Durante 13 años fue la directora de los informativos de Antena 3 Televisión, conoce la presión de estar en el punto de mira de muchas personas y está casada con el exministro Josep Piqué. Al igual que otros compañeros de profesión, Gloria Lomana se siente más periodista que escritora, pero próximamente estará en Tenerife para promocionar "Juegos de poder" (2017 / La esfera de los libros), una trama en la que pone al descubierto la trastienda de los medios de comunicación, una realidad que de existir -así lo explica en un pequeño texto con el que se intenta atrapar la curiosidad del lector- pondría los pelos de punta a muchos lectores. Marcelo Russo es un personaje de ficción al que Lomana encarga la compleja tarea de visibilizar algunas de las tramas que ella admite haber vivido en cuarenta años de luces y sombras.

¿Qué ha querido mostrar en este libro?

La editorial me propuso hacer un "house of cards", un libro con las texturas habituales de un "thriller" pero que fuera verosímil y abordara la realidad que se en el mundo de la información, concretamente, en torno a la conexión que se da entre los medios de comunicación y el poder. Me lo pensé un rato, porque tenía que crear un personaje bastante malvado, pero al final apareció Marcelo Russo. En el libro explico lo que puede llegar a pasar en el caso de que el periodismo descarrile. A Russo solo lo mueve una sed de ambición inagotable y la información es poder.

Vamos, que nos encontramos de frente con la esencia de lo que cotidianamente se conoce como el cuarto poder, ¿no?

Para mí, y también para muchos periodistas de este país, el poder bien ejercido tiene un componente transformador generoso, es decir, que el poder puede llegar a ser contrapoder para cambiar la realidad y generar opinión. Usar los medios de una manera deshonesta puede generar un escenario tan inquietante como el que yo describo en "Juegos de poder".

¿Cómo resumía la atmósfera literaria en la que crece "Juegos de poder"?

La más sencilla de ver sería una en la que es evidente la existencia de unas ganas de "forrarse" y en la que circulan muchos maletines; las extorsiones habituales de lo que se conoce como tráfico de influencias.

Este es un trabajo que tiene una estructura similar a la que plantea Michael Moore en "Estúpidos hombres blancos", es decir, un texto crítico con los poderosos que tanto éxito tienen en el mercado anglosajón.

Sí, pero no hay que irse tan lejos para retratar una realidad que se puede dar en España. El ascenso de Marcelo Russo en los años 90 se produce gracias a la información que busca y que consigue en las cloacas del Estado. A partir de la utilización de la portada de un periódico en beneficio propio se puede generar un poder infinito. Este libro abarca 25 años de acumulación de poder, dos décadas y media que comienzan en las cloacas más importantes de este país y que terminan con el personaje principal moviéndose en la ciberbasura.

¿Al hablar de las "cloacas del Estado" cabe pensar que esas cavidades secretas han existido siempre; que no se llegan a limpiar del todo cuando se producen cambios en los gobiernos?

(Silencio)... Esas cloacas estatales han existido siempre; otra cosa es que unos las hayan podido utilizar o no. La relación entre prensa y política no es mala si el periodista la utiliza como una fuente de información, el problema llega cuando todo se contamina. Si un editor como Marcelo Russo no le pone límites a nada es cuando aparecen los problemas. Si buscas en las cloacas del poder, encuentras información.

¿El periodismo actual está bajo sospecha?

Una parte de él sí. Sobre todo, el que no se practica en las redacciones de un periódico, de una emisora de radio o de televisión. No hay que generalizar, porque al igual que en otras profesiones tenemos de todo, pero es bueno que la gente sepa que en algunos medios se da perversión informativa.

¿Y herido de muerte?

Hay una parte del periodismo que está en la UVI y que tenemos que sacarlo pronto de ahí porque el riesgo muerte es alto: de la unidad de cuidados intensivos sales para mejorar o te quedas para siempre; ahí sí que no hay más caminos. El periodismo, y con él toda la sociedad, debe hacer una reflexión sobre cómo se puede recuperar la credibilidad perdida. No todos los medios, pero hay medios a los que se les ha ido la mano con unos juegos de poder que a la larga tendrán consecuencias. Ha llegado el momento de volver a reivindicar la verdad con mayúsculas, la ética y el rigor. Hay que explicar los hechos sin tomar atajos...

¿Contar los hechos sin atajos?

