La exposición "Pintura y poesía: la tradición canaria del siglo XX" está comisariada por Castro Borrego y Andrés Sánchez Robayna y permanecerá abierta al público en TEA hasta el 15 de octubre. "Hemos ido tejiendo un gran tapiz de símbolos", dice el catedrático de la Universidad de La Laguna Fernando Castro Borrego para sintetizar la labor desarrollada por él y el también catedrático, de Literatura, de la ULL, el poeta Andrés Sánchez Robayna, a la hora de abordar el reto que les propuso la Consejería de Cultura del Gobierno de Canarias para reflexionar sobre los signos que componen "un relato visual" de imágenes que puedan constituir un imaginario compartido por los canarios.

Castro Borrego y Sánchez Robayna abordan el encargo desde un enfoque "nunca hecho hasta ahora" en Canarias, al establecer un diálogo entre la poesía y la pintura en el siglo XX, borrando la frontera que separó la producción artística académica y la de las vanguardias. El catedrático de Historia del Arte detalla en esta entrevista las características de un proyecto que, a su juicio, "funciona como un texto", alejándose de cualquier pretensión historicista para ofrecer al público un catálogo de imágenes simbólicas en el que podría sustentarse una idea de Canarias, porque, como dijo Juan Manuel Trujillo, "Canarias se ignora e ignora que se ignora".

Después de 40 años de democracia y 30 de autonomía, ¿Esta reflexión no habría que haberla hecho antes?

Efectivamente, una exposición así tenía que haberse hecho en Canarias antes. Era una tarea pendiente y necesaria, como lo es la creación de un Museo de Arte Contemporáneo en las Islas. Hemos optado por crear dos centros de arte (CAAM y TEA) que funcionan como galerías grandes, pero no como museos. Esta es una de las razones por la que hemos hecho esta exposición. En el pasado, yo intenté articular un discurso inspirado en esta idea cuando el Cabildo de Gran Canaria me encargó comisariar una exposición de arte canario del siglo XX, El museo imaginado, Arte Canario 1930-1990, celebrada en el CAAM, de Las Palmas de Gran Canaria. Pero faltaba establecer el nexo entre pintura y poesía, que es una de las novedades de esta exposición.

¿Tan decisivo puede ser el impacto de la actividad económica sobre la cultura?

Estamos ofreciendo una imagen al exterior completamente falseada. Vendemos sol y playa, fiesta y folclore. Los intentos de reflexionar sobre las raíces han descansado exclusivamente sobre el fomento de la cultura popular, fomento interesado e instrumental que, salvo honrosas excepciones, no aporta conocimiento sino evasión y autocomplacencia. Hasta el punto de que, lamentablemente, nos hemos olvidado de cuál ha sido la aportación de la alta cultura al imaginario de las Islas. Nosotros no creemos que haya contradicción entre alta y baja cultura. De hecho, creemos que sería conveniente y necesario emprender un proceso de reflexión sobre ambas maneras de construir el imaginario insular, sin postergar ninguna.

¿Cómo enfocaron el encargo de crear o reflexionar sobre ese catálogo de la imagen material de Canarias?

Pensábamos que cualquier fundamentación de la cultura necesariamente tenía que tomar en consideración los pilares de la tradición, sus fundamentos, su genealogía. Se trataba de rastrear el origen de ciertas ideas que se estructuran como repertorios simbólicos. Y había que hacerlo investigando en el arte y la poesía del siglo XX, precisamente porque fue entonces cuando Canarias empezó a ser autoconsciente. En principio, pensamos establecer una suerte de canon canario de las artes formalizado en el siglo XX. Pero el concepto de canon, tal y como fue formulado por Harold Bloom en literatura, es harto discutible, y de haberlo aplicado en sentido estricto, nos habríamos visto abocados a buscar obras maestras que tuvieran un valor paradigmático, porque es sabido que el canon solo puede hacerse con los mejores ejemplos, y esto es complicado desde el punto de vista organizativo. Por otra parte, hubiéramos entrado en un debate estéril sobre jerarquías, órdenes y preeminencias, lo que hubiera sido un obstáculo para que las ideas simbólicas se visualizaran con nitidez

¿La brecha entre el sustento económico del Archipiélago y la creación cultural es tan grande?

En las sociedades que viven solo con criterios economicistas y utilitaristas, tal como sucede en Canarias, donde dichos valores encuentran en la economía del turismo un terreno abonado, el acervo simbólico de la tradición se halla siempre en peligro de extinción. Somos conscientes de que esta muestra "trabaja" contracorriente; pero entendemos que esta dificultad, que nosotros mismos hemos aceptado, puede movilizar la conciencia.

¿A qué conciencia se apela? ¿A la del público general, a la de los creadores? ¿La exposición tiene distintos niveles de lectura, de códigos...?

El discurso de la exposición puede llegar al público en distintos estratos y niveles. Las obras que la integran provocan al menos una reacción primaria, que tiene que ver con la perfección de las mismas obras, con su belleza; pero siendo una exposición que responde a unas claves simbólicas, tiene varios estratos o niveles de comprensión. Hemos querido seleccionar piezas potentes, sin renunciar a otro tipo de lectura subsidiaria o subyacente de las mismas. No es nuestra tarea suplir déficits en el campo de la educación. Queremos dejar a la posteridad un documento que sirva para abrir un debate

La exposición se organiza en un recorrido circular a través de varias salas. ¿Cómo se explica esta estructura?

Hemos optado por un tipo de ordenación simbólica que nunca se había hecho en Canarias. Proponemos un elenco de símbolos, por este orden: 1.- El mito. 2.- El agua y el aire. 3.- La tierra y el fuego. 4.- La luz. 5.- El signo-cuerpo. 6.- El signo-isla. 7.- La historia. Cada artista da una versión particular de esos símbolo. No es igual, por ejemplo, la visión sobre la relación tierra-fuego que propuso Óscar Domínguez en sus Paisajes cósmicos que la de Felo Monzón y César Manrique.