Es difícil, por no decir imposible, contactar con él y que no esté liado. Su estudio lo ha convertido en la base de operaciones -en "Batman Begins" sería lo más parecido a ese espacio en el que se prueban las armas con las que combatir el crimen- desde la que impulsar la próxima edición del Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife (Fimucité). Y van once. La voz de Diego Navarro desprende ilusión. La entrevista que está a punto de empezar está inundada de sueños. Unos ya conquistados, otros en camino. Semejante agitación recuerda al profesor Jones escapando de sus alumnos mientras planifica una aventura en un territorio conocido, pero que aún conserva unos cuantos recovecos ignotos que, seguro, terminarán bajo su control gracias a su tenacidad y, por supuesto, a la disciplina de su "staff" de colaboradores. ¡Comienza la cuenta atrás!

¿Volvería a inventarse de nuevo Fimucité?

Soy de los que piensan que se hace camino al andar. En ese sentido, no me arrepiento de haber iniciado este. Esa sería una respuesta con una reminiscencia a Machado, pero este festival es un monstruo muy difícil de manejar: lo tratamos de controlar con el trabajo de muchas personas, pero de vez en cuando te da algún coletazo. Le aseguro que cuando hablo de un desgaste heroico no exagero... Fimucité es una criatura hermosa a la que le hemos regalado muchísimo amor, pero también existen unos efectos colaterales que son muy complicados de controlar.

Cuando esto eche andar el próximo 22 de septiembre, qué Diego Navarro nos vamos a encontrar, ¿el director de orquesta o el gestor; hay una parte que domina a la otra?

El director de orquesta está primero, pero también está el director del festival, está el anfitrión que quiere que sus invitados se lo pasen lo mejor posible en Tenerife, está el amante de su tierra que no para de promocionar la Isla... Lo que procuro es distribuir de la mejor manera posible el tiempo para estar a la altura de lo que Fimucité nos exige. Es innegable que existe un desgaste emocional, intelectual y energético grande, pero merece la pena.

Sin querer herir sensibilidades, entiende que usted puede ser un ser "envidiado" por todo lo que ha conseguido con este festival.

Soy una persona que tiene los pies sujetos a la tierra y, por lo tanto, consciente de cada uno de los pasos que he dado hasta llegar aquí, tanto en mi carrera profesional de compositor como de director del festival... Este camino lo he construido, con ayuda de unos cuantos amigos, sin hacer daño a nadie pero es evidente que uno no puede llegar a controlar lo que otros puedan llegar a pensar, bien o mal, sobre el trabajo que estás realizando. En mi día a día no existe la envidia... Esa es una palabra bastante fea que yo prefiero desterrar. Sé que es algo a lo que recurren algunas personas en un momento dado para justificarse, pero le doy la importancia que se merece y sigo realizando mi labor discretamente.

¿Ahora es más fácil apostar por Fimucité?

Cuando logras un éxito que trasciende el ámbito local todo se hace un poco más sencillo, que no fácil. Fimucité es un reclamo internacional muy potente, pero eso no elimina las dificultades que se crean a la hora de poner en marcha una maquinaria de esta dimensión. El despliegue de horas y energía que hay que dedicarle a esta aventura es constante a lo largo de todo el año y eso solo se puede conseguir cuando a tu lado tienes un equipo de trabajo comprometido. Es verdad que ya somos una marca perfectamente reconocida lejos de las Islas, pero eso no es fruto de la casualidad. Nos sentimos orgullosos de que alguien reciba una carta o un correo electrónico de Fimucité y no tenga que preguntarse quiénes son estos. Un email de Fimucité no se queda sin respuesta y eso es un sinónimo de compromiso y eficacia con la industria musical ligada al cine.

¿Esta pregunta está medio contestada con la respuesta anterior, pero no sé si la espera ha sido corta, o ese periodo de tregua no existe de una edición a otra?

Todos sabemos que conforme nos vamos haciendo mayores el tiempo pasa más rápido, pero este es un fenómeno bastante curioso. Cuando tu vida gira alrededor de Fimucité es muy difícil encontrar la desconexión. Existe una implicación tan fuerte que las vacaciones las tienes que organizar en función del día a día de este festival. En Fimucité los tiempos son tan intensos que al final te quedas con la sensación de que todo se mezcla. El año pasa a toda velocidad y cuando te das cuenta la nueva edición ya está aquí.

¿En esta aventura se fusionan cine y música, una combinación que gusta al público, pero ya ha conseguido identificar qué parte domina a la otra?

Una de las cosas más reconfortantes que nos comenta la gente que ha decidido entrar en el universo de Fimucité es que ahora no solo ven las películas, sino que también las escuchan. Esa es la magia de un proyecto que realiza una labor pedagógica excelente. Lo que nos interesa es que nuestra audiencia valore la música escrita para la industria audiovisual, pero siempre dejando claro que esta forma de expresar arte tiene un sentido por sí misma al margen de que haya sido escrita para formar parte de la banda sonora de una película.

