Alfonso Delgado empezó a escribir su primera novela, "Queda la broza", hace más de diez años, cuando le entró cierta nostalgia de la niñez, de cuando acudía con sus amigos a las playas que existían desde el castillo de San Juan hasta Las Teresitas, o cuando jugaba en el muelle. Aquel deseo ya se ha hecho realidad de la mano de Canarias 3puntocero.

La historia, que se desarrolla entre la capital tinerfeña y París, es narrada a través de dos mujeres, Josefa y Ofelia, y un hombre, Lisandro, liberal, masón, libre pensador y primer librero de Canarias, defiende el autor, que hasta ahora había publicado algunos relatos cortos y poesía, sobre todo cuando formó parte del grupo Los Novísimos en el año 1976.

"En esta obra cuento una historia muy de Tenerife, con personajes de una saga familiar que se desarrolla desde el año 1898 en adelante y que en esta primera parte llega hasta 1916. No sé si podré continuar, aunque la intención es seguir, no una trilogía, pero sí una historia que se entrelaza con unos personajes que me resultan atractivos para investigar y desmenuzar".

El periodo histórico que se describe en la obra responde a varias cuestiones. La elección del año 1916 se debe a que marcó un momento crucial en la historia, como fue la Gran Guerra y las expectativas sociales y políticas que trae consigo, que cambian el mundo, aunque el libro acaba con puntos suspensivos.

El relato comienza en 1898, cuando llega al muelle de Santa Cruz un crucero escocés, momento en el que se produce un antes y un después en los personajes que habitan en "Queda la broza".

"Uno de los personajes es un librero, que viene a ser mi bisabuelo, Antonio Delgado Yumar se llamaba realmente, Lisandro en la novela. Hemos desarrollado su historia. Era un francmasón que iba cada año y medio a París; luego mi padre encontró unos diarios y unas cartas que de alguna manera aumentaron mi interés por este hombre", explicó.

La mezcla de ficción y realidad que entreteje Delgado en la novela facilita que muchos de los personajes sean reales. "No me invento todo sino que aporto la esencia de unas cosas que oí contar a mis abuelos, a mis padres, de alguna manera entronca con lo que son mis raíces".

Este pintor y escritor, vinculado activamente a las artes escénicas, ha construido este relato a partir de la diversa documentación que ha consultado y de sus recuerdos de la niñez. "La obra refleja esa vida de Santa Cruz cuando era un balcón al mar, cuando miraba al mar. Yo lo viví de alguna manera antes de que desapareciera, cuando las olas llegaban hasta la balaustrada del Cabildo y las playas que había hasta San Andrés. Eran todas calas, que iban desde el castillo de San Juan hasta Las Teresitas, que la gente de San Andrés la llamaba tras la arena porque Las Teresitas es el barranco que está al final de la playa".

"Queda la broza" tiene tres personajes centrales, Lisandro, Josefa y Ofelia, quienes representan algunas inquietudes vitales de los isleños. "Esta novela trata también sobre el ansia que tenemos los isleños de ir más allá y de libertad. Toda la trama transcurre en Santa Cruz, aunque hay una parte en la que Lisandro va a París y vive una historia de amor. Es una gran aficionado al arte y nos habla de toda esa experiencia suya con el teatro, la ópera y la pintura".

Con respecto a las dos mujeres protagonistas destacó que son unas luchadoras que se atreven a construirse a sí mismas, dependiendo de sus recursos y aptitudes. "Son mujeres que van más allá de su sombra y van buscando la libertad, ser más íntegras, más abiertas. Desde la más humilde, Josefa, hasta la de clase alta, Ofelia".

Josefa, nacida para servir, vive entre pescadores, las lavanderas y quienes no tienen más visión que sus propias carencias. "Es una lavandera de la ciudad que busca la libertad y huye de un matrimonio fallido. Intenta transmitir a sus hijos ese afán de libertad y la posibilidad de ser otros".

Ofelia, de la clase alta palmera, con una sólida formación cultural. "Es una aristócrata palmera que se mete en el Monasterio de la Trinidad del Císter de La Palma. Ofelia Catalina Mariana es religiosa, que profesa huyendo de una vida a la que la destinan, que es cuidar de su tierra y un buen matrimonio. Se niega a ello e ingresa en el Císter. Consigue su libertad cuando abandona la Isla y se va a un lugar donde no la conocen, a Uruguay, donde encuentra un amor apasionado y vive feliz".

El escritor Vicente Molina Foix asegura que "la sensualidad vivida en toda su riqueza, los hermosos paisajes, y culturas evocadas, y el vibrante pulso narrativo de Alfonso Delgado, hacen de esta novela un espejo de la libertad, de la Historia y del poder inextinguible de la pasión amorosa".

Retazos de Santa Cruz

Aunque "Queda la broza" no es una novela histórica, sí que incluye referencias sobre Santa Cruz que las últimas generaciones desconocen o se han olvidado, como la playa de La Peñita o la de San Antonio. "Sitios adonde iba con mi madre a darme baños, o el muelle, ya que en aquella época no se hablaba del puerto. Era la entrada, la puerta de tierra a la ciudad, donde íbamos todos los niños de Santa Cruz de mi edad, que sobrepasan los 50 y los 60. Íbamos a pasear con nuestros abuelos al muelle. Eso lo he comprobado con muchos compañeros", aseguró Delgado.

Cambulloneros

En aquella época no tan lejana se llenaba el muelle de una vida bulliciosa con los cambulloneros. "Con todos los barcos que iban a América, o venían de Australia hacia Inglaterra... Era esa parte del tinerfeño hospitalario, curioso, con ganas de hablar con los extranjeros. Eso lo hemos vivido también, algo que se ha ido distanciando. Después te encontrabas con escoceses o ingleses, que incluso te los llevabas a comer a tu casa. Es una cosa que ha ido desapareciendo, pero que los mayores nos acordamos".

Narrativa del siglo XIX

La primera novela de Delgado es una crónica repleta de retazos de la historia de Santa Cruz, con un estilo que entronca directamente con la narrativa del siglo XIX. "Me fascina la novela del siglo XIX, la española, la rusa o la inglesa. Escritores como Chejov, Turgeniev o Dostoievski, o el mismísimo Galdós. En la novela aparecen referencias a ellos por la conexión directa del librero Leandro con Ofelia, a la que enviaba libros a La Palma. Él al final estaba deslumbrado y casi enamorado de ella, porque tenía un alto nivel de conocimientos sobre literatura y astronomía. Tenía su propio telescopio".

Crónica de veinte años

Delgado también recuerda que una de las partes más divertidas de sus investigaciones sobre el viejo Santa Cruz fue la relacionada con las compañías de teatro que recalaban en Tenerife camino a América, como María Ana de Jesús Guerrero, una actriz y empresaria dramática española que controló un amplio periodo de la escena teatral española e hispanoamericana. "Fue un personaje crucial en las formación de nuestros bisabuelos y abuelos. Venía cada temporada a Tenerife y pasaba largo tiempo en Tenerife camino a Argentina y Uruguay". También comentó que persigue "la vida que se ha ido adormilando en una ciudad curiosa, con un patrimonio arquitectónico maravilloso, sobre todo del auge racionalista, entre los años 20 y 30 del siglo pasado".