Viviendo en un sueño, el tiempo se va sin que uno se dé cuenta. Un viejo periodista, de esos que te seducían con la palabra, me confesó una tarde su lema: "No dejes que la realidad te estropee una buena noticia". Es evidente que el periodismo actual no se basa en fantasías, ni la realidad debería interpretarse en ocurrencias. Para eso está la fascinación. Woody Allen recurrió al espectro de Humphrey Bogart para que le aconsejara cuál era el camino para convertirse en un gran seductor. Y en Sueños de un seductor, el neoyorquino no hizo otra cosa que confundirse con la realidad. De idéntica manera, con resultados dispares, mi amigo Mini-Vil recurrió al fantasma de Antonio Bermejo para juntar las palabras que espera que lo conduzcan hasta la Gran Literatura. Los consejos para encontrar el Dorado literario son diversos, no obstante en el que lo noqueó surgió desde el pozo negro de una de sus pesadilla: "Debes ahondar en la gran originalidad de la fábula, presentar fielmente el espíritu de la época en que ésta se desarrolla, con las palabras justas y a través de una crítica esencial a la sociedad de consumo, sin tener que adentrarte en lugares comunes". Todo dicho, por un príncipe de las tinieblas, con un polvorón en la boca y sin beber un sorbo de agua con gas made in Firgas. Sin embargo, al despertar, cuando confesó aquella revelación a su seductor, Antonio Bermejo, éste sonrió y negó con la cabeza: "Ése no es el camino, Mini-Vil. Olvídate de los falsos Mesías de las palabras y de la gran literatura canaria".

Los caminos de Mini-Vil siempre fueron inescrutables, hoy lo encontré buscando aún una salida para poder desembarazarse del mantra de originalidad, fábula, espíritu de época, palabras justas, crítica esencial, sociedad de consumo y demás mamarrachadas. Cantaba llevado por el dicho del que canta su mal espanta: "Me gusta la bandera, me gusta la bandera, ay, mamá, bandera tricolor. Con siete estrellas verdes, con siete estrellas verdes, ay, mamá, bandera tricolor. Ay, ay, ay, ay, ¡qué divertido! Ay, ay, ay, ay, ¡qué vacilón! Después me contó un chiste gomero, anclado en el pasado, a cambio de cinco duros: "Oye Manuel, a que no sabes qué me compré y puse en mi patio? ¡Un condensador de protones estroboscópicos con fisionador calimastrado!... Espera un momento, ¿qué diantre es un patio?"

No hay nada mejor, en los tiempos que corren que ser de la Gomera. La ASG de Casimiro Curbelo se abre a AST, y a la reforma 2.0 del espíritu de las AIC. Nos remonta a un tiempo que reemplazó el encanto del mensaje de Antonio Cubillo, abogado, periodista y, para algunos, terrorista. Ya se sabe que toda definición depende de quien te juzgue y acorde al mensaje de las pesadillas de Mini-Vil, las palabras justas (y la sonrisa perfecta, complementaría Silvio Rodríguez). Exiliado en Argel, Cubillo fundó en 1964 el MPAIAC y creó la bandera tricolor con las siete estrellas verdes, antes de que los chinos dejaran de cumplir obedientemente la frase de su líder Mao Zedong (70 millones de muertos bajo su régimen) de que no importaba que el gato fuera blanco o negro (en sus cocinas) mientras cazara ratones, y se dedicaran al comercio minorista y la venta de banderas. La bandera tricolor tenía (tiene) siete estrellas verdes. El MPAIAC optó estratégicamente por una línea africanista, recurriendo a la exaltación de los antiguos aborígenes canarios. Con ello llegó a conseguir el apoyo de la OUA y del régimen argelino. En 1975 inició las emisiones del programa La Voz de Canarias Libre. Crearon las Fuerzas Armadas Guanches y emprendieron una serie de actos. Uno de estos, en 1977, originó el desvío de vuelos que iban a Gran Canaria hacia el aeropuerto de Los Rodeos. Ese día se produciría un accidente aéreo donde murieron 583 personas. Las causas de este suceso fueron achacadas a las malas condiciones meteorológicas y a un fallo humano; sin embargo, ¿sin el atentado del MPAIAC, el tráfico aéreo en Los Rodeos hubiera sido tan intenso? La emisora cerró en 1978 y Cubillo escapó con vida de un atentado en Argel.

Con un nuevo Estatuto de Autonomía, veinte años retardado, como en una versión 2.0 de la novela de Alejandro Dumas "Veinte años después" todo ha cambiado y queda desfasado. ¿Ocho islas? ¿Nos quieren quitar una hora menos y poner una isla más? Recuerdo la voz del sueño de Mini-Vil que alertaba de la gran originalidad de la fábula. ¿Ocho? ¿Representa fielmente el espíritu de la época en que ésta se desarrolla? ¿Ocho? De hecho son trece. ¿Qué dirán Alegranza, Montaña Clara, la isla de Lobos, Roque del Este y Roque del Oeste, perfectamente habitables con la recuperación del sector de la construcción? ¿No éramos siete bajo un mismo mar? ¿Y ahora qué hacemos? La naturaleza y el padre Teide son sabios, y capaces de remediar el entuerto. Así que las islas de Gran Canaria y Tenerife parecen estar registrando un movimiento geodinámico de aproximación que las unirá al cabo de varios millones de años. De nuevo seremos siete. Nada que ver esta realidad con ninguna crítica esencial a la sociedad de consumo, sin tener que adentrarte en lugares comunes. Y es aquí cuando entra en juego la Agrupación Socialista Gomera cuyos tres diputados dedicarán sus ímprobos esfuerzos a acortar ese plazo, con lo que acabarán con el pleito insular y la capital compartida del archipiélago que se ubicará en San Sebastián de La Gomera. Y así seguiríamos siendo siete?. Con siete estrellas verdes, con siete estrellas verdes, ay, mamá, bandera tricolor. Ay, ay, ay, ay, ¡qué divertido! Ay, ay, ay, ay, ¡qué vacilón!

¿Con ocho basta? ¡No! Con siete. El alcalde de Aguere, profundizando en la originalidad de la fábula y el número, afirma que se puede gobernar el municipio con siete. Y convencido de su poder de seducción invitará a toda la corporación lagunera a cochino negro en el monte de las Mercedes. ¿Se puede gobernar con siete? Sí En su sueño de gran seductor confía en que las siete tribus socialista, como las de Israel, sigan inmersas en su propia Torre de Babel: Están los que están pero se van, los que se fueron pero están, los que no están pero estarán y los que no estarán nunca porque los que pueden estar no querrán que estén? Todas las facciones XTF, incluida, poseída por la voz anónima: ¡Ahondad camaradas en la gran originalidad de la fábula, presentar fielmente el espíritu de esta época a los vecinos de Aguere, con las palabras justas y a través de una crítica esencial a la sociedad, sin tener que adentrarse en lugares comunes!

Somos siete, y déjense de milongas. Y hoy que sé que el pobre desgraciado de Mini-Vil nunca ganará el premio literario que desea, y solo dispone de su propia crónica de la nada hecha pedazos, me siento igual que él como un burro amarrado en la puerta del baile. ¿Y qué hago? ¿Versiono amparándome en una astronomía razonable a Manolo García y Quimi Portet? ¡No! Canto junto a él: "Me gusta la bandera, me gusta la bandera, ay, mamá, bandera tricolor. Con siete estrellas verdes, con siete estrellas verdes, ay, mamá, bandera tricolor. Ay, ay, ay, ay, ¡qué divertido! Ay, ay, ay, ay, ¡qué vacilón!