Su voz es pausada y rítmica; el timbre, claro, casi un susurro. La soprano Emma Kirkby, una referencia en el campo de la música antigua y barroca, interpreta mañana, jueves, acompañada de la Orquesta Barroca de Tenerife (a las 19:30 y en el Auditorio de Tenerife), el concierto titulado "Natalle all''italiana", un hermoso retablo sonoro programado dentro del Festival de Tenerife. En el salón de actos de la Academia de Bellas Artes su cadencia fue desgranando paz.

¿Qué razones movieron a una estudiante de Clásicas de la Universidad de Oxford y maestra de escuela a dedicarse al canto?

Realmente no fue una decisión mía; me llegó. Estando en la Universidad me encontré con que la gente cantaba con mucho gusto y por placer. Estudiaba Clásicas y me vi envuelta en ese mundo maravilloso. Al final me dediqué al canto por vocación y fue en ese momento cuando descubrí la polifonía renacentista que ha sido muy importante para el desarrollo de mi carrera. Nunca me planteé ser solista; siempre había cantado en formaciones de cámara, manteniendo una especie de conversación con los músicos.

Su instrumento, aunque pequeño en volumen, destaca por su calidad. ¿Se trata solo de una cuestión técnica?

En el Conservatorio te piden una voz prominente, potente, y la mía sonaba diferente. Interpreto junto a instrumentos antiguos, y a partir de ahí se genera un diálogo que conduce al equilibrio. Mi voz está más cercana a lo hablado, en diferencia con la ópera, donde la proyección es mayor. Es una cuestión de adaptación a los compositores y a mí me van bien los que escriben música antigua, que realmente requieren una voz más limpia, más serena. No me podría acomodar a otros compositores cuyas obras requieren un volumen más elevado.

¿Cómo se consigue empastar la voz con los instrumentos antiguos?

Por las características de mi voz, empasto muy bien con los instrumentos antiguos. Esto no me pasa con los modernos, con los que se hace necesario establecer una especie de pacto con los instrumentistas, que deben ser muy buenos ejecutantes, para que la voz luzca. Para mí representa algo natural. En este aspecto resultó decisivo el contacto que establecí, desde muy joven, con los instrumentos antiguos; me manejé con ellos de manera cordial y cercana. En los Conservatorios este tipo de música se suele interpretar acompañada por el piano, pero realmente no es lo que el compositor está buscando. Considero que se tendría que abrir a los jóvenes a nuevas sonoridades de la música antigua. Cuando estás cantando con instrumentos históricos, la respuesta del solista resulta instintiva y la voz sale de forma empaquetada en consonancia con el sonido de estos instrumentos.

De usted se dice que representa la pureza y el rigor estilístico.

Mi voz sola no resulta interesante, lo es por cómo se relaciona con los ambientes, las diferentes acústicas y los distintos instrumentos. Es muy pura y muy clara, pero requiere de instrumentación para lucirse en toda su dimensión. El texto que pronuncio representa algo importante y fundamental para mí y resulta relevante para lo que canto. A los jóvenes artistas les insisto en que se debe guardar respeto al texto, tener una buena dicción, pero siempre inculcándoles que cada uno debe desarrollar su propio estilo. Cuando interpretas, todo el cuerpo se involucra en los que estás diciendo y, como cada cuerpo y cada voz es distinta, no debe buscarse la imitación, sino la autenticidad.

El conjunto, la claridad y la serenidad son valores que definen su estilo, por encima del volumen y la exhibición. ¿Acaso la música clásica se ha contaminado con los vicios de otros géneros?

Hoy en día muchos cantantes utilizan un micrófono y, al fin y al cabo, están comunicando un texto. Es verdad que a mitad del siglo XIX se estableció una diferencia entre una música con un volumen de nivel hablado, hasta que surgió Richard Strauss con su canciones y dijo aquello de que si se apreciaba el 40% del texto no pasaba nada, porque lo importante era la belleza musical. Ese concepto permaneció hasta mediados del siglo XX y luego se recuperaría la música con su contenido histórico.

¿Qué destacaría del programa que interpretará mañana con la Orquesta Barroca de Tenerife?

En este concierto, por ejemplo, vamos a escuchar una cantata de Scarlatti. La mayoría de los compositores que integran el programa son naturales del sur de Italia y allí se afinaba con un tono más bajo que en el norte. Eso va muy bien a mi registro de voz hablada. Estoy muy agradecida a la orquesta barroca por interpretar este repertorio. ¡Y no cantaré toda la noche! (Ríe). Habrá momentos en el que el protagonismo será de la orquesta. Se da así un nuevo aliento musical, para luego volver a la voz con más energía. Siempre les aconsejo a los jóvenes que no interpreten un programa donde canten durante todo el tiempo, sino que le den importancia a los instrumentos.