Hace años que el artista argentino Guillermo Vázquez (San Juan, 1961) desechó el uso del pincel para materializar su trabajo pictórico, decantándose por la espátula como única herramienta para plasmar sus sentimientos en el lienzo.

Este creador presenta la colección "Eternidad al instante" en la sala de arte Los Lavaderos de Santa Cruz de Tenerife (al lado del hotel Mencey) hasta el 11 de noviembre, una obra que refleja su estrecha relación con la técnica de la acuarela, cuya atmósfera está muy presente en sus cuadros.

La muestra está integrada por treinta y siete pinturas al óleo de pequeño y mediano formato que reflejan emociones que adquieren formas muy plausibles, paisajes, edificios, soles, mares, barcos, muelles o desiertos. Todo depende de la sensibilidad del espectador ante los diferentes motivos que surgen de su memoria como metáforas del inconsciente.

"Trabajo únicamente con espátula, no uso pincel. Con el tiempo me fui deshaciendo de materiales y me fui haciendo más al tema de una sola herramienta de trabajo. También por una cuestión de espacio del lugar en el que trabajo, mi casa, donde tengo el taller. Me acostumbré a trabajar con el material básico. Eso me ha dado la posibilidad de tener una entrega más directa, menos artificiosa y honesta desde el punto de vista de lo que se ve en el lienzo".

Este artista, que se formó como arquitecto, aclaró que sus orígenes como pintor partieron de la acuarela, técnica que practicó durante muchos años, hasta que se inclinó por el óleo. "Me decanté por el óleo hace unos diez años atrás y fue por una cuestión de intensidad. Empecé con variedad de pinceles. Al principio uno hace de todo hasta que va encontrando su lenguaje y se desprende de todo hasta llegar a lo básico, a esa síntesis que de alguna manera se expresa en la pintura y me da un sello personal", matizó.

La luz y las veladuras que consigue con lo que él denomina colores rotos, terrosos, le permiten estimular la sensibilidad del observador con cierta ternura e inquietud, además de sugerirle formas, metáforas de paisajes que no existen en la naturaleza sino que son producto de la imaginación.

"Como trabajo sin modelo trato de reflejar sentimientos próximos al inconsciente. Las exposiciones de los últimos tres años se basan en eso, hacer una meditación, tratar de sacar un sentimiento y plasmarlo a través de una metáfora en el lienzo que de alguna manera lo expresa".

"Las obras, para mi, también son interrogantes porque, obviamente, no está todo dicho o definido, pero de alguna manera sí trato de trabajar con esos símbolos que creo son comunes a todas las personas y forman parte del inconsciente colectivo. Trato de lograr una atención que no está en la razón, sino en el sentimiento, en el interior, en esos momentos determinantes próximos a parar el tiempo".

El refugio, la soledad, el des encuentro o la despedida son algunas de las "realidades" que Vázquez comparte con sus semejantes a través de sus pinturas.

"Todos experimentamos de alguna manera esa ansiedad de encontrarnos de golpe solos. Darte cuenta de que uno tiene un ser dentro que es factible descubrirlo, preguntarle quién es y qué siente".

Cuestionado por la elección de la espátula como medio para materializar su obra señaló que "la espátula te permite lograr efectos que con el pincel es muy difícil conseguir, como brillos, veladuras o transparencias, todo lo que puedes encontrar en una acuarela. Siempre traté de no perder esas cualidades que tenía la acuarela y que con el óleo son difíciles, como que tenga atmósfera el aire, que sea espeso, que con pincel se consigue a base de texturas. La espátula es como una extensión de la mano que te permite unos movimientos muy característicos".

Guillermo Vázquez

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