Diez años después, Barcelona volverá a ser la capital del Planeta Agua y reunirá a lo más granado de las seis especialidades acuáticas, una más de lo habitual, puesto que se estrena una nueva disciplina, la de saltos de gran altura.

Será el Mundial de Ryan Lochte y de Missy Franklin; el de César Cielo, Sun Yang o Ye Shiwen, de Camille Lacourt, Florent Manaudou o Camille Muffat, de Ruta Meilutyte, de Ranomi Kromowidjojo, de Oussama Mellouli y de Mireia Belmonte, la gran esperanza de la natación española.

También será el Mundial de los saltadores chinos, del joven talento británico Tom Daley, de los clavadistas mexicanos o de los notables representantes de la escuela rusa cuyas siluetas dibujarán las postales de este Mundial con la Sagrada Familia de fondo.

Debería ser la enésima confirmación del poder del waterpolo balcánico frente al ''Settebello'' italiano y de la progresión recuperación del waterpolo masculino español, que últimamente se ha visto superado en protagonismo por el emergente equipo femenino de Miki Oca.

Las chicas españolas fueron la sensación de los últimos Juegos. Llegaron a ser subcampeonas en su primera participación. Ahora vuelven a apuntar alto, pero ya no serán la gran sorpresa.

En natación sincronizada, el equipo ruso volverá a ser el máximo favorito. Trabajan con secretismo, no compiten en el panorama internacional más allá de las grandes competición y estrenarán solista. Difícilmente nadie les arrebatará el oro en el solo, el dúo y en los equipos. El único margen de sorpresa está en el ''combo''.

El morbo estará en el equipo español, uno de los grandes dominadores del panorama internacional. Ya no está Anna Tarrés ni tampoco Andrea Fuentes, el relevo es generacional con Ona Carbonell como capitana y Esther Jaumà como máxima responsable técnica.

El puerto de Barcelona será el escenario de las pruebas de Aguas Abiertas y también de los espectaculares saltos de gran altura desde una plataforma de 27 metros. Tres segundos en alcanzar el agua a una velocidad de 100 kilómetros por hora. Adrenalina pura en una competición que figura en el programa como exhibición.

El anillo olímpico de Montjuïc acogerá el resto de competiciones. La natación y la sincro en el Palau Sant Jordi; el waterpolo en las piscinas Bernat Picornell y los saltos en la piscina Municipal de Montjuïc.

La joya de la corona será la piscina provisional que se ha construido en el Sant Jordi. Una obra de ingeniería de cuatro millones de litros de agua, 3.000 kilos de peso por metro cuadrado y un sistema antisísmico que soportaría cualquier movimiento de tierra de cualquier magnitud.

En esta instalación principal se ha invertido un tercio del presupuesto global del Mundial, 8 millones sobre un total de 25 millones, con profusión de tecnología para convertir la competición en un espectáculo de primer nivel.

A partir del próximo 20 de julio, Barcelona, la ciudad deportiva por excelencia según el Barón de Coubertin, volverá a estar en el punto de mira del mundo del deporte, como tantas otras ocasiones en el pasado y como otras que seguro se presentarán en el futuro.