El director artístico del Teatro Real y exdirector artístico del Gran Teatre del Liceu, Joan Matabosch, ha lamentado este sábado la muerte de la soprano barcelonesa Montserrat Caballé, a la que considera una de las grandes artistas del siglo XX: "Era la cantante internacional más solicitada que todos se mataban por tener, pero nunca olvidó al Liceu".

En declaraciones a Europa Press, ha señalado que la soprano ha tenido varios aspectos cruciales, empezando por su voz, "un timbre único e increíble absolutamente insólito" que producía una calidad de sonido como pocas veces se ha escuchado.

"Tenía una técnica vocal de solidez espectacular", y también ha destacado la sensibilidad increíble de la soprano por los distintos repertorios, en una mirada amplísima gracias en parte a una carrera muy larga, de 40 años sobre los escenarios.

RECUPERÓ REPERTORIO

"Hay que destacar la importancia enorme que ha tenido en la recuperación de determinado tipo de repertorio", ha agregado Matabosch, que ha ensalzado su versatilidad.

Ha aplaudido que recuperó especialmente el repertorio belcantista romántico, con óperas que hacía 100 e incluso 150 años que no se representaban y que ella consiguió reintroducir: "Fue una figura crucial en la consolidación de títulos que hoy son normales y que eran una rareza".

FIDELIDAD AL LICEU

Matabosch ha aplaudido también la figura de Caballé, crucial en la "fidelidad" al Liceu, siendo puntal de las temporadas de ópera del teatro lírico barcelonés, pero también de la ópera en España.

Su "fidelidad antológica" al Liceu la llevó a hacer unas 200 funciones en el teatro barcelonés, con repertorios diversos, y Matabosch considera que fue la única estrella internacional que en los momentos de grandes dificultades fue fiel a la casa, estando presente cada temporada defendiendo el teatro.

"Si no fuera por la Caballé, a mediados de los setenta es posible que el Liceu hubiera tenido que cerrar", ha agregado.

Fan de la soprano desde los cinco años de edad, Matabosch coincidió con ella al final de su etapa, y ha destacado que pertenecía a una generación con un concepto muy diferente de la ópera, más individualista, pero asumiendo esto "era una persona encantadora con una risa contagiosa".

"Tuve una relación estupenda y una admiración infinita. La máxima admiración de mi vida", ha concluido.