"Chasing Time" es el título que ha puesto la artista norteamericana Kennedy Yanko a la colección de esculturas pintadas que ha realizado durante una residencia que ha desarrollado durante un mes en Tenerife, promovida por la galería Leyendecker de la capital chicharrera, donde expone el resultado de esta experiencia en la isla hasta el próximo 28 de septiembre.

Son once piezas, la mayoría colgadas en la pared a modo de pinturas, y dos de ellas de "pie" en la sala, gestadas a ritmo de impresiones vitales que siente la autora ante una serie de trozos de chapas metálicas, cortadas a una serie de coches que duermen en los "cementerios" hasta ser triturados y fundidos para generar otros elementos para el consumo humano.

Ella corta los pedazos que selecciona, los ensambla, los retuerce y suelda cuando considera una obra acabada, y que normalmente pinta con un solo color determinado que la diferencia de otra pieza, o le añade un trozo de neopreno tintado que la dota de su propio corazón, producto de sus intuiciones y los sentimientos que provocan en su sensibilidad.

Las 11 esculturas de metal y pintura que reúne en Santa Cruz tiene títulos que las definen: "Hearth", "The Family Car", "Static Line", "Bajamar", "Cocina" o "Tableau", entre otros.

La autora, que está representada en España a través de Leyendecker, aseguró que "con esta colección particular de trabajo estoy tomando objetos específicos del sitio que están llenos de historia y pintando con ellos. Quiero que se vean como reliquias o representaciones de este momento en el tiempo, en esta época de la isla de Tenerife. Estos objetos son como una celebración de vidas vividas, y las capas de experiencia humana que habitan aquí".

Esta pintora-escultora se sintió atraída cuando comenzó a pintar por los expresionistas abstractos, muy presentes en sus anteriores series. "Fueron algunos de los primeros artistas de los que aprendí y me sentí extrañamente conectada; no solo por su estilo de pintura, sino también por sus temas de conversación, su comunidad y la perspectiva general".

La abstracción ha sido la tendencia que ha marcado su concepción del arte desde que era niña. "Comencé a verter pintura en 2009, creando pieles de pintura. Luego, durante los siete años siguientes, creé pinturas escultóricas tridimensionales sobre caucho. Quería ir más allá de los límites del lienzo y llegar más allá de la forma que era tan familiar. Hace dos años aprendí a soldar y comencé a trabajar con metal. Mientras estoy soldando, todavía estoy pintando. Mis pinturas son esculturas y nacen de la comprensión cultivada, de cómo los materiales interactúan y se presentan", matizó.

Con respecto a los colores que pueblan sus pictóricas esculturas, comentó que "desde este año me han interesado los tonos fríos. Miro la fotografía, la moda y el cine regularmente y guardo una carpeta en mi teléfono de información para extraer. Estoy constantemente catalogando momentos visuales y recreando sensaciones. No estoy abstrayendo conscientemente cuando hago esto, sino presentando lo que he intuido".

Yanko huyó hace tiempo del caballete, de soportes y formatos de la pintura clásica. Enseguida aclaró: "Me inclino a pintar de forma aérea, de pie sobre mi trabajo. Creo que hay algún tipo de diálogo entre mi movimiento físico y mi capacidad para ver más claramente la amplitud de mi trabajo desde arriba que no puedo lograr pintar tradicionalmente en un caballete".

Recuerda con cierta nostalgia cuando pintaba trazos de líneas en lienzos tradicionales, cuando se dio cuenta de que la pintura interactuaba consigo misma.

"Vi mis trazos que cambiaban con el peso de la pintura. Comencé a pintar con una mano más pesada, dejando que la pintura goteara y creciera en un cuerpo más lleno. Cuando me di cuenta de que la pintura tenía la capacidad de sustentarse, comencé a cuestionar el lienzo. Empecé a tratar la pintura como material escultórico. Su calidad 3D encarnaba la quietud que se había capturado en el lienzo, pero ofrecía una presencia más disponible físicamente".

Con respecto a su estancia en Tenerife comentó, antes de viajar a Nueva York, donde vive y tiene su estudio, que "he podido experimentar el tiempo de manera diferente aquí. Ha venido y se ha ido tan rápido, pero tener este mes ha sido un recordatorio necesario de la función crítica del tiempo como un conducto para la mente; a veces, es el único recurso disponible para comprenderlo. Si bien no suelo hacer un trabajo derivado de tal observación literal, las pinturas de Chasing Time hablan desde una experiencia observada más concreta. El tiempo es una estructura sagrada en su capacidad de inspirar sentimentalismo".