A pesar de ser uno de los artistas más cotizados de este país, sus pies siguen atados al suelo. A un firmamento que en jornadas como la de ayer le devuelve a un lugar que está grabado a fuego en su corazón. "En Tenerife di uno de mis primeros pasos profesionales, aquí me han sucedido cosas increíbles y a la Isla volveré en breve para dar un concierto en uno de los lugares al que le tengo ganas desde hace tiempo", avanza Pablo López (1984) sobre el espectáculo que ofrecerá el próximo 16 de junio en la Sala Sinfónica del Auditorio de Tenerife. Antes, anoche, en la acera de enfrente recogió uno de los Premios Dial que se repartieron en el Recinto Ferial.

¿Su música sigue atada a la Isla?

Yo quiero que siga siendo así... Cada vez me cuesta menos conectar con la gente de Tenerife. Pisar Los Rodeos ya no me produce una sensación de extrañeza. Esa no es una frase modelo para quedar bien, es la realidad que percibo en días como los de hoy (por ayer). De alguna manera, siento que estoy en casa.

Asentado como uno de los artistas más sólidos de este país y con "El patio" que no para de regalarle alegrías discográficas, ¿qué más podemos esperar de Pablo López?

Sabe lo que pasa (silencio)... Hace tiempo que dejé de esperar cosas. He tenido la suerte de vivir tantas, que ya estoy por la labor de dejarme sorprender por ellas. Este método me funciona y, por lo tanto, no existe la necesidad de cambiarlo.

Eso no quita para que después de muchas semanas de creación, composición y arreglos las emociones de ser tan bien recibido estén a flor de piel, ¿no?

Todo ese tiempo provoca una catarsis que estalla en el momento de decir: ¡Aquí está mi disco! Eso supone un desahogo difícil de explicar. Un pequeño lujo que aún nos podemos permitir los artistas. Un disco son las alas que te ayudan a escapar de situaciones dolorosas que se dan durante el proceso creativo. Si hay un público que me sigue es porque existe algo interesante en lo que le estoy contando, si no fuera así, hace tiempo que se habría marchado. Yo no soy más ni menos que las historias que canto, pero sí me considero un artista honesto.

Ser consciente de la fragilidad del terreno que pisa le honra, pero la realidad es que usted es uno de los grandes referentes para muchas generaciones de este país.

Tampoco me ponga más años de los que tengo (ríe)... Hace unos días cumplí los 34 -el pasado domingo- y sé que aún tengo muchas cosas por descubrir. Por eso antes le comentaba que hace tiempo que dejé de esperar que me pasaran cosas... No voy a ocultar que todo esto genera un poco de vértigo, pero al mismo tiempo es una experiencia muy gratificante. Esas palmaditas en la espalda te ayudan a entender que estás tratando de hacer las cosas bien, lo malo son esas luces que te dejan ciego y en una posición de fragilidad de la que no es fácil salir, Los extremos son peligrosos, es decir, conviene vivir en una zona intermedia: ni muy abajo, ni demasiado arriba.

Resulta abrumador lo que ya ha conseguido, pero sobre todo lo que está por venir. ¿Cómo maneja la presión de tener que dosificar sus "esfuerzos" artísticos ante lo que se presume como una trayectoria de largo recorrido?

A diferencia de los deportistas de élite, los músicos la podemos palmar tocando... Un artista no se jubila, pero siempre está expuesto al olvido. En este mundo las posibilidades de que te quedes en un camerino son reales, es decir, la edad no es un problema: lo malo es quedarse sin recursos antes de tiempo.

¿Cómo se siente en medio de una fiesta en la que se celebra el hecho de hacer música en español?

Venir a Tenerife a los Premios Dial es una buena oportunidad para tomar una perspectiva sobre dónde se encuentra en estos momentos tu carrera. Para mí es como el retrovisor del coche que me permite ver lo que he ido dejando por detrás. Si a eso, le unimos la importancia que tiene la música española en todo el mundo nos encontramos en una posición de privilegio.

¿Un privilegio tan grande como el que usted va a vivir en junio en el Auditorio de Tenerife?

Ese es un sueño hecho realidad. Las veces que he venido a cantar al Paraninfo de la Universidad o al Teobaldo Power de La Orotava me decía. ¡Coño, algún día tendré la fortuna de actuar en el Auditorio de Tenerife! Eso parece que ya está un poquito más cerca.