La exposición "La luz negra" recoge en Barcelona la influencia del esoterismo, la filosofía oriental o las sociedades secretas en el arte desde los años 50 del pasado siglo hasta la actualidad, a través de unas 350 obras de artistas como Antoni Tàpies, Jordan Belson, Joseph Beuys o William S. Burroughs.

"La luz negra" reúne en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB), de forma más o menos cronológica, pinturas, dibujos, audiovisuales, esculturas, fotografías, instalaciones, libros, música, grabados y documentos de artistas, en gran parte de Estados Unidos, donde históricamente las tradiciones secretas han tenido una mayor difusión.

En el recorrido se pueden contemplar obras de creadores fundamentales de la historia del arte, como Antoni Tàpies, Barnett Newman y Agnes Martin, junto a las de figuras menos conocidas del underground contracultural de los años sesenta y setenta.

El comisario de la exposición, Enrique Juncosa, ha seleccionado también a jóvenes artistas, para ilustrar "un nuevo interés por estas tradiciones".

La obra de todos los artistas seleccionados demuestra la relevancia y continuidad de todas estas corrientes habitualmente ignoradas, y en muchos casos se entiende el arte como "una vía posible hacia un nivel cognitivo superior, como un instrumento de conexión con la realidad más profunda, o como una forma de conocimiento en sí mismo", resume Juncosa.

A su juicio, muchos artistas han vuelto a interesarse por asuntos tan diversos como la alquimia, las sociedades secretas, la teosofía y la antroposofía, las corrientes esotéricas religiosas, las filosofías orientales, la magia, la psicodelia y la ingesta de drogas o los símbolos y los mitos universales porque "volvemos a vivir en un mundo inquieto e insatisfecho, preocupado por cuestiones como las nuevas guerras coloniales, el terrorismo fundamentalista, la grave crisis ecológica o los populismos nacionalistas".

Puntualmente, la exposición explora también la influencia de ideas esotéricas en ámbitos de la cultura popular, como el cómic, el jazz, el cine y el rock alternativo.

En este punto, se puede escuchar o contemplar portadas de discos de grupos como Beatles, Rolling Stones, Led Zeppelin, Smashing Pumpkins, Pink Floyd o David Bowie.

También se pueden ver algunas de las primeras películas de Derek Jarman, cortos experimentales rodados en súper-8, formato que nunca abandonó ni siquiera tras realizar largometrajes dentro de la industria del cine, como fueron sus películas sobre San Sebastián, rodada en latín; Caravaggio, Wittgenstein y el movimiento punk británico.

La exposición, que estará abierta al público hasta el 21 de octubre próximo, se abre con los cineastas norteamericanos Harry Smith y Jordan Belson, que realizaron películas animadas que fueron precursoras de la psicodelia y la contracultura en los años 30, y continúa con un grupo de artistas del expresionismo abstracto como Barnett Newman, Ad Reinhardt o Agnes Martin y los informalistas europeos Tàpies y Joan Ponç, que se interesaron por los escritos de Jung, las filosofías orientales y los ritos chamánicos.

El interés por el ocultismo y el misticismo se puede ver en los años 60 y 70 en obras del escritor norteamericano William S. Burroughs, del artista alemán Beuys o del artista catalán Zush.

En los años 80 y 90 se consolidan artistas que entienden la práctica artística como algo que puede facilitar un nivel cognitivo superior, como los pintores abstractos americanos Terry Winters, Philip Taaffe y Fred Tomaselli, el escultor alemán Wolfgang Laib o el artista francochileno Alejandro Jodorowsky.

El título de la exposición alude, según el comisario, a un concepto del sufismo, la rama esotérica del islam, que enseña un camino de conexión con la divinidad mediante la visión interior y la experiencia mística. La intención es lograr un estadio de supraconciencia que se anuncia simbólicamente con esa luz negra.