El Tenerife cumple esta semana 101 años de vida. La entidad nació en la noche del miércoles 20 de noviembre de 1912, cuando "distinguidas y cultas personalidades de la capital [de Canarias]", acudieron a los salones del Centro de Dependientes del Comercio y de la Industria de Santa Cruz, "conviniendo la creación de la sociedad Tenerife Sporting Club". Ante un "grandísimo número de concurrentes", que se agolpaba en la calle San José, la reunión fundacional fue presidida por el ingeniero Juan José Santa Cruz, quien tomó la palabra junto a Arturo Rodríguez Ortiz y Juan Martí Dehesa.

Todos ellos coincidieron en la necesidad de "constituir la sociedad Tenerife Sporting Club para ofrecer al turista toda clase de deportes y cubrir el vacío existente de una actividad necesaria para el desarrollo físico de la juventud". El nuevo proyecto, presidido por Juan Yanes Rodríguez (1887-1984), se creó sobre la base del Nivaria Sporting Club, resultado de la fusión del Añaza y el Club Inglés, con sede en la Plaza de la Candelaria aunque jugaba en El Monturrio (campo sito en la Avenida 25 de Julio, donde hoy está la Academia de Seguridad Local) o en la lagunera Plaza del Cristo. En este caso, después de que los jugadores trasladaran las porterías en las jardineras del tranvía.

Y es que las primeras referencias sobre la práctica del fútbol en Tenerife se sitúan entre 1903 y 1905, cuando "un grupo de jóvenes de la importante colonia inglesa comienza a darle puntapiés a un objeto redondo (pelotas de trapo, casi siempre), en juego llamado football". Surgen entonces equipos como el Laguna, el Patria o el Isleño. La creciente actividad comercial con Inglaterra invitaba en ese tiempo a comerciantes y agricultores a enviar a sus hijos a estudiar a aquel país, del que regresaban con notable afición por el football. En el caso de Alberto Camacho volvió además con el primer balón de cuero visto en Canarias, lo que permitió organizar partidos con regularidad.

Camacho formaría parte del Nivaria, que en esos primeros años del siglo XX se mediría, habitualmente en la Plaza de San Francisco (La Laguna), a competidores locales o equipos formados por las tripulaciones de los vapores británicos y holandeses que atracaban en la Isla en busca de víveres y carbón. Fundado por sus propios jugadores, en el Nivaria militarían Luis Benítez de Lugo, Aquilino del Pino, Miguel Bello, Joaquín Cola, Joaquín Feria, Manuel Pérez Cabrera, Miguel Corbella, Jorge Davidson o el propio Juan Yanes, quienes con el tiempo harían carrera en el Tenerife Sporting Club, que nació con gran respaldo social aunque Yanes apenas duró unos meses como presidente.

Concejal del partido liberal, Yanes había estudiado en Inglaterra y nunca se desligó del Tenerife, aunque a comienzos de 1913 dejó la presidencia a Juan Antonio Núñez Maturana. Para entonces ya se había impulsado la construcción de un terreno de juego propio: el campo de Miraflores. La entidad aprovechó la cesión de un solar adquirido por Edmundo Caulfield, situado junto al barranco Santos, entre el Hospital de Niños y el Asilo Victoria, para proceder a su rápido acondicionamiento, que se culminó en mayo de 1913 con la inauguración de "un coqueto campo de juego, de cien metros de largo por cincuenta de ancho, que permite ejecutar con bastante desembarazo las distintas y difíciles evoluciones del juego".

Estrenado con una goleada (5-0) ante el Laguna, días más tarde, el 8 de mayo de 1913, el campo de Miraflores acogió un Tenerife-Victoria considerado como la primera final regional. El escenario se engalana para la cita, una vez llegadas las redes desde Inglaterra, así como los balones al precio de ¡22 pesetas la unidad!, mientras el par de botas cuesta la mitad. La expectación generada hace que el club instale centenares de sillas alrededor del terreno de juego y que cobre ¡media peseta por entrada, con un extra de 30 céntimos por asiento! El portero grancanario Head, que juega descalzo, se convierte en el héroe de los visitantes, que se imponen (0-1) con un gol de Pepe Gonçalves a la salida de un córner.

El Victoria se adjudicó la Copa de Plata en disputa y cada uno de sus jugadores recibió una pequeña réplica, amén de ser recibidos como héroes en el muelle de Santa Catalina, donde los jugadores del Artesano les hicieron el pasillo antes de ser llevados a hombros hasta la sede del club, en la calle La Naval, mientras los aficionados no cesaban de tirar voladores. Meses más tarde, el 28 de diciembre, en la devolución de visita, el Tenerife se impone (0-1) en el campo del Muelle Grande con gol de Aquilino del Pino y deja vacante el primer título regional oficioso. A partir de 1914 sí se organiza un campeonato oficial, que el Tenerife conquista en sus tres primeras ediciones, al imponerse al Marino en dos ocasiones y al Porteño.

Un siglo después, el fútbol y el Tenerife siguen generando idéntica pasión.