En el séptimo arte hay muchos ejemplos de grandes películas y mala música o grandes bandas sonoras y filmes de dudosa calidad. ¿Dónde está el punto exacto para lograr el equilibrio?

Eso es algo que se debería de cuidar mucho más. Desde mi modesta opinión creo que en Hollywood hoy existe una crisis en la música de cine. El sector hollywoodiense no está viviendo su mejor momento. Europa, afortunadamente, es otra historia. En Estados Unidos se está trabajando en base a unos clichésmusicales establecidos que no tienen nada que ver con el mundo del arte. Todo está mercantilizado y los profesionales en muchos casos trabajan con unas músicas preexistentes. Durante el proceso de edición el director y el editor escuchan las mismas escenas 300.000 veces durante el proceso de edición y cuando el director empieza a trabajar con el compositor en muchas ocasiones pretende que la música de su película suene a eso que ha estado escuchando durante semanas y meses. Lo que pasa en Hollywood tiene una explicación ligada al hecho de que están huyendo del tema central, algo que me parece un craso error ya que es un componente que yo defiendo en todas mis partituras. Eso lo que provoca es que las grandes partituras, esas que se reservan para los superhéroes, no tengan alma y al final suenan como las demás. En Fimucité siempre hemos cuidado la calidad de las composiciones. Obviamente, no le podemos cerrar las puertas a ninguna superproducción, pero aquí tenemos claro lo que es arte y lo que no lo es.

¿Eso se puede revertir?

Si bien está pasando lo que acabo de comentar, yo no quiero perder la esperanza. Esa parte central está presente en todos mis trabajos, pero también tengo claro que la música debe adaptarse a lo que la historia cuenta y a los criterios del director. Esto es como el yin y el yang, es decir, ambos extremos están muy presentes cuando decido crear la música de una película.

La acción, la aventura, la épica, el espacio... ¿Qué mundos le falta por explorar a Fimucité?

Todos esos ya han estado (ríe). Innovar es muy complicado, pero eso no significa que perdamos la ilusión por renovar los contenidos de Fimucité en cada edición. La pregunta que aparece cada vez que aparecen los créditos finales siempre es la misma: "¿Y después de esto, qué van a hacer el año que viene?". Somos exigentes y sabemos que a un público como este no le podemos dar cualquier cosa. Si tuviera que realizar un símil diría que esto es como si un amante del Aston Martin se compra el db8 y poco después anuncian la llegada al mercado del db9; uno espera que como mínimo los estándares de calidad del modelo anterior estén presentes en el nuevo, ¿no? Esa presión extra que tenemos que tener en consideración porque no se pueden repetir cosas, ni buscar soluciones fáciles. Eso supone tener que realizar un esfuerzo creativo descomunal que siempre se puede ver en la programación de Fimucité.

Un Fimucité sin primicias debe ser algo parecido a un colegio sin niños, ¿no?

Hemos planificado siete proyectos muy exclusivos, pero los dos conciertos sinfónicos de Fimucité, el "Espada y brujería", del día 29 de septiembre, y que voy a tener el honor de dirigir el 30 ("Galería nocturna de Stephen King") son creaciones específicas que aún no se han interpretado. Entrar en el gran universo musical que nos plantean las adaptaciones musicales que se han realizado a las versiones cinematográficas de Stephen King, por ejemplo, va a posibilitar que en la Isla de Tenerife se reúnan ni más ni menos que 16 estrenos mundiales en un solo concierto. Eso es una locura. Esta experiencia solo la puedes disfrutar si vienes al Auditorio de Tenerife.

¿Hay algo que se le sigue resistiendo cuando tiene que planificar una agenda?

Muchas veces no nos paramos a valorar la importancia de un elemento que siempre hay que meter en la ecuación y que tiene que ver con las agendas de los invitados de Fimucité. Esto es como mover piezas en un tablero de ajedrez en busca de una jugada maestra. Lo que sí me produce una satisfacción enorme es que las personas a las que hemos ido a buscar y todavía no han venido, no lo han hecho por problemas de agenda y no por la falta de calidad del festival. Hans Zimmer es uno de ellos, pero en la edición del pasado año tuve el honor de dirigir la "Suite de Interstellar" absolutamente aprobada por él.

¿Qué espera de la edición que se abrirá dentro de 12 días?

El sprint final lo vivimos con una gran excitación, muchos nervios y, no le voy a engañar, con alguna que otra angustia... Pero la alegría de volver a hacer un gran regalo al público anula por completo esos malos ratos. Somos conscientes de los puntos en los que tenemos que incidir y de que nos volverán a preguntar "¿Y el año que viene qué van a hacer?".