"Roma está en todas partes". A partir de esa frase se desata una conversación con Santiago Posteguillo (1967) , ganador del Premio Planeta de Novela 2018 con la trama "Yo, Julia", en la que resulta inevitable adentrarse en una de las civilizaciones que mejor ha retratado el autor valenciano. "La gente dice que estoy obsesionado, pero si mira este premio, ¿qué encontramos? El logotipo de Planeta y una hoja de laurel, ¿no?", se cuestiona el creador de las trilogías de Escipión el Africano y Trajano.

¡Ave, César!

Espero no morir... Mi deseo es seguir escribiendo, aunque muchos de mis amigos y lectores crean que estoy obsesionado con Roma.

¿Y no es una obsesión?

No, aunque para escribir de un personaje y entregarle dos años y medio de tu vida sí que debe existir algo de esa obsesión a la que usted hace referencia. Todo artista debe ser obsesivo con su arte, si no, no eres un buen artista. Eso sí, hay que saber diferenciar entre tu arte y tu vida, pero cuando estás en el despacho escribiendo tienes que ser terriblemente obsesivo. Ahí no cabe ni un solo error.

¿Este género literario exige esa meticulosidad?

Cuando aparece la duda sobre si determinados ciudadanos podían acudir al teatro o dónde se declara emperador a Septimio Severo hay que parar la escritura y acudir a las fuentes... A veces, con eso no es suficiente y debes coger un avión e irte a Austria para ver cómo es el anfiteatro de Carnuntum (Viena), es decir, si en realidad es tan grande como se lo quieres contar a los lectores. Solo cuando llegas allí te das cuenta de que hay dos anfiteatros, uno más grande que el otro.

Es una idea que hemos releído en muchos de sus libros y que seguramente en "Yo, Julia" volverá a ser un "leitmotiv". ¿Roma sigue sin pagar a traidores?

Sí, porque si hay una cosa que Julia entiende cuando decide ser una mujer poderosa es que en esta lucha no se gana o se pierde; En Yo, Julia solo cabe la única posibilidad de vencer o morir. Este es un libro sin medias tintas en el que hay envenenamientos, estrangulamientos, ejecuciones, traiciones, sediciones, cambios de bando...

¿Esto es un "Yo, Claudio" en toda regla?

"Yo, Julia" es un "Yo, Claudio", pero con diferencias. El narrador es un galeno, no el protagonista y la forma de guiar al público cambia. Yo no me salto batallas; cuando veo una la cuento. Tanto Robert Graves como Colleen McCullough le restan importancia al campo de batalla, pero en "Yo, Julia" hay dos conflictos campales impresionantes: uno en Siria y el otro en el centro de la Gallia. Ese conflicto duró dos días, reunió a 175.000 soldados y se convirtió en la guerra más cruel en dos siglos. Eso hay que contarlo, ¿no?

Existe el riesgo de que los lectores comparen su propuesta con la de Robert Graves.

Si en el siglo XX hubo un "Yo, Claudio" es bueno que en el XXI haya una "Yo, Julia"... Esta es la forja de una dinastía vista desde la mirada de una mujer.

¿Cuál es el secreto para contar una batalla sin llegar a aburrir al lector?

Aplicando una técnica cinematográfica. Si pensamos en un filme como "Salvar al soldado Ryan", la escena más fascinante que a todos nos impresiona, que no es otra que el desembarco en Normandía, no se puede rodar 17 veces por cuestiones económicas. No es porque el director se llame Steven Spielberg, pero lo normal es que algo tan bestial solo lo puedas hacer en una grabación. Solo explota una bomba una vez, pero esa detonación va a ser seguida por 17 cámaras. Luego, en la sala de montaje se toman las decisiones. Yo hago lo mismo: cuento una batalla desde 17 ángulos distintos. A partir de ahí hay que cortar y pegar; coger un trocito de aquí, otro de allí y el siguiente de un poco más adelante... A los lectores hay que darles apoyaturas para que no se pierdan. Por eso al principio de cada uno de esos trocitos hay que identificar el momento de la batalla, el lugar y el bando... Flanco izquierdo del ejército de Septimio Severo; flanco derecho del ejército de Siria. El lector te sigue con unos diagramas que nuevamente están en "Yo, Julia". Aunque sea un Premio Planeta, le he pedido a la editorial que proteja esa información vital para la obra, pero solo con el texto puedes llegar vivo al final.

"Yo no me salto batallas; cuando veo una la cuento"

"Yo, Julia" se puede adquirir desde ayer en las librerías de toda la geografía española junto con la obra "Un mar violeta oscuro", que lleva la firma de Ayunta Sánchez Barilli, hija de Fernando Sánchez Dragó y finalista de un certamen literario que reconoció el contenido de una novela dividida en cinco partes, cada una de ellas dedicada a los emperadores que se enemistaron con Julia: Cómodo, Juliano, Albino, Nigro y Pertinax. Todo empieza en el mismo punto en el que muere la propuesta cinematográfica de Ridley Scott. "Donde acaba Gladiator empieza Yo, Julia. Exactamente es esa secuencia, pero en mi caso me he permitido la licencia de no matar a Russell Crowe... Cómodo vive y se convierte en un lunático que ve enemigos por todas partes. Su muerte, no tan gloriosa como en Gladiator, sino que fue realmente algo deleznable que puede llegar a levantarte el estómago si acabas de comer", anuncia Posteguillo antes de valorar el rol que tiene en la trama Julia Domna, una extranjera siria en Roma. "Al principio, ella actúa en defensa propia, porque no hay mayor herida que sentir el desprecio, pero una vez empieza decide ir hasta el final. Ahí ya no puede existir una vuelta atrás", pone en sobreaviso a los lectores el autor de "La noche en que Frankenstein leyó El Quijote". Respecto a la posibilidad de que esta heroína, esposa del estratega militar y más tarde emperador Septemio Severo, tenga vida en una nueva entrega, el filólogo levantino destaca que en los casos de Escipión y Trajano eso no fue una exigencia sino una invitación para seguir escribiendo. En Yo, Julia solo está la gloria que vivió entre 192 y 197, pero ella estuvo unida al poder hasta el año 217. Este es un Planeta de 700 páginas; no es lo habitual en la novela ganadora, pero sí en mi obra... Ellos han comprado el pack entero: al autor y a una buena historia", avisa.