Como un Roi Lichtenstein caribeño, el artista cubano Diango Hernández parte de una forma simple, la curva de una ola, para tratar de traducir a un lenguaje universal textos profundamente arraigados en la identidad cubana, de los versos del prócer independentista José Martí a los discursos de Fidel Castro.

Hernández acaba de inaugurar en La Habana la exposición "Salvavidas", que supone el regreso de su obra a Cuba tras trece años de ausencia y en la que el trasfondo de las obras son los "Versos sencillos" de Martí, unas palabras que para el artista han sido una tabla de salvación desde que se fue a vivir al extranjero hace casi dos décadas.

"Viajar está bien, pero cuando decides vivir fuera es cuando la gravedad ejerce su fuerza mayor y te tira abajo. Estuve cinco años viviendo en Europa pero sin llegar a Europa", explica este creador formado en el sistema cubano de enseñanza de las artes.

La fuerza para adaptarse a su vida en el exterior la sacó de textos muy arraigados en la psique colectiva de su país, y para los que inventó un "idioma", el de las curvas y las olas, con el que trasladarlos a sus obras.

Así, en sus lienzos, esculturas e instalaciones cada curva representa una letra de un texto concreto, de forma que poemas y hasta discursos completos de Castro quedan contenidos en las obras, aunque no puedan leerse, con el fin de "convertir cosas culturales muy específicas en universales".

La primera de sus obras con este concepto contenía las célebres "Palabras a los intelectuales" de Fidel Castro, un discurso de 1961 en el que el ya fallecido expresidente lanzó una advertencia que quedó grabada a fuego en las conciencias artísticas: "Dentro de la Revolución, todo. Contra la Revolución, nada".

A la muestra en Cuba, que estará hasta marzo en la galería Arsenal Habana, en pleno corazón popular de la ciudad, ha traído casi una veintena de lienzos pintados en Europa -reside en Alemania- y dos esculturas y una instalación de hierro creadas en la capital de la isla con técnicas tradicionales de forja.

"La palma", "Hombre sincero" o "El necio se entierra" son algunos de los títulos de estas creaciones que tienen en común esas olas que para el artista, además de letras, representan el mar al que ningún cubano es ajeno.

"El mar era algo bonito pero en los años ochenta -con las crisis migratorias- se convierte en la frontera. Toda mi familia paterna se fue, todos los temas tenían que ver con irse, no había otra alternativa", afirma este miembro de la "generación del desarraigo".

Hernández recuerda cómo antes de partir de Cuba se sentaba con sus amigos en el malecón mirando hacia el mar, de espaldas a la ciudad, mientras ahora observa cómo los jóvenes se sientan en ese emblemático paseo costero de cara a La Habana.

De aquella época data también otra constante en su obra, las ondas radiofónicas, que en su obra representa de forma similar a la curva de las olas pero empleando el icono de forma vertical: "la radio se convirtió en la posibilidad de achicar el mar que nos rodeaba", recuerda.

A través de esas ondas y con antenas ilegales los cubanos captaban las emisoras de radio de Florida en los tiempos de mayor enfrentamiento con Estados Unidos, y así accedían a la información internacional que no se publicaba en la controlada prensa estatal, y sobre todo a los éxitos musicales del momento

La próxima parada en Cuba de Diango Hernández será en la Bienal de La Habana tras pasar este mes por la Art Basel de Miami, donde sus cuadros contenían, una vez más, discursos de Castro, codificados en miles de olas que unidas formaban los retratos de algunas de las personas que se refugiaron en la Embajada de Perú en Cuba durante la crisis de 1980 que desembocó en el éxodo masivo desde el Mariel.