El cubismo del mexicano Diego Rivera, inspirado por el París de principios del siglo XX, y el surrealismo de franceses como Guillaume Apollinaire, atraídos por la Revolución Mexicana, recrean el intercambio cultural y artístico entre ambos países en la primera mitad del siglo pasado.

"Era un movimiento revolucionario que ponía en cuestión todo lo que en el arte ya había sido dicho o hecho. No sacralizaba nada", escribió Diego Rivera sobre el cubismo en "My Art, My Life" (1960), un movimiento al que se "rindió" en París, donde residió cerca de 12 años.

El pintor, fascinado por el postimpresionismo de Paul Cézanne y el fauvismo de Henri Matisse, ambos franceses, se "apropió" de estas tendencias en su vuelta a México en 1921, y, con su pasado precolombino como referencia, inició la escuela muralista, hoy una de las protagonistas de una muestra en Lyon (este de Francia).

"Los Modernos. Diálogos Francia-México" destaca, además, algunas de las obras de su esposa, la célebre Frida Kahlo, como "Autorretrato en la frontera entre México y Estados Unidos" (1932).

Los surrealistas franceses, por su parte, cautivados por el contexto de efervescencia sociopolítica y cultural en México durante y después de la Revolución (1910-1920), y escapando de los nacionalismos que entonces acechaban Europa, hicieron de este lejano país, de su imaginario y de su cultura, sus fuentes de inspiración.

La directora del museo y comisaria general de la exposición, Sylvie Ramond, explicó, en unas declaraciones a Efe, que "''Los Modernos'' revela la admiración que se profesaban entre ellos los distintos artistas".

Ramond no esconde su preferencia por los artistas mexicanos, que "supieron adoptar el lenguaje de las vanguardias francesas, dotándolo de una ''mexicanidad'' y haciéndolo propio".

La exposición alberga, además, un espacio para fotógrafos de la talla de Henri Cartier-Bresson y Manuel Álvarez Bravo que, en palabras del comisario de esa área, Jacques Damez, destacan por su "potencia y energía".

"La fotografía no es sólo un discurso o escritura, sino que tiene un soporte y un espacio que revelan su calidad plástica", añadió el también fotógrafo Damez.

Las comunidades indígenas, la aceleración del mundo moderno y su confrontación con la tradición centran las fotografías de los mexicanos Pablo Ortiz y Graciela Iturbide, expuestas también en esa muestra, que estará abierta hasta el 5 de marzo.

La ruptura y el mestizaje entre los artistas mexicanos y franceses protagonizan la exposición, que recorre el arte contemporáneo de principios del siglo XX y que acoge el Museo de Bellas Artes de Lyon.

Este edificio, un convento construido en el siglo XVII en pleno centro de la ciudad, alberga las más de 300 obras que componen "Los Modernos", entre cuadros, esculturas, cerámicas, objetos y un centenar de fotografías.

Una muestra que en su paso por el Museo Nacional de Arte (MUNAL) y el Museo de las Artes de Guadalajara (MUSA), ambos en México, en 2015 y 2016, respectivamente, ya recibió cerca de 220.000 visitantes.