Quienes lo conocen bien de cerca, familiares y amigos íntimos, siempre han elogiado su capacidad para contar. Y, precisamente, fueron ellos quienes lo animaron y casi empujaron a escribir tantas vivencias y experiencias.

Cuando cesó en sus actividades profesionales, con la complicidad del tiempo, se armó de valor, se sentó delante del ordenador y tradujo así, no sin esfuerzo, todo un caudal de sentimientos y memorias, "el mismo día en el que cumplía setenta y cinco años".

Así fue como Nicolás Soriano y Benítez de Lugo (Tenerife, 1938) asumió el desafío de trasladar al formato de un libro lo que considera representa "una autobiografía", una vida polifacética y todo un conjunto de confesiones que se han hecho realidad en el trabajo titulado "Iré donde tú vayas", que se presentaba en sociedad, el pasado 10 de diciembre, en el Real Casino de Tenerife.

Casi sin quererlo hizo una introducción: "Elaboré un índice y poco a poco fui dando cuerpo a aquello", dice, enfrascándose en una aventura que lo ha ocupado estos últimos cinco años.

Lo cierto es que todo el relato está contextualizado en tiempo y lugar, porque "evidentemente los hechos ocurren en un momento determinado", desde Tenerife, donde nació, a Salamanca, donde cursó estudios, Madrid o Roma. "Y esas vivencias me han hecho recordar, una voz que etimológicamente significa volver a pasar sobre el corazón".

Este libro tiene mucho de relato, pero también de ensayo, "porque no solo me limitó a contar, sino que incorporo reflexiones", y tiene que ver con la sociología y la antropología, además de con la historia.

"La sociedad de hace cuarenta, cincuenta o sesenta años no tiene nada que ver con la actual", sostiene Nicolás Soriano. "El cambio que hemos experimentado ha sido tremendo" y, a propósito, refiere en su libro que, debido a las malas conexiones y a la dispersión de la población, "había mucho analfabetismo en Canarias, un mal que hoy, prácticamente, está erradicado". Y subraya cómo esa falta de formación condujo "a la sumisión, la ignorancia y a la aceptación de lo que decía el primero que llegaba".

Soriano considera que en el plano de la educación no hemos avanzado, "más bien diría que hemos retrocedido". A su juicio existe "una crisis de valores evidente, que entonces tenían importancia y que por definición deberían ser permanentes, y que han dado lugar a carencias importantes".

Las personas que lo conocen saben bien las decisiones que ha tomado y hay quienes hasta la aparición de este libro ignoraban una parte primera de su vida, "Mi vocación sacerdotal y el ejercicio del sacerdocio en la Cruz del Señor, en Icod de los Vinos, en el barrio de la Salud y en Los Realejos".

Fue un tiempo que denomina "la década prodigiosa", en los años sesenta, hasta que asumió una decisión trascendental "importante, madurada y reflexionada", que lo condujo a la renuncia del ejercicio del sacerdocio.

El inicio de una nueva vida es el capítulo que titula "La cara B", con nuevos estudios y una nueva profesión. "Cambia mi forma de vida y actuar, mi forma de ver el mundo y a los demás, pero lo que no alteré fueron mis valores". Y narra así una evolución personal e interior.

El libro se abre con dedicatorias, primero a su mujer: "Paso por el nacimiento de nuestra hija Sonsoles, con síndrome de Down, y su fallecimiento, y por este motivo con la creación, junto a mi mujer, de la Fundación Sonsoles Soriano, que se dedica a la tutela de personas con discapacidad intelectual que se encuentran en situación de desamparo o de olvido". Actualmente tutelan a 44 personas y celebran su quince aniversario.

Y esa ha sido para Nicolás Soriano, tal y como refleja en este libro, su "gran obra".