Con "Niebla en Tánger", trama que le dio la condición de finalista en la última edición del Premio Planeta de Novela -certamen que conquistó Javier Sierra con "El fuego invisible"-, se enfrenta al mayor reto literario que ha acometido en su ascendente carrera como escritora. "Esta es una gran oportunidad para ganar lectores", asegura la autora de una historia que ayer se puso a la venta en España. "No voy a renunciar a lo que hice hasta llegar aquí, pero es evidente que estoy ante un escenario atractivo pero, a su vez, desconocido", cuenta la abogada madrileña Cristina López Barrio (1970). "Cuando la historia que escribes cobra vida propia hay que poner distancia con ella y dejar que vuele en solitario", aconseja la artífice de "Tierra en brumas".

¿Ser finalista del Planeta puede crearle una presión añadida a la hora de buscar una idea para su siguiente libro?

Ya la sentí después de ver toda la expectación que se generó con "La casa de los amores imposibles" y es probable que aparezca a partir de ahora. No me asusta la presión que puedan ejercer los lectores, aunque sí el hecho de que no logre poner el espacio necesario que debe de existir entre el escritor y los personajes a los que recurre en una historia.

¿Se ve con fuerza y, sobre todo, capaz de mover esos hilos?

Esa parte no es nueva... Cuando la historia que escribes cobra vida propia hay que poner distancia con ella y dejar que vuele en solitario. Lo que dice Javier (Sierra) sobre dónde nacen las ideas me recuerda muchísimo a una cita de García Márquez que ronda ese misterio. Es un autor que me inspira y necesito su belleza y música literaria para adentrarme en uno de mis proyectos. Las buenas lecturas aclaran los pensamientos.

¿Con qué García Márquez está más identificada, con el que dio vida a "La hojarasca" y "El coronel no tiene quien le escriba", o la versión más cercana?

Es cierto que "Memoria de mis putas tristes" no habita en el universo de Macondo, pero Gabriel García Márquez es un autor que atrapa mi curiosidad de principio a fin. Me encanta la música clásica y hay composiciones, como es el caso de "El lago de los cisnes", que provocan una sensación de éxtasis similar a cuando leo a Gabo. Esa capacidad que tienen muy pocos autores de llevar al lector a un estado de trance es algo que vale la pena experimentar al menos una vez en tu vida.

La mujer siempre ha sido uno de los ejes de sus novelas, ¿pero por la labor de explorar otras escenografías?

Ese es un gran reto (ríe)... Probar nuevas escenografías literarias y crear estructuras que hasta la fecha no he experimentado son dos atractivos que debo añadir a las historias que están por venir. Ese riesgo está presente en "Niebla en Tánger", donde el punto de partida es un cuento de Julio Cortázar ("Continuidad en los parques") que tomo como ejemplo para jugar con el lector.

Buscar aproximarse al mundo de la metaliteratura a partir de un autor tan poliédrico como Cortázar es un gran riesgo, ¿no?

No hay autores más difíciles que otros, pero algunos se adentran en unos territorios que están reservados a creadores con una mirada especial. Si no hay una complicidad entre el escritor y el lector es muy difícil explorar universos que inicialmente pueden generar una situación de rechazo, pero que una vez comienzas a conocer te generan una sensación satisfactoria.

¿Pero la metaliteratura muchos lo ven como un sinónimo de frialdad o distancia?

Esa es una palabra que te tira para detrás más por su sonoridad que por su contenido. Al buen lector no le asusta conocer los misterios que hay en la creación: eso es metaliteratura. Esa es un arma que usé en "Niebla en Tánger" para flirtear con el lector a través de la incógnita de no saber si el personaje que estás creando puede llegar a cobrar vida o no. Transitar sobre el alambre que separa la fantasía de la realidad es un punto clave para llegar a comprender qué es lo que quise hacer en esta novela.

Hay dos profesionales, la abogacía y el periodismo, que suelen tener una exitosa segunda vida en el ámbito literario. ¿Hay alguna explicación, a su juicio, que justifique esta teoría?

Ambos oficios se unen a través de la palabra y eso es algo que sirve para crear mundos imaginarios. Los periodistas tienen que contar historias a diario y los abogados deben dominar la palabra para llevar su defensa al mejor escenario posible. La palabra es un arma de poder que domina a la sociedad.

¿Hay algún personaje de "Niebla en Tánger" que podría sobrevivir en otros libros que ahora solo están en su imaginación?

Yo creo que no (silencio)... Esta es una trama que había estudiado durante mucho tiempo y, por lo tanto, he querido contar una historia muy catártica. Todo lo que he sentido durante el proceso creativo ha acabado en estas páginas.

¿Y está buscando ese acompañante que suelen perseguir casi todos los escritores?

No lo sé... Hay mujeres en "La casa de los amores imposibles" o en "Tierra en brumas" a las que le podría dar una segunda oportunidad, pero esa es una posibilidad que no contemplo en estos momentos. Es cierto que existen personajes que he interiorizado tanto que me cuesta mucho desligarme de ellos, pero escribir es un ejercicio que requiere tener un gran espíritu de aventura. Abrir etapas nuevas conlleva aceptar que hay aciertos y errores. Crear una novela es un ejercicio complejo en el que inviertes un capítulo importante de tu vida.