A pesar de haber nacido por accidente en Tijoco (Adeje), Melchor Núñez Pérez (1951) se siente lagunero hasta la médula. Este sentimiento y las "injusticias" históricas que se han cometido para él contra la Ciudad de los Adelantados le han animado a escribir "La Laguna. Patrimonio de la transición", presentado recientemente en la Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife (RSEAPT). Estuvo arropado por la exrectora de la Universidad de La Laguna Marisa Tejedor y José Carlos Alberto, también exrector, además de director de la RSEAPT.

Este profesor de biología y político propone en las más de trescientas paginas del libro publicado por Ediciones Idea una serie de reflexiones sobre importantes cuestiones que han definido el acontecer de Aguere.

El gran papel jugado por La Laguna en los cambios habidos en la sociedad canaria desde la conquista, el pleito "intercapitalino", para él mal llamado "insular", la división y "capitalización" de la Universidad de La Laguna o las consecuencias de la muerte del estudiante Javier Fernández Quesada hace cuarenta años en las escalinatas de acceso a la Universidad, ocurrido unos años antes de la aprobación de la Constitución de 1978 (la presentación del libro coincidió con el cuarenta aniversario de su muerte), son algunos de los asuntos tratados en este ensayo.

"Este libro es una reflexión sobre el papel de La Laguna en la historia de Canarias, no solo en la transición democrática. Se podría haber titulado mejor La Laguna, patrimonio de las transiciones, porque me refiero a tres fundamentalmente".

Desde su punto de vista, la primera transición en la que jugó un papel importante La Laguna fue la de la sociedad aborigen a la nueva sociedad surgida tras la conquista. "Antes de fundarse fue el lugar donde se celebró la batalla decisiva en la conquista de Tenerife, casi la culminación de la conquista de Canarias". Utiliza el mural que pintó Mariano de Cossío en la iglesia de Santo Domingo de Guzmán para explicar la conformación de esa cultura popular canaria.

La segunda la sitúa en el paso del Antiguo Régimen a la Modernidad en el siglo XVIII. "Fue la intelectualidad, la elite de La Laguna, los ilustrados, la RSEAPT y otras iniciativas de este tipo, la misma Junta Suprema, la que promovió esos cambios. Al mismo tiempo, como consecuencia de ese cambio, la actividad económica y política se desplaza de La Laguna hacia los puertos, léase Santa Cruz y Las Palmas. La Laguna entra en una tremenda decadencia a lo largo del siglo XVIII".

El último gran cambio de la Ciudad de los Adelantados fue el tránsito de la dictadura a la democracia, periodo en el que hubo tres muertos en Tenerife, tema sobre el que ofrece algunos datos inéditos.

"Tuvo un peso específico, sobre todo la universidad. De hecho, el primer Estatuto de Autonomía, claramente de vocación democrática, se elaboró en la Universidad de La Laguna, además del papel que jugó el movimiento de estudiantes y profesores, que influyó en el conjunto de Canarias. Lo hace porque la universidad es un lugar de encuentro de jóvenes de toda Canarias y coincide con un momento de gran efervescencia cultural y política, de ansias de cambio".

A pesar de que las reflexiones planteadas por Núñez en su libro están relacionadas con la política y la sociedad, todo está tamizado por un punto de vista muy subjetivo. "Lo hago desde la memoria de la niñez y la juventud, recorriendo las calles, las plazas... Me remito mucho al espacio físico de La Laguna y lo enlazo con los acontecimientos históricos".

También reconoció que este ensayo tiene unas connotaciones culturales porque se mete en el ámbito de los argumentos que han justificado La Laguna como Ciudad Patrimonio de la Humanidad, título que para él se lo merece, aunque también critica con una visión constructiva algunos aspectos de lo que no se ha hecho hasta ahora.

"La Laguna tiene unos valores que justifican su reconocimiento, no solo visibles, sino históricos. Se han hecho cosas muy buenas, se ha mejorado mucho, pero hecho de menos que en estos 18 años no se haya organizado un sistema de talleres que se dediquen a la rehabilitación de la piedra, por ejemplo, o que no se haya resuelto el problema del Palacio de Nava, que sigue siendo un edificio cerrado y sin un uso definido, el tema de la iglesia de San Agustín o la casa del padre Anchieta. Se ha debido hacer mucho más en todos estos años".

Uno de los temas más sangrantes sobre los que reflexiona Melchor Núñez en su trabajo es la división de la Universidad de La Laguna (ULL). "Siempre concibo las cosas desde un punto de vista polemizador en el buen sentido de la palabra. Aunque parezca que llega a destiempo, me gusta discutir sobre el gravísimo error que supuso la división de la Universidad de La Laguna. Quiero recuperar esa discusión".

Él defiende la idea de que La Laguna fue la gran perdedora del pleito insular, que para él es "intercapitalino, una confrontación entre Santa Cruz y Las Palmas, aunque a ambos les interesa comprometer a sus respectivas islas y a todas en ese pleito".

Asimismo, aludió a la pérdida de la capitalidad de Canarias cuando se crearon los cabildos, momento en el que tampoco se la consideró capital en Tenerife.

"Al final se la castiga, entre comillas, con algo que nunca debió tocarse, que era La Laguna como ciudad que centralizaba, impulsaba y coordinaba el sistema universitario".

Núñez cree que no se respetó el acuerdo que había cuando se dividió la provincia en el año 1927, en el que se contemplaba la refundación de la ULL como compensación a la referida división.

"En los años 80 se rompió ese pacto en perjuicio de La Laguna. Comprendo que la ULL no se había desarrollado suficientemente en el conjunto de Canarias, pero era algo que se podía y debía haber hecho, en lugar de precipitar la fundación de la otra universidad. Al final, lo que se ha hecho es provincializarse. No tenemos un sistema regional, sino dos provinciales, pequeños y seguramente peores de lo que hubiera sido una única universidad canaria con dos campus".

Por último, aseguró que "La Laguna podría aspirar en el futuro a jugar un papel de distensión en ese conflicto interprovincial que no se ha acabado todavía. Que promoviera la idea de que las ciudades, en lugar de competir, tienen que complementarse y especializarse sin ponerse continuamente zancadillas unas a otras".

Melchor Núñez Pérez

profesor de biología y político