Las canciones de Dorian tienen una cara oscura, casi gótica; otra más luminosa, más pop; y una parte escapista, con personajes que vagan buscando su lugar en el mundo; y las tres están reflejadas en el libro que acaba de publicar la banda catalana.

Cinco ilustradores reinterpretan estas tres facetas del universo de la formación en "Dorian. Armas para volar", una publicación que también incluye textos escritos por el compositor, Marc Gili, en los que hace un "striptease emocional" y arroja "un poco de luz" sobre el significado de las canciones y el momento personal y profesional en el que fueron compuestas.

El libro narra los difíciles inicios de la banda en el ambiente ''underground'' de la Barcelona de 2004, donde nacieron himnos generacionales como "Cualquier otra parte", su posterior traslado a Madrid, "cuando el estallido de lo ''fashion'' en Barcelona", y su salto a Latinoamérica a partir de 2009, "un continente fascinante que tuvo una gran influencia en el disco ''La velocidad del vacío''", según cuentan en este volumen.

Un recorrido vital y profesional que ha dado alegrías y sinsabores a los miembros de Dorian y, sobre todo, les ha hecho crecer personal y musicalmente, y tener una mirada propia del mundo, que su seguidores aprecian.

"La gente nos pregunta mucho qué significa una canción, qué pensamos de esto y de aquello, qué hay detrás. Las letras de las canciones, el contenido, es importante para nuestros seguidores", aclara Belly Hernández, piano, teclados, programaciones y alma de Dorian.

Acostumbrado a responder a preguntas de sus seguidores con sinceridad, Marc se lanza sin tapujos a opinar sobre el conflicto político que se está viviendo Cataluña y que le toca muy de cerca.

"Ha habido un error de enfoque total", asegura Gili, que se remonta a la sentencia del TC sobre el Estatut de 2006 para explicar "el malestar que hay en Cataluña y que fue instrumentalizado por CiU para crear un cortina de humo alrededor de los casos de corrupción que afectan su partido, y también instrumentalizado por el gobierno central para sacar rédito electoral en el resto de España".

"El tema de la independencia lo han usado unos y otros como arma arrojadiza, se ha creado un malestar general bestial y, a lo tonto, llevamos tres años sin hablar de mejoras sociales y sin plantearnos en que nos equivocamos para desembocar en la crisis de la que todavía no hemos salido", concluye.

La cara se le ensombrece a Marc Gili cuando toca este tema y se le vuelve a iluminar cuando se refiere a su próximo disco, en el que ya lleva ocho meses trabajando y que saldrá a la venta la próxima primavera.

"Es un regreso a la electrónica -explica-, en el que estamos aplicando las nuevas tecnologías musicales a nuestra música, como ya hicimos en ''La ciudad subterránea''".

Después de "La ciudad subterránea" (2009), llegó "La velocidad del vacío" (2013), y desde entonces no han vuelto a publicar ningún disco con temas nuevos, sino que han pasado una larga temporada de reflexión, en la que han publicado una álbum de sus temas más emblemáticos en clave acústica, un disco en directo y el libro que ahora presentan.

Este libro les ha enfrentado con el pasado "de una manera más profunda que los dos discos", porque han tenido que recordar cómo se sentían y dónde estaban cuando componían las canciones.

A pesar del esfuerzo de rebobinar qué significa el libro, Dorian no es una banda nostálgica, aseguran sus miembros, sino que lo suyo es mirar hacia delante, pero "ha sido muy revelador recordar cuando nadie nos hacía ni puto caso y teníamos que recorrer discográficas después de pegar carteles para una inmobiliaria".

"Ahora mismo nos sentimos afortunados -concluye-. Tuvimos unos inicios duros, en los que íbamos a contracorriente de la música que se hacía en España, y de la música comercial ya ni te digo, pero llevamos diez años ganándonos la vida con la música y somos conscientes de que pocas bandas en España han logrado hacer una trayectoria profesional al margen de las multinacionales como hemos hecho nosotros".