Con el fallecimiento este viernes del editor Claudio López Lamadrid desaparece la figura más importante de una generación que había sucedido a los legendarios editores que vivieron el final del franquismo y la llegada de la democracia.

De orígenes aristocráticos (era el hijo mayor del tercer Marqués de Comillas), Claudio López Lamadrid había nacido en Barcelona en 1960 y pertenecía a una estirpe familiar estrechamente vinculada al mundo de la cultura y de la literatura.

Había recogido el testigo de editores como su tío Antonio López Lamadrid y Beatriz de Moura, de Jorge Herralde, de Jaume Vallcorba, o de Josep Maria Castellet.

El hasta ahora director editorial de la división en español del grupo Penguin Random House, había sido editor y traductor y a lo largo de su dilatada carrera fue el responsable de difundir en castellano la obra del estadounidense David Foster Wallace y el Nobel J.M. Coetzee, además de haber jugado un papel primordial en la edición de la obra del español Javier Cercas.

El legado editorial que deja el malogrado editor incluye nombres como Gabriel García Márquez, Philip Roth, Salman Rushdie o James Ellroy.

En la víspera de su muerte había cerrado una nueva y especial edición de "El año del pensamiento mágico", el clásico de Joan Didion, ilustrado por Paula Bonet. Será ya una edición póstuma que verá la luz a lo largo de 2019 en Literatura Random House.

Se formó en su juventud en París junto al editor Christian Bourgois, y continuó su trabajo editorial en la barcelonesa Tusquets, el sello de su tío Antonio López Lamadrid y Beatriz de Moura.

Tras diez años de formación en Tusquets, Claudio López impulsó la creación del sello Galaxia Gutenberg de Círculo de Lectores y de ahí dio el salto en 1997 a Grijalbo, posteriormente aliado a Mondadori, en el que ejerció como director literario.

Licenciado en Derecho por la Universidad de Barcelona y MBA en la Harvard Business School, López Lamadrid, un seguidor incondicional del RCD Espanyol, era muy activo en redes sociales donde hablaba siempre de literatura y desmitificaba a los escritores, en muchas ocasiones haciéndose una autofoto con ellos como si de un fan cazaautógrafos se tratara.

En esos autorretratos compartidos aparecen figuras como Ida Vitale, J.M. Coetzee, Vargas Llosa, Orhan Pamuk, Salman Rushdie, Lobo Antunes, Elmer Mendoza o el dibujante Francisco Ibáñez.

A Gabo lo trató durante los últimos quince años de su vida "siempre fuera de Barcelona, en México, en la capital y en Guadalajara, y siempre empezábamos la conversación con la frase ''¿qué noticias nos traes de Barcelona?'', que significaba hablar de Barcelona, de Beatriz de Moura, de mi tío Toni López Lamadrid, o de Carmen Balcells, la superagente 86", relataba el propio editor en marzo de 2015, cuando el Ayuntamiento de Barcelona concedió la Medalla de Oro a título póstumo a García Márquez.

Justo un día antes de morir, Claudio López felicitaba en sus cuentas en redes sociales el cumpleaños de su "poeta vivo favorito", Raúl Zurita, de quien reproducía unos versos casi premonitorios: "Y luego, cuando las grandes aves se derrumben/y las nubes nos indiquen/que se nos fue la vida entre los dedos/guárdame todavía en ti/tenme en ti, en la brizna de aire que aún ocupa tu voz/dura y remota/como los cauces glaciares en que la Primavera desciende".