El hecho de participar desde el origen en la genésis de una compañía de danza como Lava, un proyecto pionero en la Isla, lo considera especial, "sobre todo por lo que tiene que ver con la vuelta a casa después de haber estado durante muchos años trabajando fuera".

Así, desde lo interior, se expresa Javier Arozena (Tenerife, 1977). Estudió en el Centro Andaluz de Danza antes de formar parte de la compañía de graduados que tiene la institución, desde donde pasó a Barcelona para terminar su formación en el Instituto del Teatro y, casi de manera inmediata, se subió a los escenarios, primero con Ramón Oller, en Metros, allá por el año 2002, y después en Thomas Noon Dance.

Precisamente, con esta formación y sobre todo en los últimos tiempos, Javier Arozena participó en programas enfocados hacia la pedagogía y también la inclusión social, algo que considera importante, "no solo por nuestro desarrollo como intérpretes en otros campos, sino por lo que representa en cuanto a la aportación e implicación social de un arte como la danza y en cómo acercar la cultura a diferentes colectivos".

A estas alturas, se siente orgulloso de volver a su tierra y de hacerlo, además, para trabajar en un proyecto estable. "Me agrada tener a los míos cerca y también, en cierta manera, hacerlos partícipes de todo esto". Y es que, como este bailarín reconoce, "el trabajo en la distancia siempre lleva de la mano un punto de soledad", esa melancolía que acarrea en su maleta todo artista viajero.

Ahora vuelve a casa para mostrar lo que lleva dentro, quién es tanto personal como profesionalmente, no con una propuesta autofinanciada, sino desde un proyecto sostenido por un organismo como Auditorio de Tenerife.

Este domingo, la compañía Lava debutará en público representando, en la sala Sinfónica del Auditorio, dos piezas de un repertorio que se abre.

La ilusión primera de pisar el escenario no la ha perdido. "Es parte fundamental en una carrera como la nuestra. Evidentemente, un artista se va formando y haciendo a lo largo de los años, pero debes conservar esa ilusión y la curiosidad, las ganas de jugar...".

"Y es que", reflexiona Javier Arozena, "un proceso creativo se nutre de eso. Siempre hay que mantener despierta la capacidad de asombro", esa llave que te ayude a proponer.

Porque sostiene que "el escenario es nuestro elemento, el lugar donde nos sentimos cómodos, el que nos permite manipular el espacio, el tiempo, el ritmo... Todo".

El estreno de este domingo se lo imagina desde la ilusión que alimenta a todo el equipo que integra Lava. "Después de tres meses de intenso trabajo tenemos ganas de lanzarlo, de cristalizar todo ese tiempo de estudio" y hacerlo en forma de baile, para así "llevarlo por los escenarios" y dar a conocer el trabajo que, en un arte escénica como es la danza, se realiza y desarrolla desde Tenerife y Canarias hacia el mundo.

Javier Arozena

bailarín