Su figura apenas resulta perceptible y para muchas personas puede pasar hasta desapercibida. Así se mantiene, ajena, en silencio, posada e inmóvil en las alturas del Auditorio de Tenerife, alongada y vigilando con la dimensión de su mirada el espacio que circunda el enorme edificio, hasta que de repente, como si hubiera recibido la orden de entrada de un director de orquesta, bate sus alas al compás de un tres por dos y ataca el vuelo agitando con intensidad sus alas.

"Catalina", que así se llama esta hembra de halcón sacre, inicia entonces un movimiento rítmico y con un natural y perfecto equilibrio se sostiene suspendida en el aire, como una nota musical, camino de su posterior cadencia.

Prácticamente desde que se inauguró el Auditorio de Tenerife, allá por el mes de abril del año 2003, existe una empresa que presta un servicio de vigilancia con aves en la zona de este emblemático edificio. "Todos los días del año se controla el perímetro por medio del vuelo de estas rapaces", comenta David, su cuidador.

El objetivo que se persigue con estos vuelos no es otro que "intimidar y persuadir", explica David, y en modo alguno establecer una "cruel lucha o persecución" con otras aves, precisa. La simple presencia, la silueta de la rapaz, mantiene alejadas del perímetro a determinadas especies que pueden resultar dañinas para la integridad del edificio y del entorno urbano, como es el caso de los excrementos de las palomas, cuyas soluciones salinas penetran en las porosidades de la piedra, donde terminan cristalizando.

"Catalina" está perfectamente entrenada y acostumbrada a sobrevolar la zona del Auditorio, responde solícita a la llamada del señuelo y recibe, en consecuencia, la recompensa de la comida.

David, que es un cetrero autodidacta, cuenta que en ocasiones se ha alejado del lugar. "La hemos encontrado en la zona de Los Campitos y una vez tuvimos que ir a buscarla hasta Arico".

La empresa ha utilizado diferentes clases de rapaces, desde halcones híbridos (resultado del cruce de especies), sacres, peregrinos, los más conocidos, y también aguilillas de Harris.