Su día a día transcurre en la misma franja horaria del lugar en el que hoy y mañana pondrá en escena "La respiración". La actriz Nuria Mencía (1972) atiende esta llamada desde su residencia en Lisboa, capital en la que vive a caballo con su Madrid natal. "Me enamoré y decidí venirme, pero yo me considero ciudadana del mundo", asegura la ganadora de un Premio Max por su papel en la obra que dirige Alfredo Sanzol. "Al final da un poco igual dónde vivas porque todo gira en torno a dónde haces las cosas", incide antes de someterse a un corto "interrogatorio".

¿Cómo es "La respiración"?

Es una función muy bonita y, sobre todo, esperanzadora. Creo que el teatro y el arte deben unirse para servir a un bien común y social. Precisamente, este montaje habla de alguien que está hecho polvo que tiene que salir del agujero. El papel que yo interpreto (Nagore) es el de una mujer que está separada desde hace un año y que está sufriendo una depresión. La gente que vaya al teatro se puede sentir identificado con momentos puntuales de su vida.

¿A qué se refiere exactamente?

A esos instantes en los que necesitas luz de los demás para escapar de un agujero.

Momentos difíciles como los que se viven estos días en España, ¿cuál es su análisis sobre la tensión que existe entre Cataluña y el gobierno central?

Yo vivo en Lisboa, pero mi cabeza está en muchos sitios. El sábado pasado, por ejemplo, hicimos una función muy bonita en Viladecans. La tensión que hay en España se arregla hablando y escuchando, algo que nos cuesta a todos.

Usted es una actriz polifacética, ¿las oportunidades aumentan cuando se dominan varios lenguajes como el teatro, el cine o la televisión?

El teatro siempre me ha dado de comer. Si hubiera esperado al audiovisual aún estaría sentada en una silla. He hecho pelis maravillosas y series en televisión de las que me siento orgullosa, pero hay que aceptar que a pesar de que a mí me encantaría trabajar en todo, no todos los actores y actrices podemos trabajar en todo.

¿Eso es algo que hay que saber asumir?

Es algo que forma parte de este oficio... Yo creo que se pueden combinar las tres facetas, pero hay cuestiones que no dependen de un intérprete, su capacidad escénica o el arte... En España se valoran otras cosas antes que el talento. Eso no quita para que me sienta muy feliz con el público de mi país. Ellos son los que llenan los teatros en los que actúo los fines de semana, el futuro y el que hace que la cultura siga latiendo.

Pero el teatro parece que tiene una ligera ventaja, ¿no?

Yo soy muy feliz interpretando, pero debo reconocer que el teatro me ha dado mucho -una de esas recompensas es un Premio Max después de cuatro nominaciones-, pero cuando hablo de que el teatro me ha dado de comer lo digo desde el punto de vista espiritual. El teatro ha sido el mejor alimento para mi alma.

¿Está satisfecha de los pasos que ha dado?

Sí, de cada uno de ellos... Yo necesito creer en lo que estoy haciendo para subirme a un escenario. En ese sentido, entiendo que el teatro es como una carrera universitaria. Por eso no me importa esperar un tiempo si al final aparece algo que realmente me interesa. Esa es mi libertad como actriz.

¿Sigue pensando que el papel de Nagore en "La respiración" ha sido un regalo?

Alfredo Sanzol (ganador de un Premio Max por "La respiración") ha escrito un papel maravilloso que bien podría ser interpretado por una mujer o un hombre. Este es un regalo porque el público comparte mis miserias, pero también se mea de risa. La risa es el gran catalizador de nuestras vidas.

Funciones: 13 y 14 de octubre.

Lugar: Teatro Guimerá de S/C de Tenerife.

Hora: 20:30.