Desde el principio fue consciente de que todo el dinero que invertiría en "Un exilio: película familiar", documental que ayer se proyectó en TEA Tenerife Espacio de las Artes, lo perdería reconstruyendo las huellas de sus cuatro abuelos españoles camino de México... "A todos les costaba hablar de lo que dejaron atrás; les costaba presumir de donde venían", desvela el cineasta Juan Francisco Urrusti en los primeros escarceos de una conversación que nace en el parque García Sanabria. "En esta película no está el otro bando porque esa fue una decisión que tomé de forma deliberada", asegura uno de los invitados del XI Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife (Fimucité).

¿Cómo decidió embarcarse en esta aventura?

Los primeros esbozos del proyecto se remontan a 1980. Este no era un asunto tabú del que no se hablaba en casa, pero tampoco se alardeaba demasiado. Mis abuelos llegaron a México en barco en 1939. Antes se había producido un envío masivo de niños procedentes de Madrid, Barcelona, Bilbao... Llegué a acumular nueve horas de testimonios, pero lamentablemente perdí dos.

¿Qué ocurrió para que decidiera que ese material había que divulgarlo?

Nunca hubo un interés en que eso ocurriera, pero me dieron una beca del SNCA y decidí que esta era una buena oportunidad para reconstruir esta historia. Ellos se vinieron, como dicen por aquí, con una mano delante y otra detrás y no había un gran fondo audiovisual... En ese punto me encontré con un problema que en realidad eran dos. El precio del material existente era excesivamente caro y, además, estaba muy mal clasificado. Los archivos de TVE no los podía pagar y los otros estaban en manos de gente que no tenía ni idea de la información que manejaba: se confundían datos republicanos y franquistas, no sabían los nombres de los generales, trastocaban los hechos... ¡Un desastre!

La esencia de esta aventura es una homenaje a sus antepasados, ¿no?

Cuando empecé a recopilar la información mi único pretexto era que los míos conocieran de primera mano dónde están sus raíces, pero en el momento en el que empecé a montar el documental el objetivo era relatar unos sucesos históricos que creí conveniente mostrar porque cuando uno olvida los recuerdos la historia se repite...

Su mirada como cineasta es interior, un cine de raíz donde la tradición manda.

Todas mis películas anteriores reflejaron la realidad de las comunidades indígenas en México, la mirada de un grupo desde una cultura diferente a la que está retratada. En este caso quise poner esa mirada sobre mi propia tribu, los que llegaron a México procedentes de Madrid, Barcelona o el País Vasco. Traté de contar esta historia con cierto desapego, pero siendo consciente de que las personas con las que hablaba eran mis padres, abuelos y otros familiares. Sabía que la mía podía ser el reflejo de las familias que se generaron a partir de las más de 20.000 personas que llegaron a México procedentes de España.

Este es un modelo alejado de lo comercial, ¿un cine utópico?

Lo utópico no vende y hay muy pocos festivales que se atrevan a proyectar un documental de 124 minutos. La gente va al cine porque quiere olvidar los problemas y tampoco quiere que otros le cuenten los suyos... Esta es una cinta anónima, de gente corriente, a la que yo recurrí para saber qué les hizo la guerra y cómo sobrevivieron.

¿El género documental es la vía más directa para denunciar?

¿No sé si llamarlo denuncia o protección de la memoria? En México, por ejemplo, yo no conozco una fórmula mejor para contar la verdad que nos ocultan los políticos y los grandes grupos empresariales. El documental tiene que ser reactivo y, sobre todo, muy crítico.

¿Pero eso no da dinero?

Cierto (ríe)... Cuando yo hacía cine uno de mis abuelos me preguntaba: "¿Cuándo vas a hacer una película de verdad... Con actores, decorados y todo eso?

¿Este trabajo puede dejar heridas abiertas?

Me interesa saber lo que el documental les dice a unos y lo que no les dice a otros... En esta película no está el otro bando porque esa fue una decisión que tomé de forma deliberada. Hay una frase que sé que no va a sentar bien, pero está y no la quité porque hubiera falseado la realidad de un grupo de personas que soportó bombardeos y hambre por defender sus ideales republicanos... Los que salen en esta película son antifranquistas, los otros controlan casi todos los medios.

¿A qué frase se refiere?

A una de José de la Colina, colaborador de Buñuel, que reitera que "sigue pendiente el fusilamiento de Franco".

Los abuelos, padres y una tía del realizador mexicano Juan Francisco Urrusti son testigos directos de un documental en el que hay testimonios de anarquistas, comunistas y socialistas. "Aquellos eran otros socialistas, no los que hay ahora", advierte en un tono jocoso sobre un trabajo en cuya espina dorsal aparece un homenaje a su familia. "Un exilio: película familiar" (2017) ya se ha proyectado en Valencia y en los próximos días se verá en Girona. "Yo he ocultado que este es un trabajo fundamentado en unas circunstancias que vivieron personas de mi entorno, pero también reconoce cómo le cambió la vida a más de 20.000 personas que huyeron de España a México entre 1936 y 1939", añadiendo que tardó unos seis años en dar forma a un audiovisual en el que existe un agradecimiento a la hospitalidad del pueblo mexicano y cómo los exiliados resetearon sus vidas lejos de España.