Fue con ocasión de la conmemoración de la festividad de San Andrés del año 2003, dentro de las Jornadas Técnicas Vitivinícolas Canarias celebradas en las dependencias de la Casa del Vino La Baranda (El Sauzal), siendo entonces director de este centro José Alfonso González Lorente, cuando María del Carmen del Arco Aguilar, por aquellos tiempos profesora titular y ahora catedrática de Prehistoria en la Universidad de La Laguna (ULL), pronunció la conferencia titulada "Cultivos mediterráneos y vid entre los guanches".

A lo largo de su intervención, esta docente e investigadora desgranó los aportes de las investigaciones en el campo de la reconstrucción de la agricultura guanche, y sostuvo la hipótesis de que durante el proceso de poblamiento y como parte del stock vegetal que los pobladores acarrearon para consolidar su asentamiento en territorio insular, se habrían introducido una variedad de cultivos mediterráneos y, entre ellos, también estuvo presente la vid.

Desde la aplicación del método científico, la prehistoriadora revisó las fuentes con un carácter crítico. Así, la doctora Del Arco establece un claro alejamiento de "las verdades absolutas transmitidas por los viejos documentos" posteriores a la etapa de la conquista, poniendo también en cuestión todo aquello que se ha venido considerando como "una visión genuina del pasado".

Esa imagen idealizada, la de Canarias como una Arcadia feliz, habitada por una comunidad pastoril en armonía y equilibrio con la naturaleza y desconocedora de la agricultura, se ha venido reproduciendo en el tiempo, instalándose como un principio incuestionable en el ideario, de manera que en este particular contexto se ha marginado cualquier interpretación contraria a estas "certezas" consideradas inamovibles.

El trabajo de campo fue el resultado de las excavaciones realizadas en varios yacimientos situados en los actuales términos municipales de Icod de Los Vinos y Buenavista del Norte, tanto en zona de medianías (Cuevas de Don Gaspar, Las Palomas y de Cafoño), como asimismo en área de costa (Los Guanches), y cuyo análisis permitió determinar que la ocupación más antigua del Archipiélago se puede situar cronológicamente entre los siglos VII al V antes de nuestra era, además de constatar la presencia de distintos modelos en cuanto a la explotación de los recursos.

Para el abordaje de los restos vegetales, la prehistoriadora recurrió a la investigación desde la disciplina de la arqueobotánica, en campos como la antracología, que estudia el carbón de madera procedente de los yacimientos arqueológicos, y también la carpología, que se dedica al estudio de las semillas y los frutos.

La experta admitió durante su intervención las dificultades que existen para determinar la existencia del cultivo de la vid en tiempos pre y protohistóricos, y puso de manifiesto la discusión que se genera en cuanto a la identificación de los taxones (clasificación) entre la vid silvestre (Vitis vinifera L. ssp. sylvestris) y la vid cultivada (Vitis vinifera L. ssp. sativa).

No obstante, y dada la presencia de sarmientos quemados y también de pepitas que se secuencian en los depósitos, la doctora Del Arco plantea que su "estudio morfométrico parece responder a la variedad cultivada", razón por la que considera que el cultivo de la vid estuvo presente, al menos durante un trecho de la etapa guanche.

En los yacimientos icodenses de Las Palomas y Los Guanches se identificó la presencia de vides en el procesos de antracoanálisis, si bien en virtud del nivel donde se hallaron a los investigadores se les planteó la duda de si era posible o no adscribirlos a la cultura guanche, de igual manera que sucedió con otras muestras de carbones que fueron encontradas en el yacimiento denominado Arenas-3, en Buenavista del Norte.

Ahora bien, los carporrestos (semillas y frutos) que se localizaron en Don Gaspar vinieron a despejar estas dudas, desde el momento en que la localización de distintas pepitas en varios niveles, con una datación establecida para inicios de la era, suponía una razón suficiente por la cual se podía considerar que su introducción se produjo, al menos, desde los comienzos.

En opinión de la profesora Del Arco, la vid debió figurar entre los productos que formaban parte del paquete de aquel stock fundacional, la mochila de provisiones de aquel contingente de los primeros pobladores, en buena medida "porque en ese momento se trataba de un cultivo que estaba bien implantado en el área del Mediterráneo occidental y también en la Mauritania" y, en consecuencia, resultaba algo propio, elemento de su bagaje cultural.

Y en el desarrollo de su hipótesis, la prehistoriadora advertía de que tampoco debería considerarse como algo extraño la circunstancia de que la ingesta de la vid formara parte de la dieta de los guanches, de una parte por el consumo variado de frutos que esta comunidad realizaba y, de otra, por el hábito que tenían de ingerir bebidas fermentadas.

Al respecto, las fuentes etnohistóricas refieren que resultaba común entre los guanches la manipulación de vegetales con este propósito, con ejemplos como la palma, el madroño, los mocanes y los vicácaros, desde su conocimiento práctico de un proceso de transformación que, de una manera similar, se entiende que también pudo aplicarse a la producción vitícola.

En relación con el hecho de que aquellas cepas originarias no hayan pervivido en el tiempo, la investigadora explica que, después de sufrir un aislamiento cercano a los diez siglos, muy probablemente se habrían emprobrecido y, en consecuencia, el cultivo terminara perdiéndose, probablemente coincidiendo con la época de la conquista.

Por otra parte, la experta reconoce que resulta complejo evaluar la importancia que pudo representar el cultivo y la explotación de la vid, si bien concluye que no debió alcanzar la relevancia de producto comercial.