Especulación. Con una sola palabra definió nuestro protagonista la evolución del patrimonio histórico de Santa Cruz de Tenerife. Con un añadido: "Parece que ha habido una manía de tirarlo todo y no conservar lo mucho y bueno que había". No lo dice cualquiera, sino un enamorado de la ciudad y su historia, de sus gentes y sus edificios. Lo refleja su colección de miles de imágenes de otras épocas. La riqueza de un legado en fotos que llenó hace unos días el Círculo de Amistad XII de Enero con la exposición "Retrospectiva del Santa Cruz añejo sobre el entorno del cuadrilátero del Círculo". En medio de esos tesoros en blanco y negro, EL DÍA dialogó con José Delgado Salazar (S/C de Tenerife, 1931) respecto a ese "cuadrilátero del Círculo" y por extensión de la capital tinerfeña.

Treinta paneles con unas 250 imágenes de "la ciudad que ya no existe". Desde edificios a postales de la vida cotidiana pasando por la genealogía de la familia Hamilton, retazos de la visita del Rey Alfonso XIII en 1906 o "la que más orgullo me da", en palabras del propio Salazar: una operación quirúrgica en la clínica de Juan Rodríguez López, ubicada en la plaza de los Patos, en la que aparece su madre, María Nieves Salazar Hernández, como ayudante del mencionado médico y del doctor Domingo Arozarena Reyes.

La idea inicial era establecer un cuadrilátero alrededor de la sede del Círculo frente a la plaza del Príncipe. Una "ruta gráfica" con salida y meta en El Pilar tras recorrer Ruiz de Padrón, San Francisco y Castillo. "La gente ha respondido con llenos todos los días", asegura el autor, quien destaca a figuras como Carmen Monteverde, descendiente del ingeniero portuense Agustín de Bethencourt, y "alma mater" con el doctor Guigou del Hospitalito de Niños.

La retahíla de nombres y apellidos haría interminable este artículo, pero baste con decir que Delgado es una "enciclopedia viviente". De prodigiosa memoria nombra, con su correspondiente glosa de vida y residencia, al último alcalde republicano, José Carlos Schwartz; a Ramón Baudet, Luis Zamorano, Raimundo Rieu, Santiago Sabina, el pintor Davó, el cónsul danés Peter Larsen (donó el Reloj de Flores del García Sanabria), los arquitectos Manuel de Cámara, Mariano Estanga, Miguel Pintor, Domingo Pisaca y Enrique Marrero Regalado.

Entre panorámicas, vistas y paisajes antiguas resalta una añeja avenida Marítima en la que se distinguen la eléctrica, los depósitos de Cory, la desembocadura de la calle Barranquillo (hoy Imeldo Serís), el hotel Plaza o la fábrica de cigarrillos de Padrón.

Más cigarrillos en una ciudad llena de industrias de tabacos cono La Suprema de Agustín Espinosa, en la confluencia de las calles Candelaria, Imeldo Serís y Clavel.

Asimismo, una avenida abierta al mar, no cerrada como hoy es Francisco La Roche - "Anaga es del Náutico hacia allá", dice- surgida de otras dos, Sol y Ortega y Cuba, con el Castillo de San Pedro, la antigua sede de madera del Náutico o el edificio La Roche, hoy Bar El Capricho. Y justo debajo, la playa de arena negra. Sí, la playa.

Plaza de los Patos y 25 de Julio, ejes del barrio de los Hoteles, con el palacete Martí Dehesa o la casa de Santaella Cayol (prestamista con oficina en la calle Castillo) de ejemplos y la idea de ensanche de la ciudad. Muy cerca, en Méndez Núñez, un ayuntamiento con espacio anexo para "plaza del pueblo", parcela ocupada luego por el Gobierno Civil.

Una plaza de la Candelaria diáfana, apenas con el monumento a la Virgen, el Casino, la Casa de Carta y la Cruz de La Victoria.

Hoteles como el Niza (en la confluencia de las calles Norte y Tigre, hoy Villalba Hervás), Camacho, Orotava, Miramar, el Quisisana... sastrerías como la de Enrique García Talavera; funerarias como la Trujillo; dulcerías como Pallés; la librería de Antonio Yumar en San Francisco; cines como el Royal Victoria; la mercería El Escudo; la primera sede de la Caja de Ahorros en la calle Carmen Monteverde; el antiguo Lazareto con uso hospitalario; el Templo Masónico; la hoy "entullada" Batería de San Francisco; la prisión en la calle Ruiz de Padrón; una calle Ramón y Cajal con parada inicial de las guaguas de La Exclusiva, propiedad de Leoncio Oramas, hacia el Norte y La Laguna...

La lista de estampas del pasado no acaba aquí. A José Delgado Salazar le queda aún mucho recuperar. La mirada del ayer.

Auténticas joyas

Delgado Salazar recuerda estampas como "la procesión de la virgen de los republicanos, la de las Angustias", y próceres de esa ideología caso de Gil Roldán, Marcos Guimerá o Andrés Orozco. A personajes como Pedro Lasso, barbero y con el nombrete de "El Perillas". Ciudad de personajes y nombretes. Puntos de encuentro como la cafetería El Águila o lugares emblemáticos: el estudio fotográfico de Alberto Benítez, la dulcería Pallés... calles toscaleras como Puerto Escondido, La Luna, La Rosa, en los años cincuenta, y el mítico Parque Recreativo. O la calle del Norte, Valentín Sanz, en medio de una riada con los coches "navegando" ante la primera sede de El Día. Y postales costumbristas: de las lecheras en el Mercado al campo de fútbol del barranco de Santos o la Caseta de Madera. Sin olvidar la zona "de ambiente" en torno a la calle San Sebastián.

Chicharrero

Delgado Salazar es un apasionado desde niño de la mar, del muelle chicharrero y de su ciudad. Nacido en la plaza de los Patos y "ensolerado" en Sabino Berthelot, El Pilar y 25 de Julio, reside en Duggi. Cuenta una anécdota: "Paseaba por el primer rastro, que estaba en la Rambla, y di con un montón de fotografías. Me quedé pasmado porque eran mías y las compré todas. Al día siguiente fui al laboratorio y le dije al dueño lo que pasó. Le costó el puesto a un empleado".