Una variada galería de personajes preside la amplia colección de fotografías a color que el artista cordobés Antonio Morales presenta con el título "Huellas y metáforas", hasta el próximo 30 de agosto, en el Centro de Arte La Recova de Santa Cruz de Tenerife.

Esta muestra, integrada por sesenta y ocho imágenes, refleja el singular proceso de elaboración de las diferentes escenografías, en las que recrea una serie de situaciones que hablan de las inquietudes vitales que lo embargan y propone con libertad desde un punto de vista metafórico sobre la crudeza de la vida.

"Es una colección que he ido creando en los últimos ocho años en la que propongo, a través de la recreación de unos personajes que yo creo, una serie de metáforas donde hablo de una teatralización de lo que quiero mostrar. Lo que quiero contar son conceptos muy generales, como pueden ser la infancia, la muerte, la religión... Lo que hago es una revisión de algunos conceptos que están presentes en nuestra cultura".

La obra que da a conocer este creador en Santa Cruz, que comenzó con la pintura y después se decantó por la fotografía, no es nada amable, incluso puede herir la sensibilidad del espectador que no capte que se trata de poesía visual, muy presente en la concepción casi pictórica de la mirada del autor, en la que tiene su hueco la ironía y ciertos toques casi surrealistas. Son metáforas que provocan una manera de ver la realidad desde el concepto poético.

"Son conceptos en los que le doy la vuelta a esos elementos tradicionales de nuestra cultura occidental, dando un poco que pensar en cada uno de ellos, como la utilización de animales muertos degollados hablando de lo trágico de la vida. En otra serie aparecen muñecos y propongo reflexiones sobre la infancia y su pérdida".

Morales reconoce que su idea es obligar al espectador a hacer un esfuerzo para buscar un porqué y hacia dónde quiere mirar. "No es una exposición cómoda donde la belleza sea el fin. La belleza es algo que no está presente en lo que quiero mostrar. Quiero que lo que sucede en esas imágenes remueva las tripas del espectador, sin buscar una provocación implícita, pero sí una reflexión".

Este inquieto fotógrafo es muy especial a la hora de montar la escenografía en la que quiere plasmar sus ideas, aspecto muy elaborado y estudiado, al igual que al elegir el modelo que va a personificar su mensaje.

La exposición, en general, se presenta sobre unos fondos muy sencillos, con un vestuario sin estridencias que se repite en ocasiones, unos desnudos tal cual, sin un componente de belleza y elementos muy recurrentes como pueden ser unos muñecos o una mesa. "El ochenta por ciento de la escenografía en esta obra es bastante neutra, con un fondo gris y un personaje casi central", excepto cuando sale del estudio y utiliza un paisaje natural.

Las personas presentes en sus fotografías son simples actores que representan la historia que él quiere. "No se representan a sí mismos, incluso tienen una expresión muy hierática, subrayando mucho la seriedad y casi siempre no están mirando al espectador, sino a un horizonte indefinido. No son retratos, no representan la psicología de nadie, al contrario, intento que esas personas que he utilizado me sirvan para buscar esas fuentes de expresión o ese lenguaje, en este caso particular mío, pero ninguno se representa a sí mismo en ningún caso. Quiero que los modelos no tengan casi expresión. Es una condición que les pido, que no sonrían. Eso implica que estén serios. Es una exposición hierática y distante".

Antonio

Morales

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