Meredith Miller es una arquitecta americana cuyo trabajo explora las interacciones de la arquitectura, los entornos y la vida urbana. Es profesora en la Facultad de arquitectura y planificación urbana Taubman de la Universidad de Michigan. Estudió en Virginia y Princeton.

Realiza en su trabajo de investigación una reflexión crítica sobre la arquitectura, la producción de materiales y el ecologismo, y utiliza en sus diseños componentes bioplásticos cocidos a partir de ingredientes cotidianos. Su proyecto "Bioplásticos!" plantea una investigación sobre este material para formular un enfoque nuevo de la práctica del diseño muy contemporáneo.

Mientras que la palabra plástico fue una vez sinónimo de abundancia barata y al alcance de todos, estética pop-futurista y una carrera prometedora, la palabra bioplástico podría ser hoy su equivalente, pero con menos glamour inicial. Los bioplásticos son un material similar al plástico mezclados con la apariencia reconfortante del ecologismo: es bueno para el planeta y a la vez nos permite mantener nuestros malos hábitos.

La aparición de los bioplásticos no ha ocasionado una gran pasión en la arquitectura. Esto no solo se debe a su inestabilidad como material estructural, ni a la calidad buscada en los materiales de construcción, sino sobre todo porque sus ventajas medioambientales han sido ampliamente cuestionadas. El estado incierto de los bioplásticos como "naturales" o "sintéticos", como una innovación bienvenida o una triste sustitución, puede tener un paralelismo en la forma en que percibimos la materialidad de la arquitectura en un momento de creciente ansiedad ecológica. Aunque a Canarias esta ansiedad no ha llegado aún.

Lo que esta arquitecta hace es como una investigación territorial, donde examina los paisajes, las técnicas y los significados de la fabricación de polímeros a base de plantas en el Medio Oeste; a través de la investigación de materiales, el proyecto prueba el potencial de diseño de varios biopolímeros cocinados a partir de ingredientes cotidianos y trata a la vez de contestar a un montón de preguntas: ¿qué cuenta exactamente como bioplástico? ¿Debe ser 100% derivado del material vegetal para obtener la designación de "bio-", o se permiten los agentes sintéticos? ¿Todos los plásticos incluidos en esta categoría son compostables? ¿Biodegradables?

Uno de los proyectos más interesantes de Miller fue Compositing Territory un proyecto experimental que surgió de la curiosidad de la misma sobre la creciente industria de los ecoplásticos: sus variaciones misteriosamente codificadas, sus materiales de origen y aditivos, sus méritos ambientales relativos y las condiciones culturales en torno a su evidente popularidad. Nos satisface que nos digan que la tapa del café o el recipiente de comida que estamos utilizando se originó en un campo de maíz del Medio Oeste, y nos alivia creer que desaparecerá, ¿pero es así?

Para encontrar los potenciales latentes de los bioplásticos contemporáneos el proyecto de Meredith Miller organizó el ciclo de vida completo de la producción y descomposición de bioplásticos, desde la fabricación hasta la eliminación. Este proceso involucró algunas técnicas poco habituales para un arquitecto, tales como cocinar una ingente variedad de recetas, formar sustancias fundidas en diversas formas y observar su descomposición bajo diferentes condiciones ambientales y materiales.

Factores ambientales como la temperatura ambiente, la luz solar directa, la humedad y el viento introdujeron complejidad tanto en la producción como en la posterior estabilidad del material. En lugar de tratar de frenar estos agentes ambientales, permitieron una especie de retroalimentación y de ahí surgieron nuevos diseños en los que el medio ambiente se convierte en coproductor de una experiencia arquitectónica. Y de ahí, estas investigaciones llevaron a esta arquitecta y su equipo T.E.A.M. a otros diseños que utilizan materiales reciclados de todo tipo que están ahora expuestos en la Bienal de Arquitectura de Chicago.