Tú has querido que haya tormenta, pues ya la tienes..."

Una aseveración rotunda y demoledora. Me traslado al sitio de mi recreo que siempre fue el western, al Tombstone de George P. Cosmatos protagonizado por Kurt Russell y Val Kilmer. Después de la sangrienta guerra civil norteamericana (1861-1865), muchos emigraron hacia el Oeste buscando hacer fortuna. Entre ellos, Wyatt Earp, un hombre de la ley que había abandonado la placa y la pistola para formar una familia y John Doc Hollyday, un caballero del sur convertido en pistolero y jugador. El film y la realidad desembocaron en el tiroteo de O.K. Corral en Tombstone, Arizona, en 1881. Nuestra sangrienta Guerra Civil (18 de julio 1936-1 de abril 1939) lleva décadas siendo resucitada. No festivamente como en EEUU, o como los actos de conmemoración en Santa Cruz del desembarco de Nelson el 25 de julio, sino como un ajuste de cuentas y revisión histórica. La realidad y la ficción se meten en el cajón de sastre. Y allí, incluso los agitadores de la revolución mexicana, Pancho Villa y Emiliano Zapata, son insignes fascistas por haber dado comienzo a su Movimiento un 20 de noviembre de 1910.

En el ojo de la tormenta, la indignación fue el primer acto reflejo de la Gran Crisis del año 2008, pero como no hay mal que 100 años dure, ni cuerpo que lo aguante, rememoro al polifacético Winston Churchill cuando soltó al laborista Wedgwood Benn, que había sufrido un ataque de apoplejía durante un discurso suyo: "Mi honorable y gallardo amigo no debería desarrollar más indignación de la que puede soportar". Y de la indignación se pasa al hastío. Me gusta leer a Marius Carol, en su columna en La Vanguardia del martes citaba a Goethe: "prefiero la injusticia al desorden". El señor Carol y muchos articulistas catalanes se hacen eco de una opinión políticamente incorrecta en Catalunya: el conflicto secesionista está amortizado. Se percibe en la indiferencia internacional, en las diferentes y contradictorias estrategias de defensa, mientras el juicio al procés entra de lleno en el aburrimiento y el hastío. En la penúltima Huelga de País de este jueves se observa el reflejo de las dos almas del independentismo popular que han vuelto a tomar las calles catalanas la última semana. El pasado sábado el alma civilizada, ampliamente mayoritaria en el soberanismo, demostró su notable poder de convocatoria en la marcha contra el juicio del procés, tan pacífica como las precedentes. En el anverso de la moneda, este jueves ha sido el alma insurreccional la que, embozada en pasamontañas, se ha intentado adueñar del país mediante un simulacro de huelga general más apuntalado en los sabotajes, las algaradas y la coacción que en el voluntario absentismo laboral de los trabajadores.

El tiempo que nos ha tocado vivir no resulta especialmente justo, pero por desgracia está profundamente desordenado. Es lo que tiene el desorden, que cualquier día nos deja sin futuro. Los expertos dibujan el nuevo mapa desordenado de la política internacional, donde EE.UU. y China se reparten protagonismo, aunque están apareciendo actores que reclaman un papel como potencias mundiales. Es el caso de Rusia, Irán, Turquía e India. Los países occidentales pierden protagonismo y lo ganan los países de Oriente, que monopolizan la cuarta revolución industrial. En esta segunda Guerra Fría retomo Tombstone: "Puede que tus amigos vengan a por mí, pero antes habré convertido tu cabeza en un colador".

Aquí en Canarias estamos enfrascados en el debate del Estado de la Nacionalidad. Un Parlamento con mucha madera, se convierte en ubicación perfecta para el desembarco de las termitas que vienen desde el norte de la isla. La izquierda abre la puerta a un tripartito que dicen acabará con el Régimen del 93. Supongo que a imagen y semejanza de los que en la Península quieren hacer lo mismo con el Régimen del 78. Hay momentos para el protagonismo de los Matos (Gustavo el del PP y Pablo el del PSOE), replicas de los Matamoros, Coto y Kiko. Román Rodríguez se significa en el estrado con su convincente discurso: el perro de Román Rodríguez no tiene rabo porque Román Rodríguez se lo ha cortado. En un momento en que la acción debería primar sobre la inacción, es un regalo inesperado que no haya Presupuestos Generales del Estado. La prórroga facilitará reclamar la cuantía pendiente en 322 millones, amparada en un informe del Tribunal Cuentas que da luz verde a buena parte de la prórroga de las partidas.

Hay señales en el Cielo y en la Tierra de que los tiempos están cambiando. Quizás Efecto Pasillo debería versionar a Bob Dylan. La noticia más preocupante de la semana la dio Gideon Rachman, columnista del Financial Times, que considera que hemos entrado en una nueva era de torbellinos que puede alcanzar tres décadas, aunque admitió que sus efectos pueden ser tan dañinos que duren menos. Lo único bueno de este tiempo es que todo dura poco, incluso las peores predicciones de los expertos. También escribió Goethe que el único hombre que no se equivoca es el que nunca dice nada. Y los que hablan, pronuncian frases como en Tombstone, que son como el inicio de una balacera en la calle principal del pueblo: "Diles que yo iré a por ellos y que llevaré el infierno conmigo".

El instante DeLuxe de este febrero lo ha instigado Pedro Sánchez, con su libro Manual de resistencia en el que reflexiona sobre la política y el liderazgo. Los lectores y columnistas lo definen como el ajuste de cuentas de un superviviente. No se transforma un país sin ser capaz de escribir y contar una historia. Todas las cartas de la baraja nacional se convierten en cuentistas en el clima político. Pedro Sánchez, al más puro estilo Paco Umbral ha venido a hablar de su libro. Una historia rocambolesca, desde su llegada a la secretaría general del PSOE a la accidentada salida y el posterior regreso para acabar siendo investido presidente con la moción de censura. Hace tiempo que la política española es una suerte de cocina con un calor insoportable. La cocina del infierno buscando su héroe salvador, un Daredevil patrio. "Mientras se está en plena acción no hay distancia para hacer teorías ni para sacar conclusiones", solía decir el ex presidente Speedy González. Sin embargo, la pregunta es: ¿Sería capaz Pedro Sánchez de ubicar la población de Suresnes en un mapa? El presidente cuenta cómo cogió el coche y empezó a viajar por las sedes socialistas, como si fuera una estrella de rock & roll de gira. Eso le permitió conocer el PSOE, "palpar el estado real del partido, comprobar el distanciamiento que sentían las bases respecto a la cúpula del partido". De paso, Sánchez concluyó que el poder del PSOE "se había desplazado al ámbito territorial, a las autonomías, lo que hacía que al partido le faltara un proyecto nacional creíble". Ahí empezó el resilente Pedro Sánchez a tener "conciencia de la capacidad de resistencia que yo podía llegar a tener".

¿Y por aquí en estas islas del sur cómo lo llevamos? Esperamos pacientemente la Biblia en Pasta del ajuste de cuentas de don Ricardo Melchior con sus ex camaradas. Sin duda, aglutinará los deseos junto a los personajes del Antiguo Testamento Nacionalista. Un manual bajo las premisas de "Yo me lo debía a mí mismo". Yo, me, mí mismo... un universo gravitando alrededor de un ombligo, el suyo, que no puede besar. Sin embargo, Dulce Xerach se ha adelantado. Y completa la trilolgía de la inspectora Anchieta con Secuestro en Hong Kong .

¿Y cómo se encuentra Mat Fernández? Inserto en Tombstone: "Parece como si alguien acabara de andar sobre mi tumba".