenarios habrá documentales, libros, pintura, producciones -cinematográficas, musicales y teatrales- y viajes", responde para desterrar las dudas que se han creado alrededor de "Caminando, adiós y gracias".

Pero la decisión de ampliar su horizonte cultural no quita para que Rubén Blades gire su cabeza hacia un pasado que le sigue sorprendiendo. "Las urgencias a la hora de escribir canciones se van atenuando", reivindica el creador de historias que "no esperaba sobrevivir tantos años en la industria musical... ¡Ojalá me hubiera tocado esta revolución en mi tiempo!", añadiendo que "cada generación debe decidir qué es lo que quiere escuchar y, por lo tanto, cada cual recibirá lo que espera. Eso sí, lo que está haciendo René Pérez -excomponente de Calle 13- no tiene nada que ver con lo que muestra Maluma", compara un artista que no es "bien visto" ni en La Habana ni en Miami. "Soy crítico, y lo seguiré siendo, contra los abusos, la estupidez, la hipocresía y, sobre todo, las injusticias. Cada uno es libre de mostrar sus opiniones y eso implica todo lo que rodea mi carrera: que la definan como mejor puedan. Mis canciones son cuentos cortos, adaptados y musicalizados. Sin eso, es literatura popular", concluye.