La sede de la Fundación CajaCanarias acogió el pasado lunes la presentación de los tres últimos números de la Biblioteca de Artistas Canarios (BAC), dedicados a José Abad (núm. 56), Maribel Nazco (núm. 57) y Ernesto Valcárcel (núm. 58), con la participación de los artistas, el director de la BAC, Carlos Díaz Bertrana, también autor de uno de los monográficos, y los otros dos autores, Isidro Hernández y Ana Quesada.

La BAC, la "colección negra" de monografías sobre los artistas canarios más destacados a lo largo de la historia, se ha convertido en un referente de las publicaciones institucionales. El objetivo principal de la colección es dar a conocer a los artistas isleños aportando en sus páginas, además de más de cien imágenes de máxima calidad de sus obras representativas, un estudio crítico, una biografía, bibliografía y una selección de textos sobre el artista.

A juicio del viceconsejero de Cultura, Aurelio González, "se lleva a cabo un criterio de la colección abierto, de modo que no existe un número cerrado, incorporándose a la colección autores desde criterios historicistas, intercalando firmas de distintas épocas".

Ana Quesada Acosta comentó sobre José Abad que "la vitalidad define su carácter, una energía que le lleva a transitar, desde que diera sus primeros pasos en el ámbito de la creación, por un universo plástico y plural, conformado por distintas vías de expresión: escultura, arte público, joyería, collage, dibujo, ilustración... Esta diversificación, unida a su constante indagación sobre materias y técnicas, es lo que le ha permitido eludir el encasillamiento. Es tan polifacético y sugerente, filósofo a la vez que sutil intérprete de las ideas que irrumpen en su obra".

Isidró Hernández considera que Maribel Nazco, "a sus ochenta años de edad, sigue siendo un referente de coherencia e inusitada perseverancia en el contexto de la escena artística actual, pues la suya ha sido una aventura creativa de gran alcance en su generación, no solo porque su mundo interior, la elección de los materiales y la originalidad de sus propuestas le confieren un aura poco común en su época, sino por la importante recepción que alcanzó en la crítica española el carácter decididamente experimental de sus propuestas artísticas con metales".

Carlos Díaz-Bertrana asegura que "desde 1968, Ernesto Valcárcel ha edificado una obra versátil y original, que perdura en el tiempo con rigor. Sigue viva, incierta y palpita interrogando la vida y el arte. El expresionismo, lo prístino, la fragmentaria identidad del hombre moderno, el azar y la manipulación de la materia en busca del Producto Sublime son venas que irrigan sus dibujos, manuscritos, pinturas, instalaciones, objetos y esculturas".