Su ojo acaricia con detenimiento los pliegues que surcan los rostros. En su afán de contumaz observador sigue las líneas rugosas que marcan los recorridos de toda una vida, pero dado su natural curioso va más allá, hacia el interior: al fondo del alma.

Emilio Barrionuevo (Los Llanos de Aridane, La Palma, 1972) ha sido galardonado recientemente con el prestigioso premio Portrait Photo Awards 2017, un reconocimiento internacional con el que se distinguen las fotografias de retratos.

El jurado del certamen, que el pasado sábado hacía público el fallo, estuvo formado por destacados fotógrafos profesionales de relevantes publicaciones, caso de Vanity Fair, Wall Street Journal y National Geographic, así como de la Agencia Magnum.

"Cuando me enviaron el correo electrónico comunicándome que era el ganador estaba medio dormido y, la verdad, llegué a pensar que aquello era un sueño".

Lo cierto es que, aún en ese limbo entre lo onírico y lo real, se detuvo a releer el mensaje. "Me sonó al the winner is..., como en la ceremonia de los Oscar, y eché mano del traductor de Google". Al final de la lectura confiesa que se le quedaron los ojos "como platos".

Emilio figuraba como el único español seleccionado, compartiendo podio con obras de artistas de todo el mundo, él, un palmero de Los Llanos, un "gallo".

Al concurso envió tres retratos y resultó ganador el que tuvo como modelo a una persona entrada en años, de nacionalidad alemana. "Cuando estábamos en el estudio me preguntó cómo debía ponerse y le dije que actuara con la máxima naturalidad posible", ajeno al objetivo. Y su primera reacción, instantánea, fue la de apoyar el mentón en una mano.

A Emilio le bastó con esa primera imagen, cuando hay sesiones en las que debe tirar entre 200 y 300 para encontrar la ideal. "Me cautivó su penetrante mirada", afirma. Y al jurado, también.

Este autodidacta de la fotografía se movía en sus inicios impulsado por la simple curiosidad, móvil en mano, captando instantáneas urbanas y paisajes. "Creía que mis trabajos eran buenos, hasta que los colgué en páginas especializadas: la crítica fue demoledora".

Pero lejos de venirse abajo continuó con los ojos y el corazón abiertos. Ha publicado varios trabajos en Vogue Italia y ganado concursos en fotografía conceptual y blanco y negro, de retrato y desnudo artístico.

Emilio Barrionuevo explica que un día, de casualidad, se detuvo a leer una reflexión donde se decía que muchos fotógrafos piensan que si adquieren una cámara superior van a ser capaces de hacer mejores fotos. Pero que eso, al final, se queda en nada si no existe algo en tu cabeza y tu corazón.

"Esta frase me enseñó mucho y desde entonces la llevo grabada en mis pensamientos". De ahí que cada vez que idea una fotografía intenta superar la preocupación del aprendizaje y procura que la cámara se convierta en "una extensión de mi ser, utilizando corazón y cabeza".

Ahí comienza el proceso creativo y "eso es lo único que te puede llegar a diferenciar", dice, "porque la técnica es igual para todos".