El polifacético escritor catalán Albert Espinosa (Barcelona, 1973) es un autor terapéutico. Sus relatos son una invitación a la vida, a disfrutar de esa existencia terrenal que a veces no se sabe saborear con plenitud. Este narrador, guionista, actor, dramaturgo, director de cine e ingeniero industrial ha publicado su octavo libro, "Finales que merecen una historia", del que hoy firmará ejemplares, desde las 19:00 a las 21:30 horas, en la séptima planta de El Corte Inglés de la Avenida 3 de Mayo en Santa Cruz. El aforo estará limitado a cien personas y se repartirán números por orden de llegada.

Películas como "Planta 4ª", dirigida por Antonio Mercero, la serie de televisión "Pulseras rojas", adaptada en más de cuarenta países, incluso por el cineasta Steven Spielberg, además de ocho libros y más de una veintena de obras de teatro, suscriben su actitud ante la vida. Él exhala mucha vitalidad tras superar cuatro cánceres y haber vivido muchos años en hospitales.

¿Tiene algo de especial este libro de los finales?

Es un libro de relatos que tenía muchas ganas de escribir hace tiempo. Es un libro donde escribo primero los finales y después el resto de los relatos. Para mí tienen energía, son cuentos casi terapéuticos que ayudan a soñar despierto con el alma dormida.

Cada cuento tiene una portada-póster y una cita de presentación con cierto aire filosófico, ¿en qué género inscribe esta obra?

Para mí es narrativa. Lo que sí ocurre es que cada uno empieza con una reflexión de una señora de 94 años que conocí en el hospital. Me contaba enseñanzas de la vida. Con ella, con sus ideas, prologué cada historia, como la que dice "lo que perdimos en el fuego renacerá en las cenizas", que es uno de los títulos. Con este tipo de frases he hecho como un prólogo de cada una de las historias y tiene un dibujo de cómo sería el póster de cine de esas historias. La autora de estos dibujos es Vero Navarro, que ha captado perfectamente la esencia de cada cuento.

¿Qué pretende transmitir con este tipo de historias?

Son historias que me han contado o me han explicado. Lo que intento es crear historias que estén relacionadas. Cada uno de los personajes principales de cada cuento aparece como secundario en otros. Me ha gustado crear relatos que después de leerlos te llevan a plantearte muchas cosas. Hay algunas que hablan del futuro, otras de enfermedades, otras de la actitud ante la vida... son temas bastante variados. Esta forma de relatos cortos ha llegado bien a la gente. Te hacen pensar, reír, llorar o emocionarte.

¿Cuáles son las claves de su obra en todas sus facetas creativas?

Intento hacer siempre historias que me agraden a mí, que tengan ideas sobre todo, de que cualquier pérdida es siempre una ganancia.

¿Cómo se imagina al lector o espectador de sus trabajos?

Es muy variado, de muchas edades. Desde gente muy joven hasta gente muy mayor. Si vengo a firmar tanto a Canarias, es porque el público canario tiene algo muy especial, es muy cariñoso. Te da un calor muy especial, te coge y te explica lo que ha sentido.

¿Y sus personajes?

Creo que son vitalistas. Su propósito es intentar encontrar un objetivo y luchar por él. Son sobre todo vitalistas, aman la vida.

¿Y cuál sería su objetivo?

Vivir. Creo que es lo más básico. Creo en esa frase que dice "no es triste morir, lo triste es no vivir intensamente". Intento sobre todo vivir, gozar con el día a día, con todo lo que te da la vida. Mis personajes también tienen ese propósito.

¿Qué le ha enseñado la vida?

Tuve cuatro cánceres de los catorce a los veinticuatro años, con lo cual me ha enseñado mucho porque con quince años tuve posibilidades de morir y realmente fue como revivir. Creo que el dolor es la enseñanza máxima, es una enseñanza muy brutal. Fueron años donde perdí muchos amigos, pero también me dieron muchas otras cosas que realmente han abarcado parte de mis series y de mis historias.

¿Comparte la idea de que sufrir estimula la creatividad?

Bueno, si se puede no sufrir, mucho mejor. Si lees obras de Oscar Wilde, entiendes que el dolor quizás es una emoción máxima. No creo que la gente tenga que sufrir para contar historias, pero sí creo que si te pasa algo, es verdad que se puede aprovechar esa pérdida para convertirla en una ganancia.

¿Tiene dudas existenciales?

No me planteo muchas dudas, pero creo que al final el problema es la diferencia entre lo que piensas, lo que te depara la vida y lo que crees que mereces. Realmente no aspiro a mucho, respiro y no me planteo lo que venga.

¿Defiende el inconformismo?

Lo que defiendo es esa frase que dice: "ama tus diferencias", lo que te hace único. Defiendo que la gente quiera sus diferencias. A mí me faltan una pierna, un pulmón y un trozo de hígado y amo mis diferencias. Creo que hay que amar esas cosas que te hacen único.

¿Nos quejamos de vicio?

Creo que se valora poco estar vivo. Yo que estoy vivo de milagro me parece que estar vivo es algo que hay que valorarlo mucho más. La vida a veces te da cosas que no parecen alegres, pero sí que lo son a la larga. Creo que hay que ver todo esto con perspectiva.

¿Es usted religioso?

Siempre digo que mi religión es la gente buena. Cuando conozco a alguien buena persona se convierte en mi religión.

¿Cuáles son los males de la sociedad actual para usted?

Mi madre hospitalaria me dijo una vez que no me informara más de cinco minutos al día, porque si no, te anestesia. Tampoco soy de aquellos que suelen estar muy informados. Me gusta explorar más las emociones, los sentimientos, el entorno. Darle más valor a las emociones y darle más valor, por ejemplo, a cambiar algunas asignaturas de los colegios. Creo que iría mejor si se enseñase amistad, lo que es la muerte, el dolor, emociones que se podrían transmitir desde pequeños. Aprender a hacer un duelo debería ser una asignatura obligatoria en el colegio, que te preparen desde pequeño, también a amar la diferencia.

¿Qué le sugieren términos como pena o lástima?

Son muy absurdos. Por ejemplo, a un chico con alguna diferencia la gente lo mira con pena cuando quizás está teniendo una felicidad y una sonrisa que el que lo está mirando con pena quizás no las tenga nunca.