Vuelve Mat Fernández. Su mentor, el novelista tinerfeño Javier Hernández, está convencido de que a su personaje fetiche le llamaría más la atención ver tendidas unas bragas en un balcón del turbio barrio barcelonés de El Raval que la danza hipnótica de una estelada bajo la vigilancia del artículo 155. Mat es el de siempre, es decir, el investigador arisco que se dejó ver en "Un camino a través del infierno" y en "Los ojos del puente". "Me siento en paz con él", confiesa el autor que ha alargado la vida de Fernández en las páginas de "Nunca bombardees Pearl Harbor" (M.A.R. Editor). "No pienso matarlo, el día que lo haga yo estaré muerto", refuerza el también comisario del III Festival Atlántico del Género Negro.

Mat Fernández continúa transmitiendo a los lectores ese sentido del humor socarrón que es capaz de arrancarte una sonrisa en las peores circunstancias. "He querido proyectar una huida hacia el interior del personaje, un viaje al alma de un ser al que le van a llover tiros emocionales por todas partes... Ya me han dicho que pocas personas son capaces de soportar el enorme maltrato al que lo someto", avisa un autor que insiste en dar mucho protagonismo a las mujeres. "Algunos lectores solo se quedan en Mat, pero en mis libros ellas tienen un rol importante".

Amante del deporte, Javier se refugia en el cuadrilátero para comparar el eje de esta trilogía de la redención con un boxeador que está recibiendo una cuerada, pero que no termina de rendirse. "Él sabe que está siendo castigado y, probablemente, es consciente de que nunca podrá ganar ese combate, pero puestos a perderlo, él va a hacer todo lo posible para que no sea por un KO técnico".

El inductor de la trama que se oculta en "El sueño de Goslar" (Ediciones Idea) usa la histeria social que envuelve el "procés" como apoyo de una gigantesca escenografía dominada por un concepto que está de moda: la postverdad. "Dentro de la teoría de la conspiración se asevera que una mentira se rodea de un 98% de verdad. Eso es lo que la hace creíble", percute el también abogado santacrucero. "Lo que me transmite el pulso de Cataluña es que lo que está pasando allí se puede trasladar a Canarias en poco tiempo, solo es necesario manipular un poco la realidad para generar algo de confusión. ¡Las mentiras siempre sobreviven!".

El también autor de "Mientras mueres" considera que "hacer las cosas siguiendo siempre el mismo guion acaba generando un estado inerte que no favorece una situación de cambio. Igual que en su día en España cayó la dictadura y emergió el postfranquismo, en estos momentos se impone uno de esos ciclos de ruptura o agitación", remarca antes de puntualizar que "poniéndome las gafas de periodista aprecio que existe un interés por confundir los movimientos ciudadanos con la política. Lo primero debe quedarse al margen de lo segundo, pero eso no significa que la política no se haga eco de esos movimientos ciudadanos. Cada uno debe asumir el papel que le corresponde".

Acariciado por las texturas de un "spaghetti" western en el que sobresale la contundente figura de gran Sergio Leone, el ganador del IV Premio Wilkie Collins de Novela Negra aclara lo que ha querido hacer dando forma a este tridente literario: "Hace dos años me planteé que no quería que mi literatura fuera unidimensional, sino que tuviera varios registros. Por esa razón me embarqué en una trilogía que toca tres palos muy distintos: escribí un thriller, más tarde llegó el noir y en breve vendrá algo histórico", avanza un contador de historias que eligió una fotografía de una despoblada plaza de los patos para ilustrar la portada de "Nunca bombardees Pearl Harbor". "Es una imagen que no tiene nada que ver con el título del libro, ni con lo que se cuenta en su interior pero que tiene una enorme contundencia histórica".

Hernández Velázquez considera que "Santa Cruz de Tenerife es una ciudad que no sabe cuidar a sus hijos. Esa es una realidad palpable a través de un buen número de olvidos culturales que resultan imperdonables", censura un domador de palabras que admite un magnetismo por los hechos históricos que se arremolinan en torno a la ciudad en la que nació. "Hacer referencias culturales me permite hablar con los lectores de mis gustos lectores, de la pasión que siento por el cine, de los deportes que me gustan... Santa Cruz está marcada por una enorme cruz que separa dos realidades, vidas que se unen por los cinco puentes de la zona de la Rambla y el Barranco Santos", explica en un momento de la conversación en el que pone el acento sobre una serie de fenómenos socioculturales que no deberían ser arrastrados por la amnesia: "la Exposición Surrealista o el Grupo Gaceta de Arte son dos hitos que agrandan la musculatura cultural de este municipio".

El hecho de enviar a la Ciudad Condal a un personaje que se ha movido por el entorno del barrio de Duggi no deja de ser una señal de la altura que está tomando un escritor que ya centra sus investigaciones en la Barcelona negra y criminal de Manuel Vázquez Montalbán. "¿Por qué no puede irse a una ciudad extraña? Esta es la novela de la saga de Mat Fernández más personal, la historia con la que más me siento identificado y, por lo tanto, la culpable de que yo me haga la pregunta de hasta dónde llega Javier y cuáles son los límites de Mat. Los años pasan para el escritor y para el investigador y es obvio que se ha ido creando una complicidad entre nosotros", afirma antes de concluir que "Mat es una persona sin esperanzas. No se hace muchas preguntas, pero tampoco quiere respuestas", concluye.

Javier Hernández

"Nunca bombardees Pearl Harbor"

Autor:

Javier Hernández Velázquez.

Título:

"Nunca bombardees Pearl Harbor".

Editorial:

M.A.R. Editor.

Páginas

416.