Alfonso Delgado Núñez (Santa Cruz de Tenerife, 1955 -2019) fue un amante sincero de la cultura en general, sobre todo de las facetas que eligió para dar rienda suelta a su despierta imaginación y a esas ganas de comunicar a los demás esos sentimientos que pululaban por su inquieta creatividad, a pesar de su timidez.

Hace varios meses vio publicada su primera y única novela, "Queda la broza", a la que le hubiera gustado dar continuidad, pero un fatal desenlace de la larga enfermedad que padecía frustró la noche del pasado domingo ese deseo y otros tantos que le hubiera gustado desarrollar.

Pintura, escultura, poesía, narrativa, danza, música y las artes escénicas centraron el quehacer de este chicharrero que en su último legado, su novela, rememoró aquella niñez que echaba de menos, aquella feliz época en la que todo era ilusión, cuando paseaba con sus abuelos, sus padres y otros seres queridos.

Sinceridad, nostalgia, amor, admiración por la mujer y ansias de libertad, entre otros sentimientos, presiden la historia que evoca en "Queda la broza", un texto que refleja el espíritu de este creador cuya obra y recuerdo permanecerán latentes entre todos los que le quisieron y admiraron por su honestidad, su inteligente bonhomía y su buen hacer.

Delgado confesó en una entrevista que publicó EL DÍA el pasado 24 de diciembre de 2018 que echaba mucho de menos el Santa Cruz de cuando era un verdadero balcón al mar, cuando jugaba con sus amigos en el viejo muelle, o cuando se bañaba en aquellas pequeñas playas que existían entre el castillo de San Juan hasta Las Teresitas, como la Playa de la Peñita o la de San Antonio, entre otros espacios donde fue feliz.

Como poeta formó parte del grupo Los Novísimos en 1976, aunque siempre siguió escribiendo poemas, cuentos y otros relatos en los que volcó su probada imaginación y sus sensaciones vitales, además de numerosos artículos de divulgación artística.

Su bautizo público como artista fue en el Ateneo de La Laguna, en el año 1977 con la colección "Puesta a punto". A partir de entonces expuso su obra de forma individual o colectiva en las capitales canarias, París, Lieja, México y Alemania. La última vez que mostró su trabajo fue en 2016, "Puerto Olvido", en la Sala MAC de la capital tinerfeña.

La literatura fue también otro de los refugios en los que encontró deseos de contar sus sentimientos. Ahí surgió su primera novela, un proyecto hecho realidad que acarició durante más de una década y al que pensó darle continuidad. Una narración que se desarrolla entre Santa Cruz de Tenerife y París, con tres personajes centrales, dos mujeres y un hombre, su bisabuelo Lisandro.

"En esta obra cuento una historia muy de Tenerife, con personajes de una saga familiar que se desarrolla desde el año 1898 en adelante y que en esta primera parte llega hasta 1916. No se si podré continuar, aunque la intención es seguir, no una trilogía, pero sí una historia que se entrelaza con unos personajes que me resultan atractivos para investigar y desmenuzar", comentó el autor.

Para Vicente Molina Foix, su obra, llena de sensualidad, hermosos paisajes y culturas evocadas es "un espejo de la libertad, de la historia y del poder inextinguible de la pasión amorosa".