Oficialmente se llama Francisco José López Varona, nació hace 61 años en Madrid y desde el arranque de la década de los ochenta del siglo XX acompaña a Joaquín Sabina en sus "travesuras" musicales. El viernes regresa a Aguere para impulsar una "Noche Sabinera" en el teatro Leal junto a Mara Barros y Antonio García de Diego. "Esas veladas funcionan gracias a la complicidad de los espectadores", asegura sobre una cita que está programada para las nueve de la noche. Antes, Pancho Varona analiza para EL DÍA el perímetro de un universo creativo admirado por millones de seguidores. "Creo que Sabina persigue un adiós a lo Cohen: morir en los escenarios", comenta sobre su "jefe".

¿Qué expectativas tiene de cara al concierto que van a ofrecer el viernes en el teatro Leal?

Espero que la gente que vaya a vernos, y sobre todo a escucharnos, lo haga con muchas ganas de reencontrarse con un puñado de buenas canciones.

¿Cuáles son los ingredientes de una "Noche Sabinera"?

El público de Joaquín es muy fiel y se implica muchísimo en los conciertos de este perfil. Estas veladas funcionan gracias a la complicidad de los espectadores. La receta es sencilla: un poco de cariño, mucha cercanía y, sobre todo, estar dispuestos/as a pasar un buen rato entre amigos... Esas canciones han ido anidando en el alma de un buen número de personas.

Imagino que después de tantos años ya se ha podido hacer con una imagen muy aproximada del perfil de esa parroquia; ¿cómo es el público que sigue a Sabina?

Es muy leal... Es un público con un punto de inteligencia importante porque Joaquín tiene un problema o una virtud, depende de la persona que hable de él, y es que escribe bonito y no siempre se deja entender... Para comprenderlo y quererlo hay que saber medir bien la dimensión de un creador único. A mí la gente me quiere simplemente por el hecho de haber estado junto a él tanto tiempo. A ellos les importa más la fidelidad y lealtad que nos tenemos entre nosotros que mi calidad como músico.

Cuando se habla de canciones de catálogo es muy difícil sentirse rechazado, ¿No?

Me gusta eso de "canciones de catálogo". ¡Se lo compro! Esas historias viven en un equilibrio casi perfecto. Modestamente la música no está mal, pero las letras son realmente maravillosas. En ese apartado jugamos con una gran ventaja sobre los demás. Joaquín vale su peso en oro por lo que escribe y por los silencios que crea dentro de sus canciones. Cuando estás al lado de un número uno todo es más sencillo. Permanecer tantos años al lado de Sabina ha sido una gran bendición.

Hace unos minutos habló de lealtad, algo que se afianza con el paso de los años pero que siempre acaba pasando factura: Beatles, Mecano, Rolling Stones, Duncan Dhu... ¿La historia de la música está repleta de batallas intestinas o rupturas que ustedes han sabido llevar más o menos bien?

Eso es cierto -sonríe-... Joaquín, medio en serio o en broma, siempre dice que somos más grupo que los grupos de música en sí aunque este espectáculo está ligado a su figura. Igual hemos sabido ser más listos que otros para capear los bandazos que nos ha pegado la música... Ya le adelanto que los ha habido, pero también fuimos lo suficientemente maduros para resolverlos de una forma civilizada. Siendo un poco sensatos se lleva todo mejor. En la industria de la música hay demasiada insensatez, pero decir las cosas a la cara ayuda a seguir adelante... Cuando encuentras a alguien como él lo aconsejable es no querer dejarle nunca. Sobre todo, porque es muy difícil encontrar un ejemplo superior en los tiempos que corren.

¿A pesar de las reglas propias del mercado, cuánto ayuda saber rodearse de un buen número de temas que nunca pasan de moda?

Son canciones que un día llegaron y decidieron quedarse. Por eso las seguimos cantando 15, 20 o 25 años después. Eso no es fácil, pero el talento es capaz de sobrevivir en el tiempo... Joaquín no se molesta en escribir una canción y percibe que esta no tiene un mensaje. Luego, el público siempre es el que decide qué es lo hace con esas letras. A todos nos gusta que nos cuenten algo bonito. Cuando hablo de bonito no me refiero únicamente a historias de princesas, sino a canciones en las que nos podamos ver reflejados.

Hay ejemplos artísticos, que al igual que sucede con un buen vino, mejoran a medida que van cumpliendo años. ¿La "Noche Sabinera" tiene buqué que garantiza una gran cita?

Eso lo deciden otros, pero algo debe ocurrir con nosotros para que aún no nos hayan echado de los escenarios. No somos músicos de paso; sentimos lo que hacemos y eso al final es lo que agradece el público que acude al teatro. Estas canciones han madurado bien y, a veces, incluso han mejorado con el tratamiento que le hemos dado en un estudio de grabación. Estamos hablando, en algunos casos, de composiciones que nacieron en los años 80. Hace cuatro décadas no había tantos adelantos tecnológicos y todo era natural, aunque reconozco que algunas de sus texturas se han visto favorecidas por lo que denominan modernidad. Una buena canción es capaz de resistir el paso del tiempo y todos los avances con mucha dignidad.

Lo que no deja de ser extraño es que detrás de una fórmula aparentemente tan sencilla, y no interprete mal este comentario, exista algo tan delicado... Un cantante, unos músicos y un repertorio que suele encontrar una buena acogida.

No lo voy a hacer... Muchas gracias por ese análisis. A todos nos gustaría contar las cosas como las hace Joaquín, pero no la mayoría no lo sabemos hacer. Por eso resulta tan gratificante estar a su lado en el apartado musical. Él cuenta las cosas de una forma simple, pero sin dejar de lado una alta literatura que es bastante agradable de escuchar.

¿Saber contar una canción no es una tarea sencilla?

Contarla no, cantarla es mucho más sencillo. Hay quien cuenta historias a través de la música y quienes usan la música para contar cosas. Yo no voy a entrar a valorar a los segundos, pero yo soy de los que prefieren que les cuenten una canción... Algunos dicen que somos más contantes que cantantes y seré yo quien desmienta esa afirmación.

¿Se siente un privilegiado por poder vivir contando canciones?

Absolutamente. Todos los días doy gracias, no a Dios precisamente, por dedicarme a esto... Gracias por haberme encontrado hace ya 37 años con Joaquín Sabina y seguir a su lado. Yo he tenido la fortuna de no estar en una oficina como mis compañeros de clase. Esos son los que tuvieron suerte, porque otros están parados o cobrando una pensión de jubilado. Sigo haciendo lo que mejor se me da.

Los que conocen bien a Joaquín Sabina tienen una imagen de él que dista mucho a todo lo que se cuenta sobre su carácter agrio y distante.

¡Qué va! Es un encanto de persona. Ya es un abuelete que se emociona más de la cuenta, pero sus sentimientos son nobles.

¿Da la sensación que es uno de esos talentos que está dispuesto a morir con las botas puestas?

Sabina es el tipo más generoso con el que me he cruzado en esta vida; un extraterrestre que vive este mundo de una manera especial. Para permanecer tanto tiempo en la música hay que estar hecho de una pasta especial. Creo que Sabina busca un adiós a lo Leonard Cohen: quiere morir en los escenarios. Mi intención es quedarme un ratito más, aunque creo que las intenciones de Antonio García de Diego son otras. Joaquín Sabina está por la labor de seguir los pasos de Cohen, Cliff Richard, Dylan... Va a estar de gira en gira hasta que reviente.