El Levante mereció más que el empate sin goles con el que se resolvió su partido de ida de los octavos de final de la Liga Europa ante el Rubin Kazan tras un partido que dominó de principio a fin ante un rival indolente que solo dio sensación de peligro en los cinco últimos minutos.

El Levante salió con su equipo de gala y pronto se hizo con el control del balón. A los tres minutos el equipo valenciano ya había estrellado la pelota en el larguero en un cabezazo de Ballesteros tras un saque de esquina de Barkero.

Al Rubin Kazan le costó ubicarse en el terreno de juego ante un rival que acechaba su área y que volvió a gozar de una buena oportunidad a los siete minutos, cuando un pase de la muerte de Rubén no encontró rematador tras una buena jugada de Barkero, muy activo y brillante en los primeros 45 minutos.

Ante el claro dominio del centro del campo del equipo de Juan Ignacio Martínez, el conjunto ruso se pertrechó bien atrás y, tras las primeras ocasiones, el Levante no volvió a gozar de buenas oportunidades de gol hasta el final de este período frente a un rival agazapado y a la espera de poder lanzar un contragolpe con el que sorprender a los locales.

El partido llegó al descanso con el Levante como dominador del juego pero sin hacer efectiva en los metros finales su mayor posesión de balón.

El partido se reanudó con un guión parecido al de la segunda parte con otro remate de cabeza de Michel que se fue alto. Sin embargo, el encuentro se revolucionó en los primeros compases de este período, con una expulsión en cada bando separadas tan solo por dos minutos. Todo siguió bajo el mismo guión.