Son ya más de treinta representaciones desde que la compañía Zálatta Teatro estrenó la pieza "La profesora Rosalba Scholasticus", en septiembre de hace dos años, de la mano de una singular maestra encarnada por la actriz Laura Escuela, quien ha impartido los fundamentos de su particular "magisterio" en "aulas" de Tenerife, Gran Canaria y Fuerteventura, también en Barcelona, Madrid, Ciudad Real y Cantabria, y que se decide a saltar el charco para reencontrarse con sus orígenes: Colombia.

Laura Escuela precisa sobre esta gira por el país americano que, tratándose de una producción colombiano-canaria, este "viaje" representa "un hermanamiento con lo que allí se representa". Ya en su momento se adaptó el texto original a los giros y frases, versionando el libreto escrito por Rodrigo Rodríguez. Y ahora llega el momento de vivir la frescura del encuentro con su "alter ego" colombiano. "Ella representa un personaje más histriónico", dice la actriz, pero ambas interpretan desde idéntico perfil.

Esta obra supone una reflexión sobre la perversión de los sistemas educativos; el repaso por aquellos capítulos escondidos de la memoria y, si se quiere, hasta una lectura crítica de la propia vida. Tal es, en esencia, el universo del aula de 5º curso de Primaria donde la profesora Rosalba Scholasticus impartirá una clase magistral en la que se mezclan ficción y realidad.

La tal Rosalba Scholasticus es una de esas maestras de escuela de Primaria a la vieja usanza, quien a punto de llegar a la edad de su jubilación y gracias al recurso de la escena retrospectiva -ese ida y vuelta que algunos se empeñan en seguir llamando "flash back"-, abre la enciclopedia de su vida, una serie de años que han transcurrido entre las paredes frías de una habitación y el aula de enseñanza.

Esta maestra no duda en aplicar la metodología de la escuela escolástica, una disciplina propia de la Edad Media en la que destacan prácticas como el abuso del poder como argumento de autoridad; el premio y el castigo como parte de ese maniqueísmo que establece la división entre buenos y malos: el uso de la regla, pero no como material escolar, sino como herramienta para provocar daño; las máximas de copiar y memorizar como valores máximos del aprendizaje...

Lo cierto es que tan firme personalidad cartesiana y estricta se va a ir quebrando desde la primera clase, cuando explica a sus alumnos el calendario y las reglas de comportamiento, un proceso en el que la maestra Rosalba también desnudará su alma, sus pasiones, sentimientos, secretos, amores, pecados, deseos y tristezas.

El director de la pieza, Telesforo Rodríguez, admite que la obra invita a plantearse una reflexión sobre los sistemas educativos. "Ahí queda la actitud de una profesora con enormes ganas de sentirse útil a la sociedad y a quien la dinámica de las normas ha ido erosionando hasta convertir en una imagen deformada de sí misma".

Y Rosalba Scholasticus, un ser humano al fin y al cabo, al final de su vida solo aspira a ser querida. Hasta entonces se ha ocultado bajo la rigidez, parapetada en una forma de ser que le ha servido como máscara impenetrable. Pero la maestra se va desnudando poco a poco y el público descubrirá, entonces, que tras esa fachada pétrea se esconde una mujer lastrada por un desencuentro amoroso, que acaso llegó hasta convertirse en madre e incluso manifestó un carácter divertido, que el tiempo y el hastío fueron endureciendo. Quizá esta situación represente el resultado de los continuos cambios educativos y sociales, del vacío que ha provocado en el ejercicio del magisterio, del lastre de la burocracia...

Laura Escuela insiste en que "la vida no se traduce a partir de blancos y negros, también existen matices de grises", y llama la atención sobre el hecho de que detrás de un carácter agrio, "siempre se suele asomar un por qué".

Laura Escuela

actriz