Las noticias no son los hechos alternativos que uno quiera dar; son las informaciones que marcan la actualidad del día. Otra cosa bien distinta es la línea editorial que pueda tener cada medio, pero en el epicentro de esa pluralidad la sociedad gana y se enriquece en base a unos contenidos que, sinceramente, creo que son necesarios para la sociedad. Aquí no entra la manipulación de los hechos o la construcción de tramas conspiratorias que se montan a partir de supuestas verdades que se construyen con muchas mentiras.

¿Pero periodismo y política se han convertido en una especie de unidad indivisible?

Son dos facetas que en los últimos tiempos están más unidas de lo que es recomendable... Hemos visto que manejar una información determinada puede resultar decisivo en asuntos como el "brexit", a la hora de construir falsos populismos o influenciando unos resultados electorales en Alemania o en Francia. Aquí, en España, tenemos un ejemplo muy cercano con todo lo que está sucediendo en Cataluña.

¿Qué grado de responsabilidad tienen los medios en lo que está sucediendo en Cataluña?

Un tercio de los catalanes se han arrojado a los brazos de unas elites que en los últimos años han alimentado un discurso interesado en el que confluyen las informaciones manipuladas y las mentiras. Ese es un problema que hay que combatir con periodismo. Yo siempre digo que los que nos dedicamos a esto nos enfrentamos a dos amenazas: una es no atenernos a unos hechos que son verdad, y la otra es el inútil empeño de querer competir con las redes sociales... No podemos jugar a la inmediatez.

¿Esas prisas de las que habla son las que han están aniquilando el análisis de la actualidad?

Si queremos jugar a esa inmediatez estamos mucho más cerca de lo que creemos de la defunción del periodismo. Los consumidores solo se quedan con lo auténtico y eso con unas maneras de comunicar apresuradas, cortas y desordenadas es difícil de encontrar. Informar desde las redes sociales tiene poco de contraste y reflexión y mucho de estómago.

¿De dónde viene el interés de querer añadir esa manera de tratar la actualidad al periodismo?

No lo sé... El periodista tiene que volver a las fuentes de información, a contrastar, a reposar unos datos para no tener que replicar en papel algo que no se sostiene desde una perspectiva periodística. Nuestro sitio no está en las redes sociales, está en las redacciones. Lo otro es un complemento que muchos profesionales están usando como disculpa para disimular las carencias que tienen en el día a día.

¿Un complemento que no para de acumular poder?

A partir de 2001 fueron apareciendo Google, Wikipedia, Facebook, Twitter, blogs... Todas esas herramientas se han convertido en un apoyo, no solo para los que nos dedicamos a informar, sino para millones de personas que las utilizan a diario en sus trabajos, en sus momentos de ocio o simplemente porque están solas. Si será importante lo que ha ocurrido en el mundo virtual que hasta la revista Times decidió que el "personaje del año" de 2006 debía ser "You"; eligió a todos los usuarios de internet... El mensaje que se envió a la sociedad es que "tú podías ser tu propio editor". En eso consiste lo que denominan la democracia digital, que es algo que hay que diferenciar del periodismo. Lo que pasa es que al final los que pagan las consecuencias son los ciudadanos, que están inmersos en un oleaje terrible y en medio de un "chapapote" informativo que no tiene ni pies ni cabeza. La red es una manera muy sencilla de estar más o menos al día, pero en ella confluyen bulos y odios que salen a la luz a traición. Antes, cuando me preguntó si el periodismo se encontraba herido de muerte, me faltó decir que los periodistas que trabajan a golpe de tuit están llevando al oficio a la UVI, y si no han sido ellos, tampoco están ayudando a sacarlo de una situación que es de alto riesgo.

En "Juegos de poder" se observa una evolución de un periodismo, más próximo al que se distinguía en "Ciudadano Kane", al modelo actual, un esquema en el que las nuevas tecnologías son decisivas.

Yo no le voy a restar protagonismo a las nuevas tecnologías... Gracias a ellas, por ejemplo, se pudo detener a una persona implicada en la colocación de una bomba en la Maratón de Boston. Ese instante lo podemos ver a diario en un informativo cualquiera. Los periodistas hasta hace poco nos teníamos que conformar con poder contar los instantes posteriores a una catástrofe, hoy podemos explicar lo que sucedió antes. Lo que no podemos hacer es estar construyendo noticias "fake" que aún no se han producido. Eso está ocurriendo con más frecuencia de lo normal. A mí me enseñaron a contrastar que un muerto estaba muerto hablando con 2 o 3 fuentes antes.