Luce el sol y la luz de España en el rostro y hasta el Atlántico parece reflejarse en el fondo de sus ojos azules.

Impenitente aficionado del club de fútbol Everton, pasión de la que hace gala públicamente, el hispanista Paul Preston (Liverpool, 1946) congregó ayer en el salón de actos de Presidencia del Gobierno a un auditorio heterogéneo, desde políticos, intelectuales y militares, hasta estudiantes, curiosos y devotos de su extensa obra, atraídos por la conferencia "España: pasado, presente y futuro", que abrió un ciclo asociado a la Estrategia Operativa para la Internacionalización de la Economía Canaria.

El presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo, ofició de introductor, señalando que "siempre es un lujo poder escuchar a Paul Preston porque, independientemente de que se puedan compartir o no todas sus observaciones, siempre diserta de forma concienzuda y minuciosa sobre nuestro contexto histórico y político", y también subrayando cómo historiadores de su talla "hacen realidad la afirmación de que para un pueblo es imprescindible conocer su pasado para comprender bien su presente e imaginar un futuro mejor para todos".

La respuesta del británico descubrió su fino humor, con todo incluido. Hace diez años ya estuvo en Tenerife, "pero no haber vuelto antes es uno de mis remordimientos; espero que esto sea el comienzo de un flujo constante".

A partir de ahí, y en un formato de pregunta-respuesta, Preston fue desgranando cuestiones inherentes a su labor investigadora y análisis y posicionamientos sobre hechos concretos de la historia. Eso sí, insistió en que en modo alguno es un "futurólogo".

Nacido un año después del final de la Segunda Guerra Mundial, se crió oyendo conversaciones sobre la guerra, jugando con otros niños a ingleses contra alemanes, montando maquetas de Spitfires y Messerschmitts y, gracias a una beca, ingresó en la prestigiosa Universidad de Oxford. "La carrera allí me decepcionó, porque la historia contemporánea apenas figuraba en los planes de estudio".

Y fue un máster sobre el periodo de entreguerras (puede certificar su autenticidad) lo que representó para él "un gran regalo; la posibilidad de abrir una caja de Pandora". Una de las asignaturas, impartida por Hugh Thomas, abordaba la Guerra Civil Española y Preston cayó cautivado. El siguiente paso fue viajar a Madrid en el verano de 1969, "me chifló la comida", dijo, y de ahí a Andalucía.

Y así fue su primer "flechazo" con España y los españoles, que ha terminado convertido en "un matrimonio largo y feliz".

Ahora trabaja en un nuevo libro: "Un pueblo traicionado: desde 1874 a nuestros días", una visión a través de tres filtros: corrupción, incompetencia de la clase política y sus consecuencias sociales, explicó Preston, que lo considera "un libro sobre la historia de España o mis lamentaciones por la situación de Gran Bretaña".

Al ser preguntado por su opinión sobre la figura del canario Juan Negrín, antes descubrió los nombres de grandes corruptos, caso del conde de Romanones o Alejandro Lerroux, al tiempo que señalaba los gruesos errores cometidos por políticos como Largo Caballero, Indalecio Prieto o Manuel Añaza, para concluir en que Negrín fue "el gran político español del siglo XX y el que más admiro", un médico que hablaba siete idiomas, que muy a su pesar fue nombrado Ministro de Hacienda y depositó el oro español en el Banco de Moscú, "lo que le valió ser acusado de comunista".

No podía faltar la referencia a la exhumación de los restos de Franco del Valle de los Caídos, "una solución que consideró obvia". Eso sí, se manifestó en contra de demoler la estructura, planteando su pervivencia como una fórmula para la "resignificación", así como también de "destrozar" nombres de calles, porque "no se puede romper la historia".

Su planteamiento llegó cargado de ironía: "Propongo enterrar a Franco en el mar con todos los honores militares", para así aliviar la frustración que sintió por no ingresar en la Armada.

A propósito del llamado "problema catalán" y de la incertidumbre que genera, el hispanista detalló una sucesión de hechos y desafectos, desde la dictadura de Primo de Rivera hasta los tiempos presentes, concluyendo sobre el asunto en la necesidad de "realizar un examen de conciencia" y preguntarse "por qué se ha llegado a este punto".

Sobre el "brexit" teme que no se vaya a llegar a un acuerdo, "cada día parece más difícil que podamos quedarnos", que conllevará "un gran desastre económico". Y admitiendo que los británicos "han negociado fatal, los europeos también lo han hecho igual. Es complicado llegar a un acuerdo con una pandilla de locos así".

En este sentido, alertó sobre el papel de España a partir de marzo de 2019, "porque pasará de estar subvencionado a contribuir".

Preston denominó al rey Juan Carlos "el bombero de la democracia" y se confesó admirador de su papel, si bien la Transición "es obra de todos los españoles".